Un total de 14 galerías y una treinta de artistas dan vida al poderoso escenario gótico de las Atarazanas de Valencia. Parece que estemos en el Arsenal de Venecia, donde suele transcurrir su prestigiosa Bienal artística, pero estamos a dos pasos del Puerto de Valencia, en un recodo del Grao, y allí ha convocado el nuevo arte contemporáneo que se exhibe en las galerías de arte valencianas a los más entendidos y osados degustadores de las exquisiteces plásticas. Apenas quedan coleccionistas que den a la plaza valenciana algún atributo en el circuito internacional del arte contemporáneo, pero lo que no faltan son esforzadas galeristas y creadores extraordinarios, nuevas oleadas de artistas que se conectan con sus propios medios al devenir internacional: viajando, pillando becas, estancias y cuantas ocasiones les brinde la coyuntura para deslizarse por los escenarios de Nueva York, Londres o Berlín, donde ahora mismo se sigue cociendo la actualidad artística.
Mientras tanto, en Valencia se sirvió un pequeño entremés, una bienal ligera que sacude el orden gótico de las Atarazanas de aquí al 3 de mayo. Para inaugurarlo se dieron cita muchas personalidades y creadores. Empezando por las galeristas y los artistas, protagonistas el acontecimiento: Amparo Agrait con Inma Femenía y Oliver Johnson; Ana y Jaime Sanahuja con la fotógrafa Mayte Piera; Ana Serratosa con el matrimonio de artistas alemanes Julia Venske y Gregor Spänle, y Javier Riera, que organizó una videoproyección efímera de figuras geométricas sobre los árboles de la entrada.
Las alicantinas Begoña Martínez Deltell y Chini Manero con la fotógrafa María Moldes; la señora de rosa María Tinoco con los chicos de Tactel –Ismael Chappaz y Juanma Menero–, Azucena González y Carmen Ortiz; Miriam Lozano con sus dos rubísimos hijos y el grupo que comandan dos artistazas como son Patricia Gómez y María Jesús González, que dejaron a la concurrencia boquiabierta con su instalación de más de catorce metros. Olga Adelantado, que preside la asociación de galeristas; Felo Menezo que vino desde Castellón con Geles Mit; Reyes Martínez con sus dos escultoras madrileñas, Cristina Almodóvar y Mayte Alonso; Rosa Santos y Pol Coronado; Rosa Ulpiano y Amparo Iranzo, con otra Iranzo, Victoria, que no tiene nada que ver pero se embala como artista joven, jovencísima –25 años–, con Nuria Ferriol y su marido, el gran gourmet Santos Ruiz. Y Silvia Ortiz venida desde Madrid, también con sus niños y acompañada de Marisa Llull y Vicky Uslé, la hijísima que despunta ya por sí sola y ¡cómo despunta! Teresa Legarre, elegante, de la mano de Anna Talens, recién venida de un periplo berlinés.
A la cita no faltó Hortensia Herrero, con su hija Juana, convertida en una de las más sagaces coleccionistas del arte actual, liderando una fundación que promete convertirse en referente de la contemporaneidad en Valencia. Otros ilustres avizores del arte, con muy buen paladar, como Carlos Pascual, Vicente Colom o Alfredo Argilés tampoco se perdieron el encuentro. Y miembros de la comunidad médica como Teresa Bas, Juan Viña, José Miguel Laínez, Max Vento, Juan Antonio Murgui o los kinestesistas franceses Romain Riberou y Julie Fournier.
Y más ilustres, la empresaria de moda Patricia Montoro con su marido, Manuel Peris –brazo derecho del presidente del Valencia CF–, junto al periodista deportivo Paco Lloret; el decano de los Ingenieros Industriales, Miguel Muñoz Veiga; la redactora de moda de Telva, Maite Sebastiá; Mayrén Girona, Marieta Monfort, Lola García Fuster, Dulce Estrela… el conservador del IVAM, Ramón Escriva, artistas inquietos como Nemesi Canet, Horacio Silva, Mavi Escamilla, Javier Calvo, Sergio Barrera, Nacho Murillo…
Salvador Broseta, de la leal oposición socialista; Javier García Peiró, verdadero artífice logístico de la exposición junto a Pedro Aracil y Fran Tamarit; el urbanista Andrés Castrillo, los creadores de moda Siemprevivas –Adrián Salvador y Lucas Zaragosí–, el genial poeta Jaime Siles y su esposa, Eli, una gran traductora; el presidente de la Cañada Blanch, Juan López Trigo. Y el soberano escultor Miquel Navarro, que pidió que le restauren de pintura el Parotet, pero que le avisen antes para controlar la paleta de colores.
A todos ellos y a cerca de trescientas personas más, fue recibiendo la anfitriona, Mayrén Beneyto, contenta porque la ciudad respira cultura, ¡ya era hora!, entre tanto lío de políticos y tanta pólvora prefallera. Mayrén había llevado el lunes al Palau al más grande pianista actual, el genial ruso Grigory Sokolov, y el viernes despedía la semana con una apoteosis de arte femenino que irrumpe transgrediendo al dormido mercado de la plástica valenciana.
Antonio Salinas y Pepe Cosín, reconocidos interioristas, departían con arquitectos como Ramón Esteve o José María Lozano, sin ningún constructor que llevarse de paseo, porque los constructores han dejado de frecuentar el arte. Ahora son otros empresarios, de la distribución o la hostelería, los que ansían rodearse de arte para dar ánimo a la vida. Como los jóvenes Pablo y Fernando, cocinero y maitre del Nuevo Gourmet, ambos socios, quienes invitaron a una concurrida cena a los artistas que participaron en la muestra. Fue el amistoso colofón a una gran noche que retrató Juanjo Martín.
