Juan Brouilhet, Director de Rigpa en España

Direc­tor de la red de cen­tros de medi­ta­ción y estu­dios budis­tas Rig­pa des­de 2005, Juan Brouilhet coor­di­na y ayu­da a la crea­ción y desa­rro­llo de todas las acti­vi­da­des de medi­ta­ción y budis­mo siguien­do las orien­ta­cio­nes

del maes­tro tibe­tano sog­yal rim­po­ché, fun­da­dor del cen­tro. Trans­mi­tir la sabi­du­ría budis­ta de for­ma autén­ti­ca pero apli­ca­ble y útil para los desa­fíos de la vida moder­na es el obje­ti­vo de rIgI­pA, sien­do su prin­ci­pal aspi­ra­ción ayu­dar a las per­so­nas a tra­vés de esta sabi­du­ría ances­tral.

Lau­ra Mur­cia

¿En qué se resu­me la visión budis­ta de la vida?
 Espe­cial­men­te en como com­pren­der la reali­dad y com­pren­der que el sufri­mien­to y las difi­cul­ta­des tie­nen mucho que ver en cómo nos rela­cio­na­mos con nues­tra men­te y con noso­tros mis­mos. Des­de ahí, se pue­den com- pren­der las difi­cul­ta­des, el sufri­mien­to y el dolor de los demás. Desa­rro­llar esa com­pa­sión y ayu­da a los demás es cru­cial para poder lle­gar a cono­cer­se a uno mis­mo.

El Maes­tro Budis­ta sog­yal Rim­po­ché es el autor de El Libro Tibe­tano de la Vida y de la Muer­te, ade­más de fun- dador y direc­tor espi­ri­tual de RIG­pa a nivel inter­na­cio­nal. ¿Cómo sur­ge la idea de crear este cen­tro?sog­yal rim­po­ché es un maes­tro muy espe­cial por­que ha reci­bi­do una edu- cación pura­men­te tibe­ta­na, pero en los años 70 estu­dió reli­gio­nes com- para­das en Ingla­te­rra. por un lado es un maes­tro tra­di­cio­nal, pero por otro cono­ce muy bien la for­ma de pen­sar y de ser de los occi­den­ta­les. su vida con- sis­te en como tras­la­dar esta sabi­du­ría ances­tral de una for­ma que el mun­do moderno actual lo pue­da cono­cer y pue­da ser útil para ellos, pre­ser­van­do todo un lina­je autén­ti­co que vie­ne del budis­mo tibe­tano.

El Maes­tro a rma que el budis­mo es moderno. En un momen­to de cri­sis a nivel glo­bal, ¿qué bene cios apor­ta una vida budis­ta?prin­ci­pal­men­te que, cuan­do estás fue­ra de ti, siem­pre envuel­to en una men­te muy agi­ta­da como es la men­te occi­den­tal, nos ale­ja­mos mucho de noso­tros mis­mos. Des­de lo que es la visión budis­ta, para poder cam­biar el mun­do, hay que empe­zar por un cam- bio inte­rior. si eres capaz de dejar de bus­car tu pro­pio bene cio, tal vez haya ahí una posi­bi­li­dad de que el mun­do se trans­for­me.

no sólo cri­sis eco­nó­mi­ca, tam­bién de valo­res. ¿Qué opi­nión le mere­cen los nume­ro­sos casos de corrup­ción que se están des­ta­pan­do cada día en Espa­ña?Es fru­to de como nos rela­cio­na­mos con esa visión tan egoís­ta y tan par­­ti- cular, don­de mi yo asu­me toda nues­tra per­cep­ción. En esa visión no están los otros y sólo pue­de haber egoís­mo, todo lo que es corrup­ción es una deri­va­ción de una visión tre­men­da­men­te ego­­cén- tri­ca y, cuan­do te abres a los demás y suel­tas tu egoís­mo, todos esos malos hábi­tos pue­den ser trans­for­ma­dos.

