El MuVIM abre sus puer­tas a la moda con un via­je por los 50 años de tra­yec­to­ria de Fran­cis Mon­te­si­nos. El museo de la Dipu­tació recu­pe­ra la nor­ma­li­dad con la mues­tra 50 ani­ver­sa­ri: Valèn­cia, seda i foc, que pro­yec­ta la dila­ta­da y exci­tan­te carre­ra del visio­na­rio e inno­va­dor artis­ta valen­ciano, una de las figu­ras más deter­mi­nan­tes en el pano­ra­ma de la moda espa­ño­la.

La Sala Alfons Roig reci­be el nue­vo mun­do con este “fes­tín de los colo­res, la ten­ta­ción del tac­to y el des­lum­bra­mien­to de la belle­za”, tal y como el poe­ta Paco Bri­nes des­cri­be la obra del dise­ña­dor valen­ciano. “Más de 300 pie­zas selec­cio­na­das tras dos años de un pro­ce­so crea­ti­vo abier­to que se aden­tra en la mon­ta­ña rusa de Mon­te­si­nos”, según expli­ca el comi­sa­rio de la expo­si­ción, José Vicen­te Pla­za.

La mues­tra, que podrá visi­tar­se has­ta diciem­bre siguien­do el pro­to­co­lo de segu­ri­dad anti-COVID, está estruc­tu­ra­da en cua­tro ámbi­tos, des­de la recons­truc­ción del artis­ta urbano a pie de calle has­ta los hitos del uni­ver­so mon­te­si­niano, pasan­do por la crea­ción de la mar­ca y una gran pasa­re­la en la que no fal­tan esos estam­pa­dos tan exclu­si­vos en los que Valèn­cia está siem­pre pre­sen­te.

No fal­ta­rá tam­po­co la sor­pre­sa final en un tra­yec­to expo­si­ti­vo que recons­tru­ye la pri­me­ra tien­da de Mon­te­si­nos, los colo­ri­dos aires de liber­tad en una Espa­ña en blan­co y negro, el eclec­ti­cis­mo de un trans­gre­sor con ten­den­cias hip­pies o de la Movi­da que se entre­ga­ba con idén­ti­ca ilu­sión en apa­sio­na­dos tra­ba­jos para las Fallas o el tapiz de la Vir­gen. En resu­men, “un arte que nace y mue­re entre seda y fue­go, como lo hace su tie­rra”. Un mon­ta­je con el que el MuVIM se ade­lan­ta a otros espa­cios expo­si­ti­vos y que con­ce­de espe­cial valor a su ver­tien­te didác­ti­ca, ya que duran­te sep­tiem­bre y octu­bre están pre­vis­tas visi­tas esco­la­res en las que las nue­vas gene­ra­cio­nes podrán apren­der la pro­fe­sión que ha encum­bra­do a Mon­te­si­nos.

El “xiquet” del Carmen

Fran­cis Mon­te­si­nos nació en la valen­cia­na calle Caba­lle­ros, rodea­do de cos­tu­re­ras, bor­da­do­ras, res­tau­ra­do­res, pan­ta­lo­ne­ros y modis­tas, un entorno que, jun­to a la tien­da de manua­li­da­des de su madre, don­de juga­ba a dia­rio con boto­nes, fiel­tros y boli­tas de colo­res, con­vir­tió la moda en el motor de su vida. “Nun­ca pen­sé en lle­gar tan lejos, pero aca­bé sien­do uno de esos moder­nos que que­rían cam­biar el color de un país oscu­re­ci­do”.

El ‘xiquet’ del Car­men, que bebió del color y la fan­ta­sía ibi­cen­ca en sus ini­cios, comen­zó a mar­car la dife­ren­cia a tra­vés de la ale­gría y la liber­tad de sus dise­ños en la tie­n­­da-taller de la valen­cia­na pla­za de Sant Jau­me. Fue el pun­to de sali­da de una exci­tan­te carre­ra que pasó por la Bar­ce­lo­na indus­trial, el Madrid del Pala­cio de Cris­tal, Las Ven­tas y el Made in Spain, y el sal­to inter­na­cio­nal para triun­far en Lon­dres, París, Ber­lín, Chi­na o Cuba.

