Escon­di­do en los almuer­zos del inte­rior de Cas­te­llón des­de hace muchos años, el cre­maet ha ido ganan­do terreno a medi­da que las nue­vas gene­ra­cio­nes se han ido incor­po­ran­do al boca­di­llo de la maña­na como con­su­mi­do­res pro­pios.

 

 

Asi­mis­mo, ha roto el estig­ma de una gene­ra­ción con res­pec­to al alcohol, por­que si bien qui­zá no tomen cer­ve­za o vino y limo­na­da en los bares, sí apre­cian el regus­to de un café espe­cial (y dul­ce).

Pocos nego­cios en com­pa­ra­ti­va, pese a ello, siguen ofre­cien­do esta posi­bi­li­dad a sus comen­sa­les. En par­te tam­bién por­que no es sen­ci­llo rea­li­zar­lo de mane­ra ade­cua­da. Y por­que, en momen­tos de embu­do, ralen­ti­za mucho el ser­vi­cio.

Sin embar­go, la cre­cien­te deman­da nos lle­va a bus­car luga­res que con­ti­núen una tra­di­ción que evo­lu­cio­na el cara­ji­llo. Y que nos empu­ja a bares de toda la vida y algu­nos de nue­vo cuño.

  • Los Nava­rros: en Ruza­fa sobre­vi­ve un local regen­ta­do por dos her­ma­nos, con una barra reple­ta de opcio­nes de almuer­zo y acús­ti­ca y mesas clá­si­cas. Uno de los outsi­ders de la ciu­dad que en este aspec­to debe­ría entrar más en la con­ver­sa­ción.

 

  • Cafe­te­ría Bahía: entre fran­qui­cias sobre­vi­ve en la calle de La Paz, don­de los visi­tan­tes forá­neos ape­nas cono­cen la posi­bi­li­dad de pedir este tipo de café, pero los resi­den­tes sí lo soli­ci­tan de mane­ra cons­tan­te.

 

  • Bar Cre­maet: con el nom­bre como decla­ra­ción de inten­cio­nes, el Gru­po Gas­tro­adic­tos tras­la­da toda su expe­rien­cia en ofer­ta urba­na a una zona en cre­ci­mien­to gas­tro­nó­mi­co.

 

  • Bar Mar­vi: fue­ra de los cir­cui­tos habi­tua­les, acom­pa­ña a los pla­tos galle­gos de Tino Fer­nán­dez una pro­pues­ta a la que nume­ro­sas per­so­nas acu­den de mane­ra recu­rren­te.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia