Bombas Gens Centre d’Art ha presentado esta mañana De norte a sur, ritmos, una exposición individual de Anna-Eva Bergman que pretende dar a conocer en España la obra de esta prestigiosa artista noruega.
La muestra, organizada por Bombas Gens Centre d’Art junto a la Fondation Hartung Bergman, presenta una selección de obras realizadas entre 1962 y 1971, coincidiendo con una serie de viajes a España y Noruega que traducirá como un diálogo permanente entre el norte y el sur en sus paisajes, formalmente semejantes, pero con una representación de la luz muy distinta.
La obra de Anna-Eva Bergman constituye uno de los proyectos de arte abstracto más rigurosos e importantes de la segunda mitad del siglo XX, y es por esto que su presencia en la colección Per Amor a l’Art resulta fundamental. “Es una obra original, que aunque se enmarca en la tradición pictórica paisajista del romanticismo, ofrece un punto de vista singular y difícilmente clasificable. En la Colección Per Amor a l’Art constituye un un eslabón muy importante entre la abstracción clásica de artistas como Esteban Vicente y la post-abstracción de Uslé o Brandl”, ha explicado Vicent Todolí, director del Área de Arte de FPAA.
Piedras, horizontes, acantilados, fiordos, astros, montañas, tierra, agua, fuego, aire… La mayoría de los motivos de la pintura de Bergman están presentes en esta exposición de 85 piezas.
Su construcción pictórica tiende a trascender la superficie a través de la inmediatez de la forma, el uso de grandes formatos o el trabajo mediante la superposición de capas de distintos materiales —láminas de metal, pan de oro, cobre— que cubren una espesa pintura previa o que, en algunos casos, la artista barnizaba para modificar su aspecto y dotar a la pintura de mayor densidad. El uso de esos materiales junto al empleo de las formas, líneas y colores, es lo que Bergman consideraba el “ritmo”, un elemento estructural y esencial de la pintura. Las capas se entremezclan, modifican la percepción del color en función de la luz. Esta técnica otorga un relieve y un dibujo solamente visible con los reflejos luminosos del metal, creando una experiencia física de la pintura que traduce el sentimiento de lo infinito en lo finito. Su intensa relación con el paisaje se acaba centrando en los elementos que constituyen y animan la naturaleza (aire, fuego, agua, tierra), en un intento de atrapar la inmaterialidad en la materialidad de la obra.
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