«Cómics. Sueños e historia», en la que están presentes todos los grandes maestros, podrá visitarse hasta el próximo 29 de octubre
Están (casi) todos los que son y son todos los que están: George Herriman, Milton Caniff, Moebius, Outcault, Hergé, Alex Raymond, Vicente Segrelles, Gallardo, Will Eisner, Hugo Pratt… y es que no falta ni uno solo de los grandes maestros de la historia del noveno arte en la exposición Cómic. Sueños e historia. La muestra abre sus puertas el viernes y podrá que podrá disfrutarse hasta el próximo 29 de octubre en el CaixaForum de Valencia. La exposición constituye, sin la mejor duda, la mejor retrospectiva dedicada a esta manifestación cultural que jamás se ha realizado en España. El precio de la entrada es de 6 euros.
En total, más de más de 150 piezas de un valor literalmente incalculable (la cotización de los originales de tebeos está siempre al alza), forman esta exhaustiva muestra de la historia del cómic, que también lo es de la vida del francés, Bernard Mahé, fundador de la galería parisina La Galerie du 9ème art, y que lleva más de medio siglo recuperando y conservando originales. Mahé, una auténtica leyenda del coleccionismo, comenzó en los años 70 a recopilar originales, y su biografía es, en cierto modo, un reflejo de lo que ha cambiado el mundo del cómic —o del tebeo, tanto monta— en décadas.
Hasta mediados de los años 60 y principios de los 70, los cómics estaban considerados como algo menor, y los originales no eran más que un engranaje de la cadena de producción. Para el impresor eran un problema de espacio, mientras que para el autor lo que de verdad tenía valor era la página publicada. Si a pioneros como Outcault, McManus, E.C Segar o George Herriman les hubieran dicho que sus dibujos se cotizarían en Christie’s o Sotheby’s con precios similares (a veces superiores) a los que se manejan en el arte contemporáneo, simplemente no lo hubieran entendido.
El cambio —todavía en marcha, sobre todo con la llegada de los fondos de inversión que se dedican a invertir en ‘oro blanco’— se da sobre los 70, y es el resultado —según explicó el asesor de la exposición, Vicent Sanchis— de varios factores. Por un lado, los dibujantes empiezan a verse como autores y reclaman sus derechos; por otro, la generación que de niños creció leyendo tebeos alcanzan cierta edad y reconocen la deuda contraída con los maestros que les hicieron soñar y vivir mil y una aventuras.
En esta época cuando Bernard Mahé, según explicó, comenzó a interesarse por lo que había detrás de esas historias que había leído en revistas como Pilote o Spirou. «Primera metí un dedo en este mundo, luego la mano, después el brazo… y ya no podía parar», explica con una metáfora que describe cómo millones de personas en todo el mundo se han contagiado por la fiebre de los cómics.
Una afición que comienza con la lectura, sigue con el coleccionismo y al final se convierte en una necesidad de hacer apostolado del noveno arte. «Tras ver las exposiciones que habíamos dedicado al mundo de la ópera y al universo de Disney, fue él quien se acercó a nosotros y que quería poner su fondo —más de mil piezas— a nuestra disposición para hacer una exposición», explicó Isabel Delgado directora del área de Exposiciones de la Fundación La Caixa. Esa colección es la base de una muestra, en la que también han colaborado otros mecenas (algunos de ellos, valencianos).
Para neófitos y expertos
El resultado —Delgado dixit— es una exposición para «neófitos y expertos». No se equivoca: para unos es una puerta al mundo de tebeo y para otros el sueño de ver los originales que salieron de los lápices de sus ídolos tal y como fueron concebidos y —sobre todo—tratados con el respeto que merecen, el de cualquier obra de arte. Porque si algo deja claro Comic. Sueños e historia es que esta no es una exposición sobre un arte menor, sino una muestra de respeto.
Aunque no es una cuestión meramente crematística —un verdadero aficionado no robaría una de las piezas de la exposición por su precio, sino por su valor sentimental—, el tema no deja de ser interesante. Por ejemplo, un original de Mafalda (del gran Quino) no tiene precio. Literal: todos los tiene su fundación, que los cede para la exposición, pero no los pone en el mercado.
Una página de Tintín no vale menos de un millón de euros, ya que solo hay media docena que no estén en manos de la Fundación Moulinsart, propiedad de la familia de Hergé. Un original de Steve Ditko vale poco más que una servilleta, salvo que salga el personaje que le hizo inmortal: Spiderman. Uno de Little Nemo in Slumberland, de Winsor McCay, se cotiza, literalmente, por lo que su propietario quiera pedir: de las cerca de mil páginas que ilustró apenas se conserva el 10%.
La exposición
Distribuida en ocho ámbitos, Cómic. Sueños e historia muestra los inicios de este género, su eclosión con los medios de impresión masivos, el nacimiento y mito de los superhéroes, la edad de oro del cómic francobelga, la llegada de la modernidad en torno al eje Italia-Argentina, la explosión del género fantástico y la nueva vanguardia surgida en las últimas décadas. Todo ello, prestando una especial atención a la evolución del cómic en España.
La muestra arranca con The Yellow Kid, obra de Richard Felton Outcault. Considerado el autor del primer cómic moderno, a él se le atribuye ser el primero que usó bocadillos de texto. Curiosamente, el primer personaje en hablar sobre el papel fue un loro. Luego la muestra avanza hasta nuestros días siguiendo dos líneas temporales: la norteamericana y la europea.
Por supuesto, la muestra se detiene en la aportación española, y muestra piezas tan valiosas como una de las primeras páginas de Makoki, propiedad de un coleccionista valenciano. La historia del cómic en España empieza en el siglo XIX con algunos precursores como Apeles Mestres o Ramón Cilla y se populariza con revistas como TBO y autores como Ricard Opisso, o los valencianos Manuel Gago y Eduardo Vañó (y su Roberto Alcázar y Pedrín).
Luego llega hasta el presente —con una pequeña contribución expositiva by Paco Roca—tras repasar piezas de Francisco Ibáñez, Manuel Vázquez, Enric Sió, Antonio Hernández Palacios, Max, Miguel Gallardo, Mariscal, Jordi Bernet… sin olvidar a pioneras como Pili Blasco, Purita Campos o la valenciana Laura Pérez.
Mientras esté abierta la muestra, habrá un sinfín de actividades paralelas, como el ciclo de cómics y literatura coordinado por la periodista Mery Cuesta, que incluye aproximaciones al noveno arte tan originales como la que analizará su relación con la gastronomía o la música (con la colaboración del saxofonista Dani Nel·lo). También habrá visitas comentadas, un taller de superhéroes y villanos (con Artur Laperla), un charla del autor de novela negra Carlos Zanón para hablar de cómic y literatura, tertulias…
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