F. Javier Pérez Rojas, catedrático de la Universitat de València
Fotos: Marta Belmonte
F. Javier Pérez Rojas, catedrático de la Universitat de València, está considerado uno de los grandes expertos en arte del periodo de entresiglos, del paso del XIX al XX, es decir, de la premodernidad. Gracias a ello bucea en el universo de Sorolla, Pinazo, Cecilio Pla y toda la generación de pintores que elevaron el arte en aquella época. Ha comisariado tres exposiciones recientemente y aborda con osadía la reivindicación de un impresionismo a la valenciana.
¿Cuál sería su principal campo de trabajo en este momento? La mayor parte de mi tiempo la dedico a continuar las investigaciones en curso que siempre me han interesado sobre arte valenciano y español de los siglos XIX y XX. Soy codirector de la Cátedra Pinazo junto con el profesor José Luis Alcaide, ambos trabajamos, junto con otros miembros del equipo como Aida Pons Moreno, en dar a conocer y valorar el importante legado artístico de este artista. Tenemos varías líneas de investigación abiertas sobre el del fin de siglo. La exposición Impresionismo Valenciano, que acoge la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia, es fruto de este trabajo conjunto que estamos llevando a cabo.
¿Qué es lo mejor y lo peor del mundo del arte? La creación artística es algo fascinante que nos enriquece, un alimento espiritual necesario en nuestras vidas. Pero depende a lo que nos estemos refiriendo; cuando se habla del mundo del arte en términos generales nos referimos a un fenómeno social complejo en el que intervienen factores de todo tipo. Lo mejor del arte es la creación en sí y su proyección. Lo peor es la manipulación y los juegos de intereses económicos y de poder que se mueven en su entorno.
Está considerado como una autoridad en pintura de finales del siglo XIX y principios del XX. ¿Desde esa perspectiva le interesan los artistas contemporáneos? Es tanto lo que hay que resulta difícil hacer una selección de pocos nombres. Los artistas del Renacimiento o el Barroco me atraen igualmente. Cuando era adolescente me gustaban especialmente Picasso, Modigliani y Mondrian, progresivamente vas ampliando el abanico y trabajando otras cosas. Luego me ha apasionado la creación del fin de siglo español y he aprendido a valorar a artistas que quedaban fuera de los parámetros establecidos de la modernidad. Tengo un gusto ecléctico y me pueden agradar tanto Klee como Romero de Torrres: he disfrutado mucho viendo sus respectivos museos en Berna y Córdoba, por ejemplo. Esto puede parecer una aberración para muchos, pero soy radicalmente antidogmático, lo cual para mi significa una defensa del arte en todas sus manifestaciones.
¿Está de acuerdo con aquellos que opinan que vivimos una crisis de talento y creatividad en el mundo del arte? En todas las épocas ha existido gente creativa y con talento. Puede que unos períodos o situaciones lo hayan fomentado más que otros. Lo que se necesitan son ambientes y canales adecuados de expresión y promoción. En arte sobran los prejuicios, pero las escuelas de bellas artes y arquitectura los fomentan. Hay arquitectos extraordinarios, pero el noventa por ciento de lo que se construye en nuestra ciudad es desde el punto de vista estético una desgracia. Lo que si hay es más pedantería y prepotencia; cualquier mediocre se cree un genio, pero la creatividad artística no está muerta.
¿Cómo se llevan el arte y la política? Han tenido a lo largo de la historia una relación interesada y de dependencia. Se han utilizado el uno al otro. Pero la política no debe de intervenir condicionando o dirigiendo el proceso creativo. Aunque siempre ha existido una arte oficial al servicio de unos intereses e ideología.
Hay voces que han puesto de manifiesto la espiral descendente del IVAM ¿qué piensa al respecto? En el IVAM se han hecho buenas exposiciones junto a otras que yo no hubiera programado nunca. Pero cada director tiene su línea y responsabilidad, y también la tienen los políticos que los mantienen desde sus respectivas áreas. Yo no voy a hacer leña del árbol caído, que sería lo fácil. Lo que no se puede hacer en un museo es dar café para todos, pero se hace en más de un centro porque es una manera de quedar bien con todos y no ser cuestionado. Lo importante es mantener una línea de calidad y coherencia. Debería primar más la calidad que la cantidad y con frecuencia ha pesado más esta última. Creo que no es necesario hacer tanta exposición. El IVAM debería de mantener una sala dedicada a su colección permanente ya que tiene suficiente entidad.