Un total de 14 galerías y una treinta de artistas dan vida al poderoso escenario gótico de las Atarazanas de Valencia. Parece que estemos en el Arsenal de Venecia, donde suele transcurrir su prestigiosa Bienal artística, pero estamos a dos pasos del Puerto de Valencia, en un recodo del Grao, y allí ha convocado el nuevo arte contemporáneo que se exhibe en las galerías de arte valencianas a los más entendidos y osados degustadores de las exquisiteces plásticas. Apenas quedan coleccionistas que den a la plaza valenciana algún atributo en el circuito internacional del arte contemporáneo, pero lo que no faltan son esforzadas galeristas y creadores extraordinarios, nuevas oleadas de artistas que se conectan con sus propios medios al devenir internacional: viajando, pillando becas, estancias y cuantas ocasiones les brinde la coyuntura para deslizarse por los escenarios de Nueva York, Londres o Berlín, donde ahora mismo se sigue cociendo la actualidad artística.
Mientras tanto, en Valencia se sirvió un pequeño entremés, una bienal ligera que sacude el orden gótico de las Atarazanas de aquí al 3 de mayo. Para inaugurarlo se dieron cita muchas personalidades y creadores. Empezando por las galeristas y los artistas, protagonistas el acontecimiento: Amparo Agrait con Inma Femenía y Oliver Johnson; Ana y Jaime Sanahuja con la fotógrafa Mayte Piera; Ana Serratosa con el matrimonio de artistas alemanes Julia Venske y Gregor Spänle, y Javier Riera, que organizó una videoproyección efímera de figuras geométricas sobre los árboles de la entrada.
Las alicantinas Begoña Martínez Deltell y Chini Manero con la fotógrafa María Moldes; la señora de rosa María Tinoco con los chicos de Tactel –Ismael Chappaz y Juanma Menero–, Azucena González y Carmen Ortiz; Miriam Lozano con sus dos rubísimos hijos y el grupo que comandan dos artistazas como son Patricia Gómez y María Jesús González, que dejaron a la concurrencia boquiabierta con su instalación de más de catorce metros. Olga Adelantado, que preside la asociación de galeristas; Felo Menezo que vino desde Castellón con Geles Mit; Reyes Martínez con sus dos escultoras madrileñas, Cristina Almodóvar y Mayte Alonso; Rosa Santos y Pol Coronado; Rosa Ulpiano y Amparo Iranzo, con otra Iranzo, Victoria, que no tiene nada que ver pero se embala como artista joven, jovencísima –25 años–, con Nuria Ferriol y su marido, el gran gourmet Santos Ruiz. Y Silvia Ortiz venida desde Madrid, también con sus niños y acompañada de Marisa Llull y Vicky Uslé, la hijísima que despunta ya por sí sola y ¡cómo despunta! Teresa Legarre, elegante, de la mano de Anna Talens, recién venida de un periplo berlinés.
A la cita no faltó Hortensia Herrero, con su hija Juana, convertida en una de las más sagaces coleccionistas del arte actual, liderando una fundación que promete convertirse en referente de la contemporaneidad en Valencia. Otros ilustres avizores del arte, con muy buen paladar, como Carlos Pascual, Vicente Colom o Alfredo Argilés tampoco se perdieron el encuentro. Y miembros de la comunidad médica como Teresa Bas, Juan Viña, José Miguel Laínez, Max Vento, Juan Antonio Murgui o los kinestesistas franceses Romain Riberou y Julie Fournier.
Y más ilustres, la empresaria de moda Patricia Montoro con su marido, Manuel Peris –brazo derecho del presidente del Valencia CF–, junto al periodista deportivo Paco Lloret; el decano de los Ingenieros Industriales, Miguel Muñoz Veiga; la redactora de moda de Telva, Maite Sebastiá; Mayrén Girona, Marieta Monfort, Lola García Fuster, Dulce Estrela… el conservador del IVAM, Ramón Escriva, artistas inquietos como Nemesi Canet, Horacio Silva, Mavi Escamilla, Javier Calvo, Sergio Barrera, Nacho Murillo…
Salvador Broseta, de la leal oposición socialista; Javier García Peiró, verdadero artífice logístico de la exposición junto a Pedro Aracil y Fran Tamarit; el urbanista Andrés Castrillo, los creadores de moda Siemprevivas –Adrián Salvador y Lucas Zaragosí–, el genial poeta Jaime Siles y su esposa, Eli, una gran traductora; el presidente de la Cañada Blanch, Juan López Trigo. Y el soberano escultor Miquel Navarro, que pidió que le restauren de pintura el Parotet, pero que le avisen antes para controlar la paleta de colores.
A todos ellos y a cerca de trescientas personas más, fue recibiendo la anfitriona, Mayrén Beneyto, contenta porque la ciudad respira cultura, ¡ya era hora!, entre tanto lío de políticos y tanta pólvora prefallera. Mayrén había llevado el lunes al Palau al más grande pianista actual, el genial ruso Grigory Sokolov, y el viernes despedía la semana con una apoteosis de arte femenino que irrumpe transgrediendo al dormido mercado de la plástica valenciana.
Antonio Salinas y Pepe Cosín, reconocidos interioristas, departían con arquitectos como Ramón Esteve o José María Lozano, sin ningún constructor que llevarse de paseo, porque los constructores han dejado de frecuentar el arte. Ahora son otros empresarios, de la distribución o la hostelería, los que ansían rodearse de arte para dar ánimo a la vida. Como los jóvenes Pablo y Fernando, cocinero y maitre del Nuevo Gourmet, ambos socios, quienes invitaron a una concurrida cena a los artistas que participaron en la muestra. Fue el amistoso colofón a una gran noche que retrató Juanjo Martín.
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