Reflexión a propósito de la vida y trayectoria del bioquímico e investigador valenciano Santiago Grisolía

 

Gri­so­lía jun­to al pro­pio autor de este artícu­lo, Adol­fo Pla­sen­cia.

 

Don San­tia­go Gri­so­lía nos aca­ba de dejar con 99 años. Alguien extra­or­di­na­rio cuya vida y tra­yec­to­ria per­so­na­li­zan una de las esca­sas sin­gu­la­ri­da­des que ha con­se­gui­do que los valen­cia­nos nos rela­cio­ne­mos de modo más fre­cuen­te e inten­so con la cien­cia, la sabi­du­ría y la alta exce­len­cia cien­tí­fi­ca.

Ha sido una de las prin­ci­pa­les sin­gu­la­ri­da­des cien­tí­fi­cas valen­cia­nas, que son fáci­les de recor­dar por­que no son muchas. Pon­go algu­nos ejem­plos, aun­que me arries­gue a no citar otros mere­ci­mien­tos. Des­de Ramón y Cajal –que, aun­que no nació en Valen­cia, sí que vivió un tiem­po en nues­tra ciu­dad, en la calle Piza­rro núme­ro 7–, has­ta el gran his­to­ria­dor de la medi­ci­na José María López Piñe­ro. Hemos teni­do más cien­tí­fi­cos sabios: el inves­ti­ga­dor Eduar­do Pri­mo Yúfe­ra, el mate­má­ti­co Manuel Val­di­via y su dis­cí­pu­lo Manuel López Pelli­cer; y entre los que aún ejer­cen des­ta­ca­ría al físi­co José Ber­na­béu (IFIC); al neu­ro­cien­tí­fi­co Álva­ro Pas­­cual-Leo­­ne (Har­vard); al cien­tí­fi­co de la súper compu­tación José Dua­to (UPV); al gran cien­tí­fi­co de la quí­mi­ca Ave­lino Cor­ma (UPV-ITQ); al extra­or­di­na­rio inves­ti­ga­dor de la comu­ni­ca­ción cuán­ti­ca Josep Cap­many (iTeam, UPV); al viró­lo­go Luis Enjua­nes (CNB-CSIC), al cien­tí­fi­co de la compu­tación, inte­li­gen­cia arti­fi­cial y doc­tor en lógi­ca y filo­so­fía José Her­­ná­n­­dez-Ora­­llo (UPV, Cam­brid­ge); al inves­ti­ga­dor de cien­cias de la compu­tación Ber­nar­do Cuen­ca Grau (Oxford); y, final­men­te como ejem­plo des­ta­ca­do de abso­lu­ta actua­li­dad, al joven físi­co, y sin embar­go tam­bién sabio (eso en cien­cia y mate­má­ti­cas, por ejem­plo, no es una con­tra­dic­ción sino todo lo con­tra­rio) Pablo Jari­­llo-Herre­­ro, que es hoy ya una refe­ren­cia mun­dial por haber abier­to un área nue­va en van­guar­dia de la físi­ca de la mate­ria con­den­sa­da con su des­cu­bri­mien­to del “gra­feno bica­pa de ángu­lo mági­co”, decla­ra­do el mejor des­cu­bri­mien­to mun­dial en físi­ca de 2018 []. Todos los cita­dos son valen­cia­nos y, todos, autén­ti­cas sin­gu­la­ri­da­des valen­cia­nas cien­tí­fi­cas a con­tra corrien­te, fru­to del méri­to, la deter­mi­na­ción y la obs­ti­na­ción cien­tí­fi­ca. Deter­mi­na­ción, obs­ti­na­ción y tena­ci­dad simi­la­res a las del tam­bién valen­ciano San­tia­go Gri­so­lía.