Tiene abiertas ahora mismo dos muestras, una en el Ayuntamiento sobre Impresionismo Valenciano y otra el IVAM sobre dibujos de Pinazo. Además de haber clausurado otra en Bancaja. ¿Cómo ha podido hacerlo? Ha sido posible porque llevamos años trabajando en una serie de proyectos, y por cuestiones de ajustes han terminado coincidiendo. La de Bancaja, A la playa, iba a ser una exposición de gabinete que se me encargó con muy poco tiempo, y se convirtió en una pequeña muestra monográfica con algunas piezas exquisitas. El catálogo lo realicé en colaboración con el profesor José Luis Alcaide al igual que el del Impresionismo Valenciano. En realidad hacía años que no comisariaba una exposición de tesis en Valencia. En el Consorcio, si se exceptúa el texto para unos retratos del Sorolla, no he comisariado nada desde 2008, aunque tenemos un interesante proyecto sobre Fillol, que espero que pueda ver la luz el año que viene. En el Ayuntamiento es la primera vez que organizo una exposición en sus sala, querían una muestra en torno a Sorolla y me pareció interesante y oportuno hacer una de contexto que diera a conocer la obra de otros pintores valencianos, y al final pudo ser. Ha costado mucho esfuerzo y trabajo llevarla a cabo y son muchas las personas y profesionales que la han hecho posible. Hay obras y autores un tanto raros que apenas están presentes en nuestras colecciones que ahora el público puede disfrutar. Es una decisión bastante atrevida, pero está obteniendo una favorable acogida por el público. La de la crítica, si la hay, tardará más en conocerse.
En el IVAM hacia dos años que tampoco había comisariado nada. La de los dibujos de Pinazo forma parte de la actividad de la Cátedra Pinazo y ofrece un conjunto de piezas extraordinarias que se ven por primera vez. Mostrar un cuaderno de dibujos es adentrarse en un espacio muy íntimo de un artista, como aquí sucede.
A la hora de comisariar una exposición, ¿pesa más el instinto o la sistemática?El instinto funciona para ciertos aspectos, pero hay que trabajar más de forma sistemática. Una buena exposición revisa aspectos, da a conocer nuevos materiales o plantea nuevas lecturas, todo eso no puede ser simplemente fruto del instinto. Hay exposiciones que se hacen con tres o cuatro catálogos sobre la mesa de los que se hace una síntesis, por llamarlo de alguna amanera y luego a veces ni los incluyen en la bibliografía. Esa impostura se da, y un centro de prestigio no debiera permitirlo, pero sucede con más frecuencia de lo que cabría esperar, pero esto es algo de lo que sólo se percatan los especialistas y las críticas no dicen nada.
¿Sabemos de arte los valencianos? El valenciano es sensible al arte, pero necesita mas educación estética. Hay buenos conocedores y críticos. Pero la vida artística no está del todo a la altura que debiera y es poco lo que el ciudadano medio invierte en arte.
¿La gente realmente acude a los museos? No todo lo que debiera, pero hay un público fiel que visita las muestras y los centros.
Se organiza una exposición de Sorolla y personas que no suelen visitar exposiciones hacen enormes colas para poder verla. ¿Dónde reside el poder del pintor? Es cierto, hay una mitificación y sacralización de Sorolla que a la larga es perjudicial. No porque se hagan muchas exposiciones de Sorolla, sino porque impide que se vea más allá. Sorolla es un artista fácil que llega a todo el mundo. El que se acuda en masa, no por la calidad de una exposición, sino porque es de un artista más o menos mediático es un poco decepcionante. No me gusta nada cuantificar la calidad por las cifras estadísticas. Y siempre se está viendo si a un museo o a otro van más o menos visitantes. Parece como si fuera un recuento de votos, es absurdo.
¿Qué opina de la polémica en torno a la creación de un Museo Sorolla? No creo que sea algo fácil y ya han opinado al respecto quienes tienen capacidad de decisión en este sentido. Si el Museo Sorolla decidiera crear extensiones como hacen algunos museos, seguramente Valencia sería un lugar preferente. Pero hay que tener en cuenta que el Museo Sorolla de Madrid tiene un edificio anexo que el Ministerio adquirió para su ampliación hace unos años y que cuando se rehabilite expondrán más obra de Sorolla y muchas pinturas que hoy están almacenadas se expondrán. Lo mejor es trabajar con lo que se tiene. El acudir continuamente a Sorolla como tabla de salvación refleja una terrible falta de ideas y propuestas.