¿Qué opi­na de la crea­ción de par­ti­dos polí­ti­cos alter­na­ti­vos, como pode­mos, que inten­tan rom­per con todo pro­me­tien­do el cam­bio?

res­pe­to todo, pero sigo pen­san­do que lo más impor­tan­te es empe­zar por el cam­bio de uno mis­mo. si todos cam­bia­mos nues­tros valo­res y somos capa­ces de tener éti­ca, un cam­bio exte­rior será rela­ti­va­men­te sen­ci­llo. si nada de esto cam­bia no sé cómo pue­de haber un cam­bio exte­rior, lo veo difí­cil.

Es cons­cien­te de que Espa­ña es un país arrai­ga­do cul­tu­ral­men­te a la reli­gión cató­li­ca, ¿cuál es la dife­ren­cia fun­da­men­tal entre ambas?

Creo que cuan­do hay un buen cató­li­co y hay un buen budis­ta, no hay dife­­ren- cia. La reli­gión autén­ti­ca es la bon­dad. tam­bién vivi­mos un momen­to de cri­sis per­so­nal, ¿se ha nota­do un aumen­to en el inte­rés por la medi­ta­ción y la visión budis­ta?

sí, mucho. No des­de el budis­mo espe­cial­men­te, lo que real­men­te bus­can las per­so­nas es rela­cio­nar­se con­si­go mis­mas, y lo hacen a tra­vés de la medi­ta­ción. por ella cono­cen el budis­mo y des­cu­bren que hay otra for­ma de vivir, esto es lo que le sor­pren­de a las per­so­nas. Creo que lo que la gen­te quie­re, fru­to de la cri­sis, es encon­trar otra for­ma de vida, y aquí es don­de la medi­ta­ción budis­ta pue­de ayu­dar­les. Lo impor­tan­te es cam­biar uno mis­mo.

por lo tan­to, se pue­de lle­var una vida en torno al budis­mo sien­do cris­tiano. per­fec­ta­men­te. Inclu­so es posi­ble que lue­go pro­fun­di­cen en su pro­pia fe cris­tia­na gra­cias a que, al des­cu­brir su pro­pio inte­rior a tra­vés de la medi­ta­ción, pue­den tener una expe­rien­cia más espi­ri­tual.

¿Qué es lo que más cues­ta a la hora de empe­zar a con­vi­vir con la expe­rien­cia budis­ta?Tomar la deci­sión de hacer­lo, al nal es una cues­tión de acti­tud. medi­tar no es que ten­gas que renun­ciar a dete­r­­mi­­na- das cosas, sino que te empie­zas a dar cuen­ta de que nece­si­tas menos cosas para vivir. Es un resul­ta­do de tu pro­pia expe­rien­cia, no hay nin­gún requi­si­to que ten­gas que adop­tar para empe­zar a medi­tar. Qui­zá, a tra­vés de la medi­ta­ción vas sim­pli­can­do tu vida, pero no al revés. Es fru­to de la com­pren­sión y com­pro­mi­so per­so­nal.

En un mun­do con tan­tas posi­bi­li­da­des, ¿cómo es posi­ble reco­no­cer y encon­trar el camino de la ver­dad? se empie­za por cal­mar la men­te. si está muy agi­ta­da sólo pue­de haber con­fu­sión, si está tran­qui­la, hay cla­ri­dad. Los fac­to­res exter­nos son los que son; cómo los vives es dis­tin­to. si tie­nes una difi­cul­tad pue­des afron­tar la di cul­tad con cal­ma y cla­ri­dad, o pue­des lle­nar toda tu vida y per­cep­ción con esa situa­ción, ampli­cán­do­la mucho más de lo que real­men­te es. La medi­ta­ción ayu­da a ver las cosas tal cual son.

¿Qué cree que está fallan­do en la huma­ni­dad?Que esta­mos muy lejos de noso­tros mis­mos. se sue­le decir que bus­ca­mos las hue­llas del ele­fan­te en el bos­que, mien­tras que el ele­fan­te ya está en casa. Vamos hacien­do muchos pla­nes y aspi­ra­cio­nes que cree­mos que nos harán feli­ces, pero nos echa­mos mucho de menos a noso­tros mis­mos, por­que nos ale­ja­mos de quie­nes somos real­men­te.

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