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Hoy es sába­do, 12 de octu­bre de 2024

“Lo que me gusta es convertir a los políticos en personajes

José María Pérez, Peri­dis, ilus­tra con su tira cada jor­na­da las pági­nas de polí­ti­ca del dia­rio El País, es arqui­tec­to, apa­sio­na­do del Romá­ni­co y un ada­lid del desa­rro­llo socio­eco­nó­mi­co a tra­vés del Patri­mo­nio Cul­tu­ral. Y, ade­más, escri­be, va por su segun­da nove­la, sobre el momen­to his­tó­ri­co en que se cons­tru­yen las gran­des cate­dra­les en Espa­ña con una pano­rá­mi­ca que va des­de la noble­za al cam­pe­si­na­do de la épo­ca ponien­do el foco en la par­te menos cono­ci­da de la his­to­ria.

 

Es usted un hom­bre de muchos ofi­cios, se lo dirán siem­pre, arqui­tec­to, dibu­jan­te, escri­tor. ¿Cómo ha sido su inmer­sión en el mun­do lite­ra­rio? ¿Cuán­do sur­ge esa nece­si­dad de escri­bir?

A mí me gus­ta con­tar, me encan­ta el cas­te­llano, y soy arqui­tec­to, me gus­ta cons­truir. Des­pués de hacer las series del Romá­ni­co para TVE yo no que­ría dejar de con­tar y pen­sé ¿por­qué no narro la his­to­ria que hay detrás de los monu­men­tos, de sus artí­fi­ces, de los que lo hicie­ron posi­ble? No ten­go ima­gen ni músi­ca, pero ten­go la pala­bra. Todo eso me lle­va a escri­bir las nove­las. Capí­tu­los cor­tos, per­so­na­jes defi­ni­dos, estruc­tu­ras cla­ras. Esas son las cla­ves, es como mon­tar un cir­co, que todo enca­je, que el león no se coma al paya­so, y a eso me ayu­da mi for­ma­ción como arqui­tec­to. El lec­tor es lue­go el que da vida a esos per­so­na­jes, mete calor a esa estruc­tu­ra, hace que estén vivos.

 

Habla en sus dos nove­las (Espe­ran­do al Rey y La Mal­di­ción de la Rei­na Leo­nor) de los gran­des olvi­da­dos de la his­to­ria: las muje­res y el pue­blo, la reta­guar­dia, la lla­ma. ¿Cree que la nove­la pue­de con­tar la his­to­ria y el arte mejor que otros géne­ros?

La pue­de supe­rar una bue­na fic­ción, pero la nove­la pro­fun­di­za más, se da una inti­mi­dad con el lec­tor que con otros géne­ros no ocu­rre. El escri­tor colo­ca per­so­na­jes que enri­que­cen y, como cada lec­tor trae un mun­do, cada uno enca­ja los libros de una for­ma úni­ca. En Espe­ran­do al Rey nove­lo la his­to­ria del Monas­te­rio de Agui­lar de Cam­poo jun­to a cuyas rui­nas cre­cí. Los can­te­ros y esa reta­guar­dia que men­cio­nas, esas muje­res que cui­da­ban a los niños, tam­bién a los futu­ros reyes, mien­tras los hom­bres bata­lla­ban e iban a los suyo, o sea, la gue­rra, la caza y la cama. La reta­guar­dia, for­ma­da por muje­res y obre­ros del medie­vo, mere­cía una nove­la. Son los gran­des olvi­da­dos.

¿Qué le intere­sa tan­to de ese momen­to que es la Edad Media?
La arqui­tec­tu­ra, la pin­tu­ra. Que se lo digan a Picas­so, que los ojos que uti­li­za los saca de Taull, de la Igle­sia de San­ta María. Me intere­sa mucho la poe­sía, la pla­tó­ni­ca y la no tan­to. El Romá­ni­co es ini­ciá­ti­co, repre­sen­ta el ini­cio de casi todo. Me cau­ti­va tam­bién el pai­sa­je romá­ni­co, cuan­do veo una igle­sia per­di­da, subli­ma el pai­sa­je. Hay 800 años de his­to­ria con­tem­plán­do­nos a tra­vés de esa igle­sia. Eso es un rega­lo. El Romá­ni­co actual­men­te es el arte de la zona de la des­po­bla­ción cuan­do en su ori­gen fue, jus­ta­men­te, el arte de la repo­bla­ción.

 

Con­vier­te a los polí­ti­cos, cada día, en una tira cómi­ca. Nun­ca se lo agra­de­ce­re­mos lo sufi­cien­te. ¿Cómo lle­va esa par­te de su tra­ba­jo? ¿Le que­dan ganas de reír­se de la cla­se polí­ti­ca?