Todos ellos han sido y/o son sabios, pero ¿en qué se dife­ren­cian estos casos con res­pec­to a don San­tia­go Gri­so­lía? Pues en que todos ellos son casi unos per­fec­tos des­co­no­ci­dos para la inmen­sa mayo­ría de la socie­dad valen­cia­na y, sin embar­go, don San­tia­go era todo lo con­tra­rio a este res­pec­to. Era bien cono­ci­do por la mayo­ría del pue­blo valen­ciano. Ese fue un gran logro suyo. El de su  pro­yec­ción públi­ca, tan res­pe­ta­da, que con­si­guió que su tra­yec­to­ria y enor­me hacer fue­ra reco­no­ci­do entre sus pai­sa­nos, cosa que otros sabios con igual o mayo­res méri­tos cien­tí­fi­cos no han con­se­gui­do. Tal vez, en el caso del res­to por­que tam­po­co lo pre­ten­dían, a pesar de que eran y son res­pe­ta­dos en todo el mun­do, por más que sus pai­sa­nos les igno­re­mos. Por­que, sea­mos sin­ce­ros, la gran mayo­ría de valen­cia­nos posee­mos una cul­tu­ra bas­tan­te acien­tí­fi­ca, y es algo masi­vo aquí  entre noso­tros el que no nos aca­be­mos de ente­rar de que, pre­ci­sa­men­te la cien­cia y sus apli­ca­cio­nes, cons­ti­tu­yen una de las razo­nes esen­cia­les que nos posi­bi­li­tan nues­tro actual nivel de vida.

San­tia­go Gri­so­lía duran­te la pre­sen­ta­ción del libro De Neu­ro­nas a Gala­xias, de Adol­fo Pla­sen­cia, en ple­na pan­de­mia.

 Un hom­bre de carác­ter

Don San­tia­go era un hom­bre de carác­ter, natu­ral­men­te con sus luces y sus som­bras, para algu­nos más que para otros. No se lle­va­ba bien con todo el mun­do y aun­que era capaz de ser extre­ma­da­men­te diplo­má­ti­co, no siem­pre, y no con todos, ejer­cía de ello. Su carác­ter no era fácil. Debi­do a su fuer­te per­so­na­li­dad y a sus con­vic­cio­nes, no se anda­ba con remil­gos, pero tam­bién por­que aten­día antes que a nadie, a su pro­pio motor inte­rior que le orien­ta­ba, con su pro­ver­bial tena­ci­dad, a defen­der, per­sua­dir y con­ven­cer sobre lo que él con­si­de­ra­ba sus pro­pó­si­tos esen­cia­les siem­pre en rela­ción a la cien­cia, ale­ja­dos de modas u opor­tu­nis­mos, polí­ti­cos o no. Y para eso vivía el cien por cien del tiem­po, y dis­po­nía del total de su ener­gía huma­na, has­ta el últi­mo alien­to, como así ha sido, a pun­to de cum­plir cien años.

Ya fue­ra el Rey y jefe de Esta­do, o la Rei­na; los polí­ti­cos y gober­nan­tes de turno, le res­pe­ta­ron des­de los suce­si­vos gobier­nos –tan­to los de la izquier­da como los de la dere­cha, a quie­nes garan­ti­za­ba sin pre­ten­der­lo una foto esen­cial con sabios de todos los cam­pos–. Todos eran cono­ce­do­res de su legen­da­ria capa­ci­dad de con­vo­ca­to­ria. Y no hemos de olvi­dar lo que con­si­guió con gran­des empre­sa­rios –casi mila­gro­so en Valen­cia–: unir­los alre­de­dor de cien­tí­fi­cos de alta exce­len­cia, atra­yen­do hacia sus acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas públi­cas finan­cia­ción muy seria gene­ra­da por empre­sa­rios (con Vicen­te Bolu­da Fos a la cabe­za, como ejem­plo) y lo mis­mo de des­ta­ca­das com­pa­ñías. Una autén­ti­ca proeza que con­si­guió Gri­so­lía en Valen­cia casi en exclu­si­va. No hay ejem­plos simi­la­res.

Al tiem­po era res­pe­ta­do por muchos gran­des cien­tí­fi­cos, que lo demos­tra­ban vinien­do unos días a Valen­cia cada año des­de todo el mun­do, inclu­yen­do dece­nas de Pre­mios Nobel que, gra­cias a él han cono­ci­do Valen­cia y a sus jóve­nes y des­ta­ca­dos alum­nos uni­ver­si­ta­rios. Reu­nió Gri­so­lía a las más altas volun­ta­des dis­pues­tos a cola­bo­rar con él en situar a la valen­cia­na en el mapa de las socie­da­des más avan­za­das. Este era otro de sus empe­ños. Acer­car a la socie­dad valen­cia­na lo más posi­ble a la cien­cia y a la cul­tu­ra fue para él su misión pri­mor­dial. Pre­si­dió tam­bién duran­te años el Con­sell Valen­cià de Cul­tu­ra [https://cvc.gva.es/es/] por­que pen­sa­ba que la cien­cia y la cul­tu­ra no se deben leer en pági­nas sepa­ra­das. Y Gri­so­lía lo demos­tra­ba con­ti­nua­men­te con sus ingen­tes acti­vi­da­des, sin­cró­ni­cas en los dos ámbi­tos, al uní­sono. Cien­cia es cul­tu­ra, como dice el físi­co José Ber­na­béu.

