Des­de el 11 de junio, Espai Tac­tel vuel­ve a estar abier­to al públi­co con hora­rio de tar­de de mar­tes a vier­nes. Ade­más, regre­sa con una pro­gra­ma­ción anual de 6 expo­si­cio­nes prin­ci­pal­men­te indi­vi­dua­les, tan­to en el espa­cio de Valen­cia como en el de Bar­ce­lo­na, Espai Tac­tel Toor­mix.

Esta expo­si­ción no es una ilus­tra­ción del rela­to sino que el comi­sa­rio, Eduar­do Gar­cía Nie­to, ha ele­gi­do dis­tin­tos aspec­tos del mis­mo para tra­ba­jar con ellos al tiem­po que pro­po­ne un mar­co gene­ral tan amplio como lo dual y sus con­ta­mi­na­cio­nes: todos los artis­tas repre­sen­ta­dos por la gale­ría son par­tí­ci­pes de dicha expo­si­ción.

La pro­pia nove­la está basa­da en esa fric­ción entre la crea­ción de un mun­do pri­va­do y las fric­cio­nes con los espa­cios “públi­cos” gene­ra­das median­te la trans­gre­sión y las per­so­ni­fi­ca­cio­nes del deseo, como Dar­ge­los.

Toman­do esta noción como pun­to de par­ti­da una de las pri­me­ras intui­cio­nes es la de gene­rar ecos entre el espa­cio públi­co y el pri­va­do.

UNA FILOSOFÍA DEL DESORDEN

Todo ente orga­ni­za­do ante noso­tros escon­de­rá una fic­ción: exis­te UN orden, UN pro­gra­ma, pode­mos sal­var­nos pues UNA lógi­ca nos pro­te­ge.

Al coger una hoja de sala asi­mos un frag­men­to de dis­cur­so que nos tran­qui­li­za­rá, inclu­so si su natu­ra­le­za esta col­ma­da de inte­rro­gan­tes. Nos pro­te­ge­rá al afir­mar que esa espa­cio espe­cia­li­dad caó­ti­ca es UNA sala, que lo que nos mues­tra es una expo­si­ción, que ocu­pa­mos el terri­to­rio del arte. Con­fia­re­mos en que nos sir­va de guía o al menos que nos faci­li­te un con­tex­to en el que cons­truir, obvian­do que cada per­so­na es un con­tex­to en sí mis­ma.

Si ape­lo al recur­so del NO y escri­bo: Esta no es una expo­si­ción de/para/con/sobre Coc­teau, será fácil des­ac­ti­var mis pala­bras jugan­do a los opues­tos.

Así que recu­rro a un prés­ta­mo, uti­li­zo algo que no me per­te­ne­ce y que no sabré como devol­ver: un títu­lo que Coc­teau no lle­gó a uti­li­zar. No será el úni­co pero inten­ta­ré ser lo más hones­to a la hora de tra­tar con las eco­no­mías afec­ti­vas. Me afe­rro así al des­or­den sabien­do que tam­bién va a ser otra impos­tu­ra, inten­ta­ré jugar a él mien­tras des­ve­lo algu­nas lógi­cas, algu­nos sis­te­mas…

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