Fotos: D.R.
El IVAM, el más importante factor de modernidad cultural en Valencia acaba de cumplir un cuarto de siglo. Al frente, una década en su dirección, se encuentra Consuelo Císcar, trabajadora infatigable, no exenta de controversias, pero dispuesta a seguir al timón del museo para seguir difundiendo su excepcional colección y un programa imaginativo en tiempos de penurias presupuestarias.
Es usted la directora del IVAM que más tiempo lleva en el cargo ¿tiene ánimos para seguir adelante?
Por supuesto. Trabajo con la misma ilusión que el primer día. La coincidencia de mi décimo aniversario como directora del IVAM con las bodas de plata del museo supone renovar un compromiso con el trabajo que venimos desarrollando. El museo tiene ante si grandes retos y superarlos es apasionante.
Y los recortes presupuestarios y las dificultades para conseguir patrocinios ¿no la desaniman?
Atravesamos momentos de crisis y hay que ser solidarios priorizando inversiones al servicio de la sociedad. En este contexto hay que suplir las dificultades económicas gestionando de otro modo y con imaginación creativa. Afortunadamente el IVAM lleva acabo una programación de calidad y una actividad artística reconocida a nivel nacional e internacional. Dicho esto, reivindico mayor presupuesto para las instituciones culturales porque contribuyen al dinamismo económico, social y cultural. Sin cultura no hay progreso.
Dígame cómo usted, con poco presupuesto, ha organizado exposiciones internacionales de importancia. Recuerdo algunas como Jasper Johns, Rauschenberg, Frank Stella, Robert Morris o Jean Tinguely… incluso Beuys, Elizabeth Murray…
Sí, esas y otras colectivas como India Moderna, Confines, Speed, Figuración Narrativa con el Pompidou, la colección de dibujos del MoMA, el arte Povera de la Colección Stein… Podemos decir que, básicamente, la confluencia de tres factores ha hecho posible que el IVAM cuente con una programación de excelencia a pesar de tener un presupuesto moderado.
En primer lugar contamos con el apoyo de una sociedad civil que, con fondos privados, ofrece recursos financieros que hacen posible producir exposiciones de primer nivel.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que el interés de los propios artistas por exponer en el IVAM facilita alcanzar acuerdos equilibrados, puesto que valoran mucho formar parte de la programación de un museo de prestigio como éste. Y en tercer lugar, un modelo de trabajo horizontal y en red donde el conocimiento, los medios y los recursos son compartidos e interrelacionados entre diferentes museos internacionales como el MoMA, la Tate, el Pompidou…, nos permite realizar proyectos expositivos de prestigio.
¿Su cargo de directora comporta tener enemigos y amigos o es una cuestión de titulares de prensa?
Los titulares de prensa son muy sufridos y muy variables. Considero que en democracia no hay enemigos. Hay intereses contrapuestos y opiniones críticas que hay que respetar aunque no se compartan. Me quedo con los amigos porque la amistad es un tesoro que no cambiaría por nada del mundo.
¿Cuál diría que es la cualidad más importante que debe poseer el director de un museo?
Respetar la cultura y sus valores en general. En particular tener claro el lugar que se ocupa en el mapa museístico y conocer las potencialidades de su colección, para poder proyectarla en el panorama artístico. En resumen: mediar entre la creación artística y un público diferente y plural con criterios profesionales.
Y de los distintos tipos de director de museo que existen ¿usted dónde se situaría?
La tipología es tan diversa como museos existentes. En el caso del IVAM, la dirección artística y gerencial van unidas. Esta es una de nuestras peculiaridades. En mi caso he tenido la suerte de conocer desde el principio y de cerca la creación del IVAMy llegar adirigirlo después de una larga experiencia de responsabilidad en gestión cultural. Mi objetivo es fortalecer las líneas específicas de la colección, mantener un programa de excelencia y aumentar el prestigio de un museo como este que es un icono de la cultura moderna y contemporánea.
¿Recibe presiones a la hora de seleccionar exposiciones?
