Además de ver exposiciones con espíritu indagador, para ampliar nuestra mirada sobre el arte —me refiero a la mirada del espectador común—, el camino que nos ofrece mayor riqueza de matices, significados y claves ocultas consiste en hablar con los propios artistas. Sobre sus obras y sobre obras ajenas. Ellos ven ‘más allá’ de lo evidente. En esa tarea de enriquecimiento cultural (mirar y escuchar), reivindico también, casi al mismo nivel, las aportaciones de los catálogos de arte. Los expertos siempre nos ofrecen datos esenciales y dicen cosas valiosas. Leer catálogos es una tarea de provecho.

«Retra­to de Agus­tín Oter­mín» (1892), de Joa­quín Soro­lla.

En las dos últi­mas sema­nas he leí­do los tex­tos de cua­tro catá­lo­gos: el de la expo­si­ción de Vicen­te Colom, El arte en ten­sión, en la Fun­da­ción Chi­­ri­­ve­­lla-Soriano de Valen­cia (se clau­su­ra a fina­les de este mes); el de Soro­lla en negro en la Fun­da­ción Ban­ca­ja (has­ta el 10 de sep­tiem­bre); el de Señas de iden­ti­dad, con obras 2020–2023 de Ximo Ami­gó (has­ta fina­les de junio en la Fun­da­ción Ban­ca­ja de Sagun­to), y el folle­to des­ple­ga­ble de La mar, expo­si­ción de Anto­ni Durà en Gale­ría Cua­tro, de Valen­cia. Se apren­de mucho apa­gan­do la tele y refu­gián­do­se en la lec­tu­ra. Repro­duz­co aquí intere­san­tes párra­fos de esos cua­tro catá­lo­gos.

Sobre El arte en ten­sión:

«La tarea de dibu­jar es algo con­fi­den­cial, ínti­mo, como si le escri­bié­ra­mos una car­ta a un ami­go del que nos cons­ta que nece­si­ta mucho reci­bir­la. Qui­zá la mayo­ría de los dibu­jos no son más que pala­bras que se escri­ben a per­so­nas que no cono­ce­mos para con­so­lar­las un poco, para ayu­dar­las a vivir mejor y a encon­trar los per­fi­les her­mo­sos de la vida.” (refle­xio­nes del pro­pio Vicen­te Colom).

«Colom, como artis­ta, ha ido siem­pre a con­tra­co­rrien­te, entre la nue­va obje­ti­vi­dad y un cier­to hiper­rea­lis­mo, cuan­do la tor­men­ta con­tra la figu­ra­ción arre­cia­ba en la pin­tu­ra con­tem­po­rá­nea». (Juan Lagar­de­ra, 2017).

«La obra de Vicen­te Colom en su nota­ble exten­sión y varie­dad ha gira­do siem­pre en torno a la figu­ra­ción y mani­fies­ta la pasión por expre­sar lo visual de la exis­ten­cia» (Daniel Beni­to).

Una de las obras inclui­das en la expo­si­ción «El arte en ten­sión».

Sobre Soro­lla en negro:

«En tiem­pos de Soro­lla, al igual que había suce­di­do con ante­rio­ri­dad, la mono­cro­mía per­mi­te cen­trar­se en el sig­ni­fi­ca­do de la luz y la oscu­ri­dad como ele­men­tos deter­mi­nan­tes de la per­cep­ción visual. La cues­tión cobró más impor­tan­cia si cabe en un momen­to en el que la pin­tu­ra se enten­día, ante todo, como el resul­ta­do de una mira­da cir­cuns­tan­cial con­di­cio­na­da por la ilu­mi­na­ción». (Car­los Reye­ro, comi­sa­rio de la expo­si­ción).

«Esos mis­mos colo­res negros que apren­den a dife­ren­ciar­se a tra­vés de las tex­tu­ras de las telas sal­pi­can la pro­duc­ción de Soro­lla. Fre­cuen­tes y a menu­do ampa­ra­dos por los teji­dos le sir­ven como dis­tin­ción de cla­se tam­bién, pues no todos los negros son igua­les. Ni mucho menos». (Estre­lla de Die­go).

«¡Tris­te heren­cia!», de Joaquín Soro­lla.

Sobre Señas de iden­ti­dad:

«Seña­les que apa­re­cen y des­apa­re­cen a la velo­ci­dad que nos lle­va el vehícu­lo en el que nos tras­la­da­mos y sobre las que la memo­ria se ins­ta­la. Sobre ellas gol­pea el tiem­po, el sol, la llu­via y la nie­ve, pie­dras lan­za­das por rabia, por afi­nar pun­te­ría, por diver­sión infan­til, dis­pa­ros de per­di­gón… y por la mira­da (…), Igual­men­te, se ins­ta­la en ellas la mano. Indi­car con el dedo (mane­ra uni­ver­sal e ine­quí­vo­ca de seña­la­mien­to) una direc­ción a seguir o el peli­gro de un bache sinuo­so. ¿La vida mis­ma?». (Fran­cis­co Sebas­tián Nico­lau, comi­sa­rio de la expo­si­ción).

Una de las obras de la expo­si­ción «Señas de iden­ti­dad», de Ximo Ami­gó.

Sobre La mar:

«Durà quie­re for­mu­lar una pro­pues­ta cohe­ren­te con natu­ra­li­dad y sen­ci­llez. Una pla­ya públi­ca al alcan­ce de todo el mun­do, cap­tu­ra­da, depu­ra­da y exhi­bi­da sin pre­ten­sio­nes. Por todas par­tes encuen­tras obje­tos y deta­lles que reco­no­ces, de for­ma que la iden­ti­fi­cas sin pre­sen­tar ale­ga­cio­nes ni dis­cre­pan­cias (…), El con­jun­to de los cua­dros, en defi­ni­ti­va, te recuer­da un día cual­quie­ra de los miles de días que has visi­ta­do esa mis­ma pla­ya cuan­do has ido a tomar el baño (…), La expo­si­ción quie­re man­te­ner la cohe­ren­cia de todo aque­llo que la pla­ya de Gan­día repre­sen­ta». (Àlvar Gar­cía, en el tex­to de pre­sen­ta­ción de la mues­tra).

Ima­gen de Anto­ni Durà inclui­da en «La mar».

Des­pués de leer todas estas cosas sabe­mos del arte un poco más que antes. Hablo por mí, cla­ro. Y supon­go que por mucha más gen­te.


LA COLUMNA ABIERTA de Rafa Marí

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de»
Jai­me Gil de Bied­ma

En aje­drez, otra de las inte­li­gen­tes acti­vi­da­des de Rafa Marí, una colum­na abier­ta es una colum­na sin peo­nes; en el perio­dis­mo, una colum­na abier­ta es una colum­na don­de pue­de refle­xio­nar­se sobre el pre­cio de las cosas, la alta coci­na, un libro, una pelí­cu­la o los amo­res de Isa­bel Pan­to­ja.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 se incor­po­ró a la redac­ción de Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te ejer­ce su acti­vis­mo como gran comen­ta­ris­ta.

 

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