 Una bio­gra­fía tam­bién sin­gu­lar

Su infan­cia, tras nacer el 6 de enero de 1923 en Valen­cia, y su niñez, por las cir­cuns­tan­cias fami­lia­res, trans­cu­rrió entre Valen­cia, Dénia, Xàti­va, Lor­ca y Cuen­ca. Su ado­les­cen­cia, carac­te­ri­za­da, según los que le cono­cie­ron como niño y como joven, era guia­da por una curio­si­dad y una ambi­ción casi ili­mi­ta­das.

Pero un sabio sin­gu­lar no nace, sino que se hace. Esa mis­ma ambi­ción juve­nil le hizo subir su lis­tón per­so­nal y vis­to lo que le rodea­ba, tras licen­ciar­se en Medi­ci­na en la Uni­ver­si­dad de Valen­cia en 1944, mar­chó a Madrid para hacer su doc­to­ra­do, lo que con­si­guió en 1949. Hay quien dice que su extra­or­di­na­ria habi­li­dad para rodear­se de las mejo­res com­pa­ñías fue cla­ve para fijar sus obje­ti­vos, lle­gar e inte­grar­se con lo mejor de la cien­cia, más en con­cre­to la van­guar­dia de la bio­quí­mi­ca, una de las prin­ci­pa­les fron­te­ras de enton­ces. Su tena­ci­dad le hizo dedi­car­se a una ingen­te labor docen­te e inves­ti­ga­do­ra duran­te muchos años en diver­sos luga­res de Euro­pa y EE UU como pro­fe­sor de bio­quí­mi­ca y bio­lo­gía, por ejem­plo, en las uni­ver­si­da­des de Kan­sas, Chica­go y Wis­con­sin don­de amplió sus inves­ti­ga­cio­nes sobre el ciclo de la urea, demos­tran­do como la citru­li­na es un inter­me­dia­rio de este ciclo.

Si embar­go, lo que cam­bió su vida fue con­se­guir inves­ti­gar como “post­doc”, rea­li­zan­do tra­ba­jos sobre la fija­ción del anhí­dri­do car­bó­ni­co bajo la super­vi­sión del gran Seve­ro Ochoa en la Uni­ver­si­dad de Nue­va York, tema en el que siguió tra­ba­jan­do inter­mi­ten­te­men­te el res­to de su vida. Y eli­gió muy bien –como así mis­mo hicie­ron Ela­dio Viñue­la y la gran Mar­ga­ri­ta Salas–, por­que pos­te­rior­men­te man­tu­vo la rela­ción con el gigan­te espa­ñol de la cien­cia Seve­ro Ochoa.

Su estan­cia en Nue­va York la hizo en un perio­do cru­cial, ya que Ochoa, el gran cien­tí­fi­co espa­ñol, lle­va­ba des­de 1954 inmer­so espe­cial­men­te en inves­ti­gar la fos­fo­ri­la­ción oxi­da­ti­va, lo que le lle­vó a des­cu­brir en 1955, y ais­lar, una enzi­ma de la célu­la bac­te­ria­na Esche­ri­chia coli, que él deno­mi­na poli­­nu­­cleó­­ti­­do-fos­­fo­­ri­­la­­sa y que lue­go es cono­ci­da como ARN-poli­­me­­ra­­sa, cuya fun­ción cata­lí­ti­ca es la sín­te­sis de ARN (áci­do ribo­nu­clei­co), la molé­cu­la nece­sa­ria para la sín­te­sis de pro­teí­nas. Con esa enzi­ma, Ochoa con­si­gue por vez pri­me­ra la sín­te­sis del ARN en labo­ra­to­rio, a par­tir de un sus­tra­to ade­cua­do de nucleó­ti­dos (sus com­po­nen­tes ele­men­ta­les). Ha de tener­se en cuen­ta que cuan­do Gri­so­lía estu­vo tra­ba­jan­do con Ochoa, este era ya un pres­ti­gio­so cien­tí­fi­co y un res­pe­ta­do inte­lec­tual, pero no fue has­ta 1959, varios años des­pués, cuan­do el bio­quí­mi­co nor­te­ame­ri­cano Arthur Korn­berg, tam­bién dis­cí­pu­lo de Ochoa, sumó la demos­tra­ción de que la sín­te­sis de ADN tam­bién requie­re otra enzi­ma poli­me­ra­sa, espe­cí­fi­ca para esta cade­na, por lo que ese año fue cuan­do ambos fue­ron pre­mia­dos con el Pre­mio Nobel de Fisio­lo­gía y Medi­ci­na por sus des­cu­bri­mien­tos. Era 1959.