El programa de exposiciones y actividades lo aprueba el Consejo Rector. Los proyectos se presentan y son aprobados o rechazados colegiadamente. Democracia directa y respeto al pluralismo artístico.
¿Pero ha sufrido presiones?
Nunca.
¿Sería capaz de dimitir si alguien interfiriera en su criterio?
El sectarismo es un campo en el que yo no juego. A través del diálogo se resuelve cualquier problema si hay voluntad de situar el arte y la cultura por encima de intereses particulares.
Muchos artistas se han sumado al carro de las redes sociales compartiendo su obra e impresiones en Twitter, Facebook, ¿piensa que este exceso de exposición vulgariza a los creadores?
En mi opinión, las redes sociales deben ser entendidas como canales de difusión que, utilizados con rigor y respeto, pueden ser una vía de promoción artística sugestiva para los creadores. La redes son un vehículo democrático de comunicación directa entre el artista y el espectador que le permite conocer respuestas inmediatas sobre su obra y sus ideas. Por tanto, no creo que exponer propuestas artísticas en canales comunicativos o medios informativos sea perjudicial para un artista. En las redes, como en cualquier otro espacio social, podemos encontrarnos con reflexiones de todo tipo, desde la más cualificada hasta la más soez, hay que saber distanciarse del “ruido” y atender los mensajes “nítidos”. En este caso, y dándole la vuelta al aforismo más conocido de McLuhan, diría que el medio no es el mensaje.
Los artistas más rentables del momento forman parte de lo que en jerga financiera se conoce como BRIC: Brasil, Rusia, India y China. ¿Se rinde el arte a la tiranía de mercado?
El mercado viene siendo primordial en el mundo del arte porque potencia la importancia de artistas o movimientos.Hoy sólo las grandes fortunas o instituciones con un elevado presupuesto pueden invertir en artistas muy cotizados, pero también hay algo de espejismo en las economías emergentes. Nueva York y Londres lideran el movimiento artístico y, por supuesto, el boom latinoamericano se debe a su importancia cultural y sus potentes coleccionistas. Sin embargo, en arte no todo es mercado. Hay historia y crítica, observación y creación que se mueven en parámetros que no se cotizan en bolsa y sí en la vida cultural.
¿Cuál es el presente de los artistas españoles? ¿Y de los valencianos?
El tratamiento que a nivel internacional recibe el arte español es injusto. Posiblemente sea por el deficiente mercado interno, pero hay grandes artistas contemporáneos que merecerían tener mayor visibilidad. Algo parecido sucede con los artistas valencianos que los hay muchos y muy buenos. Afortunadamente, van abriéndose paso y ya están en algunas colecciones, galerías y museos importantes del mundo.
Valencia da muchos creadores y poco mercado…
Sí. Se debe superar esta situación difundiendo la obra de los artistas valencianos –en el IVAM lo hacemos con asiduidad– y buscando fórmulas de mecenazgo, incentivos fiscales y ayudas para animar el mercado y su apuesta por nuestros artistas.
¿Cómo valora la celebración del XXV aniversario del IVAM?
Está siendo un éxito. Por contenido –la exposición comisariada por Francisco Jarauta es espléndida– y por la forma en que se están desarrollando todas las actividades programadas. La asistencia de S.M. la Reina Sofía el día de su inauguración junto a las máximas autoridades, así como la masiva asistencia de público, expresan lo que todos sabemos: el IVAM es un museo muy querido por artistas, críticos, coleccionistas, ciudadanos… gracias a su prestigio y a que sus exposiciones y publicaciones tienen una calidad incuestionable. Queremos que este aniversario sea muy participativo y una fiesta para los sentidos a través de la interrelación de las artes, celebrando el enorme patrimonio artístico que acumula el IVAM y, muy especialmente, su colección, con más de once mil obras, y que es la verdadera protagonista del museo.
The Economist ha situado al IVAM como el sexto centro de arte moderno mejor valorado, por detrás del Pompidou, el MoMA o la Tate…
Ese reconocimiento es una gran satisfacción para todos los que trabajamos en este museo. Nos da visibilidad después de tanto esfuerzo realizado en estos años y es un estímulo para continuar el camino trazado.
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