César Sara­chu, pro­ta­go­nis­ta de Inten­sa­men­te azu­les, de Juan Mayor­ga.

Hay peque­ños acon­te­ci­mien­tos que hacen cam­biar de pers­pec­ti­va, poner­se en otros ojos. Es el caso del pro­ta­go­nis­ta de Inten­sa­men­te azu­les, la obra escri­ta y diri­gi­da por el dra­ma­tur­go y cate­drá­ti­co de la Real Aca­de­mia de la Len­gua, Juan Mayor­ga, que el Tea­tre El Musi­cal estre­na este fin de sema­na en Valèn­cia. 

Basa­da en una anéc­do­ta auto­bio­grá­fi­ca, la pie­za está pro­ta­go­ni­za­da por un mio­pe a quien se le rom­pen las gafas de vis­ta. Y empie­za a uti­li­zar las de nadar, gra­dua­das, para poder mane­jar­se en las tareas coti­dia­nas. “Pre­fe­ría expo­ner­me al ridícu­lo que rom­per­me la cris­ma y pen­sé que sería cues­tión de unas horas, como mucho un día. Pero final­men­te pasé toda unas Pas­cuas con las gafas de pis­ci­na y fue una expe­rien­cia muy reve­la­do­ra. Me di cuen­ta qué sig­ni­fi­ca ir a con­tra­co­rrien­te, a pesar que era una cosa abso­lu­ta­men­te ino­cen­te”, expli­ca el autor. 

De repen­te, empe­zó a ver­lo todo dis­tin­to, inten­sa­men­te azul. Des­cu­brió deta­lles de las calles, de los ros­tros de la gen­te, de su pro­pio cuer­po que antes no veía. Pero tam­bién él era vis­to de otra mane­ra. Mayor­ga sin­tió que un ges­to de liber­tad tan sen­ci­llo como este tenía un cos­te. Algu­nos encon­tra­ban en el hecho de lle­var gafas de nadar como si fue­ran de vis­ta no solo una dife­ren­cia, tam­bién una disi­den­cia que lo ponía en peli­gro. 

Par­tien­do de esta situa­ción, esa mis­ma sema­na empe­zó a escri­bir. Ense­gui­da se dejó lle­var por la ima­gi­na­ción para armar una his­to­ria ente­ra y se dio cuen­ta de que César Sara­chu era el actor nece­sa­rio para con­tar­la. “Me sien­to muy afor­tu­na­do de vol­ver a cola­bo­rar con él por­que es un paya­so genial y un gran­dí­si­mo actor. Con una natu­ra­li­dad e inge­nui­dad deli­cio­sa es capaz de dar vida al pro­ta­go­nis­ta, pero tam­bién a todos los que se van encon­tran­do con él”, comen­ta Mayor­ga. Solo con qui­tar­se las gafas y cam­biar de ges­tua­li­dad, de voz, Sara­chu se trans­for­ma en la mujer y los hijos del per­so­na­je prin­ci­pal, en una poli­cía, en un gru­po de pro­fe­so­res de secun­da­ria, en el Rey de Espa­ña…

Algu­nos ven a esta obra un pun­to de humor surrea­lis­ta, pero el autor defien­de que es pro­fun­da­men­te rea­lis­ta. Y que entron­ca con un tema que para él es fun­da­men­tal: la ten­sión entre la reali­dad y el deseo, entre cómo es una per­so­na y que se espe­ra de ella.

Cate­drá­ti­co y miem­bro de la RAE, Mayor­ga es uno de los auto­res más des­ta­ca­dos de la dra­ma­tur­gia con­tem­po­rá­nea, galar­do­na­do en muchas oca­sio­nes por su labor como dra­ma­tur­go, como el Pre­mio Nacio­nal de Lite­ra­tu­ra Dra­má­ti­ca en 2013 y de Tea­tro en 2007, entre otros. 

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