Hoy en día, déca­das des­pués todo aque­llo, escu­char lo del ARN ya no nos pare­ce tan raro, sino que nos resul­ta fami­liar des­de que hemos sido ino­cu­la­dos masi­va­men­te, y pre­ci­sa­men­te, con vacu­nas de ARN men­sa­je­ro (ARNm) para pro­te­ger­nos con­tra la COVID-19.

 Fun­da­ción Valen­cia­na de Estu­dios Avan­za­dos

Com­par­to con algu­nos ami­gos de la cien­cia que una de las cosas que dolía a Gri­so­lía es que Espa­ña solo haya teni­do dos pre­mios Nobel en cien­cia: San­tia­go Ramón y Cajal en 1906 y, el últi­mo has­ta aho­ra, el de Seve­ro Ochoa en 1959, o sea, hace nada menos que 63 años. Y des­de enton­ces ni un Nobel espa­ñol más en cien­cia. Creo que esa dolo­ro­sa sen­sa­ción iba uni­da a otra obse­sión, el con­se­guir que la socie­dad valen­cia­na unie­ra su des­tino al de la cien­cia y reno­va­ra su rela­ción con la cul­tu­ra. De esas obse­sio­nes y de su tena­ci­dad son fru­to el que, jun­to a Vicen­te Ibo­rra, Ramón Rodri­go y María del Car­men Casañ, co-fun­­da­­ran la FVEA, Fun­da­ción Valen­cia­na de Estu­dios Avan­za­dos [https://fvea.es/] hacien­do, por cier­to, un gui­ño en su deno­mi­na­ción al famo­so Ins­ti­tu­te for Advan­ced Study. IAS de Prin­ce­ton, en Nue­va Jer­sey, lugar de aco­gi­da de gran­des cien­tí­fi­cos como Albert Eins­tein o John von Neu­mann, entre otros, tras su emi­gra­ción de Euro­pa a los EE UU.

Así que la pro­pia deno­mi­na­ción de la fun­da­ción ya encie­rra toda una decla­ra­ción de inten­cio­nes tan­to en la bús­que­da de la exce­len­cia como en su carác­ter cien­tí­fi­co mul­ti­dis­ci­pli­nar. ¡Y esto en octu­bre de 1978! cuan­do la cul­tu­ra cien­tí­fi­ca, tan­to en Espa­ña como en Valen­cia, era casi un erial y lide­rar este tipo de ini­cia­ti­vas era ir de ver­dad a con­tra­co­rrien­te, sobre todo cuan­do lo que se inten­ta con esa ini­cia­ti­va es “Con­tri­buir a pro­mo­ver y poten­ciar el desa­rro­llo del cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co y cul­tu­ral en la Comu­ni­dad Valen­cia­na.” Algo que debe­ría ser una obvie­dad pero que sigue sin ser­lo.