Todo este tra­ve­lling que reco­rre la aven­tu­ra vital del crea­dor valen­ciano, en la que no fal­tan la iro­nía y el fol­clo­re, for­ma el núcleo de una expo­si­ción que cuen­ta con las fotos del exclu­si­vo Hel­mut New­ton, las expe­rien­cias cine­ma­to­grá­fi­cas con maes­tros como Almo­dó­var y Ber­lan­ga o la fusión del ballet de Nacho Dua­to y el fla­men­co en las pasa­re­las y des­fi­les. “Agra­dez­co a la Dipu­tación y el MuVIM que hayan abier­to sus puer­tas a la cul­tu­ra de la moda, como hicie­ron antes gran­des museos como el Metro­po­li­tano y el Lou­vre, a las puer­tas de que Valèn­cia sea capi­tal del dise­ño”, ha seña­la­do Mon­te­si­nos.

El artis­ta ha des­ta­ca­do tam­bién, duran­te la pre­sen­ta­ción de Valèn­cia, seda i foc, el tra­ba­jo de su equi­po, “de Lola, de Mer­ce­des y por supues­to de Doña Con­cha”; sus home­na­jes a Lor­ca, Dalí y Balen­cia­ga como “ico­nos de un país que amo”; y “la gran selec­ción expo­si­ti­va que hemos hecho en Llí­ria gra­cias a la cola­bo­ra­ción de su ayun­ta­mien­to”. Y un recuer­do muy espe­cial para una mujer Mon­te­si­nos como Car­men Alborch, con quien com­par­tió “la inno­va­ción y la crea­ti­vi­dad como sím­bo­los de liber­tad”.

Apuesta por la itinerancia

El jefe de expo­si­cio­nes del MuVIM, Ama­dor Gri­ñó, ha inci­di­do en la “com­ple­ji­dad del mon­ta­je de la pri­me­ra expo­si­ción espe­cí­fi­ca sobre moda que aco­ge un museo de estas carac­te­rís­ti­cas en los últi­mos años”, y ha cele­bra­do el resul­ta­do de una mues­tra que se basa en “la acu­mu­la­ción de la memo­ria y los frag­men­tos de la vida de Fran­cis Mon­te­si­nos”. Un pro­duc­to museís­ti­co cuyo obje­ti­vo, según avan­zan Gri­ñó y el pro­pio artis­ta, es “dar el sal­to a espa­cios como el Museo del Tra­je de Madrid o el de la Indu­men­ta­ria de Bar­ce­lo­na, y por qué no a Marra­kech o París”.

Por su par­te, la dipu­tada del MuVIM, Glò­ria Tello, ha con­si­de­ra­do que tras el parén­te­sis de las obras de cli­ma­ti­za­ción y espe­cial­men­te el cie­rre a cau­sa de la pan­de­mia, “la espe­ra ha mere­ci­do la pena para aco­ger esta gran expo­si­ción de uno de nues­tros artis­tas más emble­má­ti­cos”. “Hablar de Mon­te­si­nos es hablar de Valèn­cia, de ale­gría de vivir, explo­sión de colo­res y liber­tad y nor­ma­li­dad crea­ti­va; todo un sím­bo­lo impreg­na­do de nues­tra mane­ra de ser”, ha aña­di­do Tello.

La dipu­tada pro­vin­cial se ha mos­tra­do satis­fe­cha de que el museo de la Dipu­tació pue­da aco­ger “esta fan­tás­ti­ca selec­ción de pren­das inter­ge­ne­ra­cio­na­les que demues­tran el sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia que ha con­se­gui­do Mon­te­si­nos con ese sello tan medi­te­rrá­neo”.

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