“Hay que ser agradecidos, pero no de estómago”
Auténtica, cañera y divertida como persona, impresionante como artista, Carmen Calvo se toma con cierta sorna y bastante escepticismo su reciente condición de Premio Nacional de Artes Plásticas 2013, y aprovecha cualquier ocasión para reivindicar un cambio de política cultural que pase por acabar con el 21% de IVA que está “hundiendo”, también, el mercado del arte.
¡Premio Nacional de Artes Plásticas! ¿Se habrá quedado a gusto?
Nunca me han preocupado los premios ni las selecciones, pero a todo el mundo nos gusta que nos reconozcan. Es un premio concedido por gente muy distinta y es difícil que todos acuerden la misma persona. Se agradece a los galeristas, coleccionistas, amigos… que te siguen apoyando en esto después de cuarenta años. Te da energía para seguir, y seguiremos. Es una gratificación que te halaga, y en estos momentos también una ayuda, pero no me olvido de que el problema sigue estando, y es que en estos momentos los creadores estamos en una situación muy mala porque no se vende nada, porque hay un 21% de IVA que nos está repercutiendo muchísimo en nuestra salida al exterior y también en el interior.
¿El mundo del arte abocado a la economía sumergida?
Pero a mí de qué me sirve vender dos cuadritos… ¿Cómo ingreso ese dinero para pagar la luz, el agua y los impuestos…? No estamos hablando de que el pintor, como se decía en otras épocas más románticas, era “la boheme”. Aquí se come, se paga a los carpinteros, fotógrafos, transportes…
¿Este premio avala su consagración artística, le pone todavía más en primera línea?
No, esto es para no creerse nada, para continuar, pero no quiero parecer poco agradecida. Viene bien, porque hay unos proyectos que quería hacer, de una cierta dimensión, y voy a poderlos acometer. Estoy contenta porque soy una de las pocas mujeres –y deberíamos ser más–, que reivindican nuestra labor y nuestra trayectoria. El Premio Nacional se lo han dado a Luz Casal, a Amaya Arzuaga, a una bailaora, pero si miras la lista de señoras y señores todavía estamos en un plano más bajito.
¿Será importante para su proyección aquí en la terreta?
Siempre mi mirada ha estado más “open the window”, hacia fuera. La terreta está muy bien para reivindicar las cosas que no quieres que existan. Por eso una vive aquí, porque le gusta su tierray le gustaría que tuviera otro perfil, aunque se vive bien, protestando y luchando, pero estás. Como hay probabilidad de salir y entrar, es lo bueno, lo que te enriquece, pero por lo demás… Me iría una temporadita fuera. Aquí de coleccionismo prácticamenteno hay nada.
¿La burguesía valenciana no compra cuadros?
Ah, ¿pero hay burguesía valenciana, te pregunto yo a ti? Me gusta ir un poco a contracorriente, pero ahora ya no voy a vender ni un cuadro.
El jurado ha destacado el carácter híbrido y ecléctico de su creación…
¡Ay¡ ¿Qué es híbrido? Lo he mirado en el Diccionario de la Real Academia y pone algo así como mezcla de cosas… Yo en el fondo lo identifico como una historia que se trabaja con materiales diferentes, un guión con fotografías, el pan de oro, el dibujo, el barro… porque vengo de una escuela clásica y todo eso responde a una formación en un tiempo.
¿Estudió publicidad?
Entré en Artes y Oficios muy jovencita, con 14 años, en el Carmen. Nunca me interesó la docencia, tengo el título de publicidad, pero a la vez ingresé en Bellas Artes. He trabajado en publicidad, en una empresa de cerámica, junto con Miquel Navarro… Modos de vivir, y siempre me ha ido muy bien. ¿Lo de ecléctica? Siempre están con parole, parole, parole…
¿Quién tiene la culpa de este desastre también en las artes plásticas?
Un tipo de cultura que están fomentando y que no va de acuerdo con lo que está pasando, un tipo de cultura que afecta desde la escuela, desde la gente que se está formando. Afecta a los “pintureros”, pero también a los teatreros, los cineastas, los escritores. Con esa ley que están imponiendo es imposible trabajar, es un retroceso a otros tiempos.
Lo primero que dijo al conocer el Premio es que no se iba a callar, que iba a continuar dando tralla…
Entre todos se hace camino al andar. Si yo digo un poquito y luego sale otro que dice otro poquito… Hay que ser agradecidos, pero no de estómago. Si no cambian, así irá el país. Lo están maltratando. Yo esto lo he elegido porque quiero ser pintora, soy pintora porque quiero, pero un país al que le imponen otra manera de cultura que no es la suya…
¿Eso se refleja en su obra o logra abstraerse?
Pues creo que tiene mucho que ver. Hay que mirar y hay que comparar. El tema que sigue inspirando mi trabajo es la sociedad, de la manera que sea, y sería muy ruin que estuviera de acuerdo con todo. En mi última exposición, en mi último premio, en mi trabajo… a mí me gusta tener la duda, y el día que no la tenga, malament. El arte forma parte de la cultura de un país, y entonces hay que proteger el arte y la cultura.
¿Este es un país artísticamente inculto?
Sí, un poco. Aquí hay muy buenos profesionales del arte, pintores, escritores, cineastas, pero sigo volviendo otra vez al grano: es un problema de apoyatura, de que no existan esas leyes. Si en otros lugares es un 7%, ¿por qué aquí tiene que ser un 21% en un país pobre?
¿Tiene tres exposiciones montadas?
Sí, pero eso es de antes del Premio Nacional, porque una exposición no se hace en una semana. Acabo de quitar la de Madrid y la de Barcelona, y vengo de inaugurar la de Sevilla. Es que yo no hago nada más que esto.
¿Después del Premio Nacional de Artes Plásticas no le han llovido las llamadas de galeristas y coleccionistas?
Hombre, algo se ha movido. Pero vamos a ver, en estos momentos hay que pensar que la administración no tiene una perra y que en los museos no hay dinero. Un premio te puede servir para continuar trabajando y sobre todo para tu proyección exterior. Una cosa son los proyectos que pueda haber en una ciudad y otra comer de esos proyectos. De los proyectos de esta ciudad yo poco he comido. A través de la historia del arte siempre ha habido gente más mimada, pero no tan descarado como ahora.
¿No hay recursos para promocionar artistas?
Ni tampoco para arreglar un museo como el San Pío V, que se está cayendo a trozos, o de fomentar otras políticas culturales en los museos.
¿Cómo se vendería para los lectores de Valencia City que no conocen la obra de Carmen Calvo, valenciana y Premio Nacional?
Primeramente no soy una pintora de grandes masas, y por eso estoy tan sorprendida, porque nunca he temido que rompieran la puerta de mi estudio para comprar cuadros. Mi obra cuesta de ver y de reflexionarla, y lo de las compras y las ventas llega pausadamente. Pero como lo llevo todo sola me lo manejo muy bien. Trabajo con galerías del exterior, del extranjero, que es lo que me salva.
¿Nada ha cambiado, pues, con el Premio?
Es que no tiene por qué cambiar. Sigo con mis proyectos, y en el plan de jubilación hace dos años que no invierto. ¡Cómo he trabajado desde los 14 años!, aunque en algún sitio no me cotizaron. Aun no es tiempo de jubilación, y es que además no me pienso jubilar.
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