Pero lo que más ha pro­yec­ta­do al gran públi­co valen­ciano la sin­gu­la­ri­dad cien­tí­fi­ca valen­cia­na de San­tia­go Gri­so­lía ha sido el con­ven­cer a la Gene­ra­li­tat Valen­cia­na des­de la Fun­da­ción Valen­cia­na de Estu­dios Avan­za­dos, para ins­ti­tu­cio­na­li­zar la Fun­da­ción Pre­mios Rey Jai­me I –des­de 2018 Fun­da­ción Pre­mios Rei Jau­me I [https://bit.ly/3byHQo3]–, con la ayu­da de finan­cia­ción empre­sa­rial y pri­va­da. No fue fácil. Estos se ini­cia­ron en 1989, año de su crea­ción, cuan­do sólo se otor­gó en el área de Inves­ti­ga­ción. Pos­te­rior­men­te, tras con­se­guir una ade­cua­da finan­cia­ción, se fue­ron agre­gan­do Pre­mios Jau­me I en más áreas: Inves­ti­ga­ción Bási­ca, Eco­no­mía, Inves­ti­ga­ción Médi­ca, Pro­tec­ción del Medio Ambien­te, Nue­vas Tec­no­lo­gías, Urba­nis­mo, Pai­sa­je y Sos­te­ni­bi­li­dad y “Al Empren­de­dor”. Los Pre­mios son de ámbi­to nacio­nal, los mejor dota­dos eco­nó­mi­ca­men­te en Espa­ña, de con­vo­ca­to­ria anual y cada uno con 100.000 euros, meda­lla de oro y diplo­ma. Los pre­mia­dos (Gri­so­lía esta­ba tam­bién empe­ña­do en que hubie­ra retorno a la socie­dad valen­cia­na), ade­más, for­man par­te del Alto Con­se­jo Con­sul­ti­vo en Inves­ti­ga­ción y Desa­rro­llo de la Pre­si­den­cia de la Gene­ra­li­dad Valen­cia­na con el fin de ase­so­rar a dicha Pre­si­den­cia en mate­ria de inves­ti­ga­ción, desa­rro­llo e inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca.

 Los Pre­mios Jai­me I y la bús­que­da de la exce­len­cia cien­tí­fi­ca des­de Valen­cia

La com­bi­na­ción de la cele­bra­ción de la entre­ga de los Pre­mios en Valen­cia se ha lle­ga­do a con­ver­tir en una autén­ti­ca fies­ta de la cien­cia (aho­ra tam­bién de la sos­te­ni­bi­li­dad y el empren­di­mien­to), ya que Gri­so­lía y el equi­po de la Fun­da­ción Jai­me I han con­se­gui­do medios y con­ven­ci­do a más de 20 pre­mios Nobel de todos los cam­pos cien­tí­fi­cos para que, cada año, vinie­ran a pasar unos días a Valen­cia para par­ti­ci­par en las deli­be­ra­cio­nes como jura­dos y para algo aún más impor­tan­te de cara a nues­tros jóve­nes: para que visi­ta­ran las uni­ver­si­da­des públi­cas valen­cia­nas y se reu­nie­ran con sus alum­nos al obje­to de deba­tir direc­ta­men­te con ellos sobre temas cien­tí­fi­cos, de inves­ti­ga­ción y de inno­va­ción. Miles de alum­nos y alum­nas de uni­ver­si­da­des públi­cas valen­cia­nas que no habían vis­to en per­so­na, en car­ne y hue­so a Pre­mios Nobel alguno, les han podi­do pre­gun­tar y deba­tir con ellos direc­ta­men­te gra­cias a la ini­cia­ti­va de los Jai­me I. Un pri­vi­le­gio que Gri­so­lía ­(tam­bién esta­ba con­ven­ci­do de ello­ y era otro de sus obje­ti­vos) pen­sa­ba que podría ilu­sio­nar a jóve­nes para ele­gir la cien­cia como su des­tino labo­ral. Estoy segu­ro de que habrá sido así en muchos casos.

