Mariví Calvo y Sandro Tothill, fundadores de Luzifer Lamps
Mariví Calvo y Sandro Tothill fundaron Luzifer Lamps veinte años atrás con la idea de trasladar su visión de diseño a un producto concreto: las lámparas. Actualmente, la empresa cuenta con más de una treintena de empleados que mantienen intacta su filosofía basada en la apuesta por un producto hecho a mano, de calidad y sostenible, desarrollando un sistema patentado que hace las chapas de madera flexibles y resistentes sin recurrir a productos químicos, permitiendo una mayor libertad creativa a la hora de darles forma.
Las grandes instalaciones de Luzifer nacieron de un pequeño taller en el casco antiguo de Valencia. ¿Cómo fue el inicio de esta andadura?
Mariví: Empezamos a hacer lámparas para nuestra casa en 1994 y, de ahí, a nuestros amigos les empezaron a gustar, nos hacían algún pedido y empezamos a obtener beneficios. Sandro: La empresa como tal nació con un pedido que nos hizo un hotel de Mallorca. Un espontáneo entró a nuestro stand de la Feria del Regalo de Madrid, que era de dos metros cuadrados, y nos pidió 600 unidades para un hotel alemán que estaban construyendo en la isla. No teníamos empresa montada y tuvimos que crearla.
Definen a su empresa como un laboratorio de ideas a todos los niveles (arte, música, etc.), ¿en qué campo encuentran mayor inspiración?
S: Depende, todos tenemos intereses en distintos campos. Yo en la música y Mariví en el arte, con lo cual, dependiendo de donde estemos en un momento dado podemos encontrarla en un sitio u otro. A veces también en la gastronomía, en el paisaje, en la fotografía, películas… Hay infinidad de ideas donde la creatividad es clave.
Son tiempos complicados para el sector y para la industria valenciana en general, ¿cuál creen que es la clave del éxito?
S: Ni idea. Supongo que trabajar muy duro, creer muchísimo en lo que estás haciendo, darte cuenta de que no hay vuelta atrás ni posibilidad de parar y seguir siempre hacia delante, como sea. El branding también es muy importante, porque una vez que atas tres letras como LZF, toda una constelación de conceptos, ideas, productos, eventos y sabores, sonidos, arte… crean una especie de edredón fantástico. M: Construir marca para que el público entienda y reconozca el producto es clave. Nos encanta colaborar con gente que, puntualmente, puede desarrollar un proyecto para mantener ideas frescas que provocan que la gente esté expectante por descubrir qué vamos haciendo cada año.
La exportación es uno de los puntos fuertes de la firma, ¿dónde encuentran un mercado con mayores oportunidades?
S: Exportamos actualmente el 85% de nuestro producto; el mercado que más ha aceptado nuestro estilo de iluminación es EEUU, tanto, que hemos optado por abrir ahí nuestra propia distribuidora. La exportación es esencial para nosotros.
Uno de los mayores compromisos de LZF es la sostenibilidad de sus productos, consiguiendo un ahorro energético del 80%. ¿Cómo lo logran?
S: Siguiendo realmente las técnicas actuales y comunes, que se basan en la integración de fluorescencia y LED en los materiales. Además de que nuestro proceso de fabricación es completamente manual, por lo que no tenemos un gran ahorro energético gracias a las herramientas de mano. Además, hoy en día es imprescindible hacerlo porque, de lo contrario, no se vende. M: Es la pescadilla que se muerde la cola.
Precisamente la fusión de nuevas tecnologías con valores tradicionales y artesanía les hizo merecedores del Premio Nacional de Artesanía en el año 2011. ¿Cómo se hace posible esta intersección?
M: Desarrollar el producto y venderlo exige un cuidado específico. Hay que utilizar lo mejor que tienes, que son los artesanos. Por otra parte, Sandro tenía un gran interés por nuevas tecnologías y nuevas programaciones, lo que ha sido muy importante para comunicar. S: Decidimos que íbamos a hacer lámparas de chapa de madera, y no existía el material ni la técnica, ni nada que nos pudiera servir en el mercado. Con lo cual, hemos ‘parido’ el acabado, cómo manipular la chapa, cómo crear las lámparas, etc. Ha sido artesanía pura desde el principio. Nuestra generación es una fusión en sí, nacimos en medio de los dos puntos, por lo que tenemos un plus que no tienen nuestros hijos: conocer las antiguas formas de hacer las cosas y aplicarlas a nuevas tecnologías. Yo creo que si estás restringido por la falta de tecnología durante tanto tiempo, cuando de repente lo tienes es como una explosión. Piensas ‘guau, ahora puedo hacer tantas cosas…’ Es como una liberación.