Sí cla­ro, de reír­me con ellos, eso siem­pre. Lo que me gus­ta es con­ver­tir a los polí­ti­cos en per­so­na­jes. Yo resuel­vo una tira cuan­do creo un per­so­na­je. Aho­ra me he encon­tra­do a un per­so­na­je que es Íñi­go Erre­jón. Coges a Erre­jón y lo pones con Car­li­tos y Snoopy y fun­cio­na; lo pones con Mafal­da y Mano­li­to y fun­cio­na. Es un per­so­na­je y eso es un rega­lo. Tam­bién me pasa­ba con un ani­mal como Fra­ga, que era el poli­cía de las pelí­cu­las de Char­lot, solo le fal­ta­ba la porra. Encon­trar el per­so­na­je, ahí está la cla­ve.

 

Usted ha sido, des­de las pági­nas de El País, el ilus­tra­dor de la Tran­si­ción y de la Espa­ña demo­crá­ti­ca, for­ma par­te del patri­mo­nio grá­fi­co espa­ñol en la memo­ria de todos noso­tros. ¿Impo­ne eso?

Para mí ha sido un pri­vi­le­gio. Empe­zar en un dia­rio que aún sigue, que me ha per­mi­ti­do vivir bien de ello y don­de el tra­ba­jo me lle­va­ba poco tiem­po. He teni­do una suer­te que no tuvo, por ejem­plo, Chumy Chú­mez, que le cerra­ron el dia­rio. He podi­do vivir de mis afi­cio­nes: el dibu­jo y la arqui­tec­tu­ra. En arqui­tec­tu­ra he podi­do ele­gir, el tra­ba­jo de dibu­jan­te me ha dado liber­tad. Y enci­ma he teni­do la suer­te de cre­cer con un monas­te­rio aban­do­na­do jun­to a mi casa, he dado vida a ese lugar y tra­ba­jo a los jóve­nes pro­fe­sio­na­les que lo han recu­pe­ra­do. Mi vida ha sido dar nue­va vida tam­bién a edi­fi­cios terri­bles. Por ejem­plo, con­ver­tir el Alcá­zar de Tole­do, un lugar de gue­rra y tra­ge­dia, en una biblio­te­ca aco­ge­do­ra. Eso es muy her­mo­so.

 

Usted ha dona­do cer­ca de 30.000 docu­men­tos a la Biblio­te­ca Nacio­nal, entre los que había boce­tos de los per­so­na­jes de sus tiras ade­más de mate­rial rela­ti­vo a sus reha­bi­li­ta­cio­nes como arqui­tec­to. ¿Le cos­tó des­pren­der­se de ellos?

Son pape­lu­jos, la tira dia­ria y los boce­tos. Al prin­ci­pio me cos­tó un poco pero lue­go pen­sé, ¿dón­de van a estar mejor que cer­ca de los dibu­jos de Leo­nar­do? Unos diez mil boce­tos, foto­gra­fías, pla­nos de arqui­tec­tu­ra de edi­fi­cios…

 

Es Pre­si­den­te de la Fun­da­ción San­ta María La Real, dedi­ca­da a la res­tau­ra­ción del Romá­ni­co de la Penín­su­la. ¿Qué es lo que más le gus­ta de su acti­vi­dad allí?

La par­te social es aho­ra la que más me intere­sa, sin duda. Lle­va­mos ya cin­cuen­ta tomos de la Arqui­tec­tu­ra del Romá­ni­co, que va a tener 64. Hacer eso con licen­cia­dos y arqui­tec­tos en paro que han teni­do su opor­tu­ni­dad ahí es mara­vi­llo­so. Aho­ra tam­bién con las lan­za­de­ras de empleo he vis­to que pue­do ser útil a muchas per­so­nas. Estas son las cosas que hacen que la vida val­ga la pena.

 

¿Tie­ne en su cabe­za ya la idea para un ter­cer libro?

Quie­ro visi­tar el momen­to his­tó­ri­co de la unión de Cas­ti­lla y León de nue­vo, el papel de Cas­ti­lla en la crea­ción de los puer­tos del nor­te de Espa­ña, el comer­cio de las lanas hacia Flan­des. Cómo se defo­res­tó el can­tá­bri­co para cons­truir los bar­cos que aca­ba­rían yen­do allen­de los mares. La impor­tan­cia de Espa­ña en la his­to­ria, de esas par­tes que no son muy cono­ci­das de ella, son las que me intere­san.

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