Ten­go prue­bas: este año, 2022 ha for­ma­do par­te del jura­do de los Jai­me I el sabio de solo 46 años, Pablo Jari­­llo-Herre­­ro, un gran físi­co valen­ciano cuya infan­cia trans­cu­rrió en Mis­la­ta, que actual­men­te es inves­ti­ga­dor y pro­fe­sor del MIT y cuyo des­cu­bri­mien­to en 2018 ha abier­to una nue­va área en la físi­ca de la mate­ria con­den­sa­da y que los físi­cos han bau­ti­za­do como “twis­tro­nics” []. Pablo es otra de las gran­des sin­gu­la­ri­da­des cien­tí­fi­cas valen­cia­nas que cita­ba al prin­ci­pio (su alma mater es la Uni­ver­si­tat de Valèn­cia) y cuya vida cam­bió un pro­fe­sor de su facul­tad que le ani­mó a pre­sen­tar­se a una olim­pia­da de mate­má­ti­cas que se cele­bra­ba en la UPV. Y de ahí se orien­tó a hacer de la físi­ca su vida. Este extra­or­di­na­rio físi­co, tan solo unos días des­pués de ser de jura­do de los Jai­me I, ha orga­ni­za­do en Valen­cia una con­fe­ren­cia a la que han veni­do los mejo­res inves­ti­ga­do­res del mun­do de la abso­lu­ta van­guar­dia en mate­ria­les bi-dime­n­­sio­­na­­les y dis­po­si­ti­vos cuán­ti­cos: Fron­tiers of Quan­tum Mate­rials and Devi­ces Con­fe­ren­ce. FQMD — Spain, Jun 20–24, 2022 []. O sea que la obse­sión de San­tia­go Gri­so­lía del “retorno a la socie­dad valen­cia­na” fun­cio­na, por más que los valen­cia­nos se obs­ti­nen mayo­ri­ta­ria­men­te en igno­rar­lo, y tam­bién la mayo­ría de sus gober­nan­tes, nin­guno de los cua­les asis­tió al arran­que de esa extra­or­di­na­ria con­fe­ren­cia, todo un mee­ting tec­no­ló­gi­co que, fue finan­cia­do nada menos que por la Uni­ver­si­dad de Har­vard, el MIT o Howard entre otros cen­tros aca­dé­mi­cos nor­te­ame­ri­ca­nos, y por la Fun­da­ción Moo­re (la del co-fun­­da­­dor de Intel y autor de la famo­sa Ley de Moo­re, el inge­nie­ro y cien­tí­fi­co Gor­don Moo­re), la fun­da­ción cali­for­nia­na Hiei­­sing-Simons y por la fun­da­ción cas­te­llo­nen­se Mau­ri­cio y Car­lo­ta Bot­ton que, tra­di­cio­nal­men­te, apo­ya a los doc­to­ran­dos y la inves­ti­ga­ción en físi­ca. La inves­ti­ga­do­ra del gra­feno Eun-Ah Kim de la Uni­ver­si­dad de Cor­nell (EE UU) expre­só al ini­cio de su ponen­cia un emo­cio­na­do agra­de­ci­mien­to a Jari­­llo-Herre­­ro por traer­les –dijo lite­ral­men­te– “…a Valen­cia, una ciu­dad tan mági­ca”. Fui tes­ti­go de ello.

 Agra­de­ci­mien­to a un lega­do imbo­rra­ble

Para ter­mi­nar con la gigan­tes­ca labor de San­tia­go Gri­so­lía, ten­go varios agra­de­ci­mien­tos per­so­na­les que dedi­car­le. El pri­me­ro, en rela­ción a su deno­da­do empe­ño para que, al menos par­te del lega­do de Seve­ro Ochoa, se con­ser­ve y con­tem­ple en Valen­cia (toda la segun­da plan­ta del Museo de las Cien­cias de Valen­cia está dedi­ca­da a la tra­yec­to­ria de nues­tro cien­tí­fi­co valen­ciano en el espa­cio “El lega­do de la cien­cia” jun­to a Seve­ro Ochoa, Ramón y Cajal, y Jean Daus­set). Es un lega­do imbo­rra­ble. El segun­do agra­de­ci­mien­to per­so­nal al pro­fe­sor Gri­so­lía, jun­to a Ele­na Ben­da­la de la FVEA, tie­ne que ver con su ama­bi­li­dad al abrir­me tan­to las puer­tas del Con­sell Valen­cià de Cul­tu­ra para diri­gir­me a sus miem­bros, como des­pués, en varias oca­sio­nes, las de su Fun­da­ción para par­ti­ci­par en deba­tes cien­tí­fi­cos, así como tam­bién [] para pre­sen­tar mi libro De Neu­ro­nas a Gala­xias publi­ca­do ori­gi­nal­men­te en inglés por el MIT y la Uni­ver­si­dad de Oxford [https://deneuronasagalaxias.com/]. Lo pre­sen­ta­mos en la Noche Euro­pea de la Cien­cia tras la apa­ri­ción de su ver­sión cas­te­lla­na en el sello PUV de la Uni­ver­si­tat de Valèn­cia, gra­cias a la per­se­ve­ran­te tena­ci­dad de su enton­ces Vice­rrec­tor de Cul­tu­ra, Anto­nio Ari­ño, quien siem­pre pro­mo­vió des­de La Nau la fer­ti­li­za­ción cru­za­da entre cien­cia, cul­tu­ra y huma­ni­da­des.