En 2008 ampliaron sus fronteras al campo del Contract, ¿qué valor añadido aporta este servicio a una empresa de iluminación?
S: Las fronteras del Contract se abrieron porque se cerraron otras en aquellos tiempos; el auge de consumo doméstico que teníamos a finales de los noventa desapareció a principios del año 2000. Además, creemos que las lámparas decorativas tienen un sitio muy importante en la alegría y el bienestar del día a día de las personas, y en los espacios públicos donde la gente sociabiliza y trabaja. Ahí ha habido un cambio que radica en la necesidad de crear espacios más alegres o más naturales para la gente, tanto en el trabajo como en la salud o en la educación. Hablamos de hospitales, universidades, colegios o librerías, que hacen un esfuerzo por crear ambientes agradables para la gente.
¿Hay una convergencia de diseñadores internacionales de prestigio con nuevos talentos en las filas de Luzifer?
M: No creo que hayamos invertido específicamente en diseñadores de prestigio internacional, sino que hemos crecido juntos. Son diseñadores que vienen a trabajar con nosotros y vienen a aprender cómo trabajar la madera y cómo cuidarla. Aunque la verdad es que nos encantaría y es uno de nuestros objetivos, como este año que lo hemos hecho con Isidro Ferrer. S: Hemos crecido juntos con una colección de diseñadores internacionales y hemos creado una familia; trabajamos muy bien juntos. El problema con las firmas internacionales más conocidas es que necesitamos una relación personal para trabajar juntos y la mayoría ni tienen tiempo ni están lo suficientemente cerca para que eso ocurra. Con lo cual, es más difícil y antinatural. Pero pretendemos conocer a algunos y entender lo que hacen, al tiempo que ellos entiendan lo que hacemos
nosotros y poder colaborar. El problema es que no todo el mundo tiene esa disponibilidad. Nos centramos también en nuevas generaciones que tienen más tiempo y hacen posible abrir ese canal de comunicación con ellos. M: Y porque son el futuro.
Mariví Calvo y Sandro Tothill fundaron Luzifer Lamps veinte años atrás con la idea de trasladar su visión de diseño a un producto concreto: las lámparas. Actualmente, la empresa cuenta con más de una treintena de empleados que mantienen intacta su filosofía basada en la apuesta por un producto hecho a mano, de calidad y sostenible, desarrollando un sistema patentado que hace las chapas de madera flexibles y resistentes sin recurrir a productos químicos, permitiendo una mayor libertad creativa a la hora de darles forma.
Las grandes instalaciones de Luzifer nacieron de un pequeño taller en el casco antiguo de Valencia. ¿Cómo fue el inicio de esta andadura?
Mariví: Empezamos a hacer lámparas para nuestra casa en 1994 y, de ahí, a nuestros amigos les empezaron a gustar, nos hacían algún pedido y empezamos a obtener beneficios. Sandro: La empresa como tal nació con un pedido que nos hizo un hotel de Mallorca. Un espontáneo entró a nuestro stand de la Feria del Regalo de Madrid, que era de dos metros cuadrados, y nos pidió 600 unidades para un hotel alemán que estaban construyendo en la isla. No teníamos empresa montada y tuvimos que crearla.
Definen a su empresa como un laboratorio de ideas a todos los niveles (arte, música, etc.), ¿en qué campo encuentran mayor inspiración?
S: Depende, todos tenemos intereses en distintos campos. Yo en la música y Mariví en el arte, con lo cual, dependiendo de donde estemos en un momento dado podemos encontrarla en un sitio u otro. A veces también en la gastronomía, en el paisaje, en la fotografía, películas… Hay infinidad de ideas donde la creatividad es clave.
Son tiempos complicados para el sector y para la industria valenciana en general, ¿cuál creen que es la clave del éxito?
S: Ni idea. Supongo que trabajar muy duro, creer muchísimo en lo que estás haciendo, darte cuenta de que no hay vuelta atrás ni posibilidad de parar y seguir siempre hacia delante, como sea. El branding también es muy importante, porque una vez que atas tres letras como LZF, toda una constelación de conceptos, ideas, productos, eventos y sabores, sonidos, arte… crean una especie de edredón fantástico. M: Construir marca para que el público entienda y reconozca el producto es clave. Nos encanta colaborar con gente que, puntualmente, puede desarrollar un proyecto para mantener ideas frescas que provocan que la gente esté expectante por descubrir qué vamos haciendo cada año.