El ter­cer agra­de­ci­mien­to per­so­nal es por­que gra­cias a la Fun­da­ción Jai­me I, al insig­ne físi­co y jura­do de los Pre­mios, José Ber­na­béu –otra de las sin­gu­la­ri­da­des valen­cia­nas cita­das al prin­ci­pio–, ade­más del enton­ces rec­tor de la UPV Fran­cis­co Mora, pude acor­dar y lue­go rea­li­zar, en el backs­ta­ge de los Pre­mios Jai­me I, una lar­ga y pri­vi­le­gia­da con­ver­sa­ción de más de una hora, y a solas, con el caris­má­ti­co físi­co, des­cu­bri­dor de la “liber­tad asin­tó­ti­ca” y Pre­mio Nobel de Físi­ca, Frank Wil­cek, con­ver­sa­ción que se publi­có inte­gra en la edi­ción espa­ño­la del cita­do libro, publi­ca­do en esta oca­sión por la Uni­ver­si­tat de Valèn­cia []; y que, ade­más hace muy poco, en mayo de 2022, sus­ci­tó el inte­rés del pro­pio MIT, que lo ha publi­ca­do en su pla­ta­for­ma de tex­tos esco­gi­dos The MIT Press Reader [], y que el pro­pio depar­ta­men­to de físi­ca del MIT lo sin­di­có para todos sus miem­bros []. Por últi­mo, –y esta men­ción si es más per­so­nal–, mi agra­de­ci­mien­to por con­se­guir la veni­da a Valen­cia de tan­tos pre­mios Nobel casi todo ellos sin­gu­la­ri­da­des cien­tí­fi­cas de diver­sa espe­cie. Solo pon­dré un ejem­plo de los más exó­ti­cos. Gra­cias a ello pude escu­char y pre­gun­tar entre muchos otros, ade­más de a Frank Wilz­cek, al extra­or­di­na­rio físi­co y dis­cre­to Nobel Shel­don Lee Glashow [] co-autor de la teo­ría “elec­tro­dé­bil”, de quien los guio­nis­tas de mi serie favo­ri­ta The Big Bang Theory toma­ron su nom­bre para nom­brar al pro­ta­go­nis­ta Shel­don Cooper, inter­pre­ta­do magis­tral­men­te por el actor Jim Par­sons. Por cier­to, rega­lo al lec­tor algo de lo que dijo en aque­lla memo­ra­ble sesión en la UPV, Lee Glashow: “Ima­gi­nen que quie­ro hacer un semes­tre de físi­ca en Euro­pa, ¿Adón­de iría?, ¿A Copenha­gue? Mmmmm, no gra­cias. ¿A París? ¿Lon­dres? No, no. No me malin­ter­pre­ten, son sitios estu­pen­dos. ¿Cam­brid­ge?, ¿Oxford? Tam­po­co. Si tuvie­ra que esco­ger un lugar, ele­gi­ría Madrid o Valen­cia. A lo mejor, uste­des no saben lo bueno que es su país”.

Final­men­te, como valen­ciano, quie­ro decla­rar mi sen­ti­do, inmen­so y eterno agra­de­ci­mien­to a San­tia­go Gri­so­lía por sus esfuer­zos por evi­tar el olvi­do inme­mo­rial y reite­ra­do de una par­te con­si­de­ra­ble del pue­blo valen­ciano a la cien­cia y a los cien­tí­fi­cos, que gra­cias a él hoy es mucho menor en la socie­dad valen­cia­na actual. Espe­ro que sus logros y su memo­ria hagan que nues­tros más ilu­sio­na­dos jóve­nes se miren en el ejem­plo de este sabio, una de las más gran­des sin­gu­la­ri­da­des cien­tí­fi­cas valen­cia­nas, que será para ellos, estoy segu­ro, un ejem­plo inago­ta­ble a seguir. Mis sen­ti­das con­do­len­cias a su fami­lia, a los miem­bros de la FVEA y la Fun­da­ción Jai­me I; y a todos los valen­cia­nos, que hoy somos menos ricos en sabi­du­ría por esta pér­di­da irre­pa­ra­ble. Que la memo­ria de su obra y sus con­quis­tas cien­tí­fi­cas no se olvi­den nun­ca en la socie­dad valen­cia­na. Así sea.

 

  • Adol­fo Pla­sen­cia, autor de este artícu­lo, es divul­ga­dor cien­tí­fi­co, autor del libro De Neu­ro­nas a Gala­xias, una serie de entre­vis­tas con los inves­ti­ga­do­res más impor­tan­tes del mun­do.

 

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