Escribí en mi muro de Facebook hace poco más de un mes: «Iguala con la vida el pensamiento». Es un verso de Andrés Fernández de Andrada. Me impresionó la honesta exigencia de este verso, citado por Andrés Trapiello en uno de sus recientes artículos. Me sentí también un poco avergonzado de no saber quién era —quien fue— Fernández de Andrada. Busqué información en la biblioteca infinita de internet. En unos segundos encontré los datos básicos.

Retra­to de Andrés Fer­nán­dez de Andra­da.

Andrés Fer­nán­dez de Andra­da (Sevi­lla, 1575 — Méxi­co, 1648) fue capi­tán del ejér­ci­to espa­ñol y estu­vo en Méxi­co, don­de murió igno­ra­do por todos y en una pobre­za abso­lu­ta. Se le cono­ce fun­da­men­tal­men­te como autor de una obra que figu­ra en todas las anto­lo­gías de poe­sía clá­si­ca espa­ño­la por su per­fec­ción: la Epís­to­la moral a Fabio, cum­bre de la epís­to­la hora­cia­na en Espa­ña. Sus fuen­tes lite­ra­rias vie­nen del Anti­guo Tes­ta­men­to, Séne­ca y Hora­cio.

«Me gus­ta­ría tener y leer la Epís­to­la moral a Fabio, pero debe ser difí­cil encon­trar ese libro», escri­bí en los comen­ta­rios del post que había ini­cia­do yo mis­mo. Dos sema­nas des­pués, qui­zá antes, el joven car­te­ro que sue­le hacer la ruta de Mis­la­ta me tra­jo un paque­te pos­tal. Lo abrí, intri­ga­do. Se tra­ta­ba de un ejem­plar, en una sober­bia edi­ción (Crí­ti­ca, 1993) y buen esta­do de con­ser­va­ción, de la Epís­to­la moral a Fabio.

Era el her­mo­so rega­lo de mi ami­ga Cris­ti­na Rosa­rio Fran­co, que me había anun­cia­do con un men­sa­je de Face­book («Ya sabes que esto de bus­car libros… es lo mío. Aca­bo de com­prar­lo y, en cuan­to lle­gue te lo envío. Un abra­zo»). No ter­mi­na­ba de creer­me que iba a ser ver­dad un deta­lle tan boni­to. Pues lo era: Cris­ti­na adjun­ta­ba el libro con una epís­to­la a Rafa que me emo­cio­nó mucho y cuyo tex­to no repro­duz­co por res­pe­to a la pri­va­ci­dad. Cris­ti­na Rosa­rio, una gran seño­ra, leal y lucha­do­ra, siem­pre ha cum­pli­do en su con­duc­ta el con­se­jo de Fer­nán­dez de Andra­da: «Igua­la con la vida el pen­sa­mien­to». Ella lo hace, ya sea en los momen­tos feli­ces como en los abne­ga­dos.

Con un estu­dio pre­li­mi­nar de Juan F. Alci­na y Fran­cis­co Rico en el que com­pa­ran este clá­si­co —no muy cono­ci­do popu­lar­men­te— de Fer­nán­dez de Andra­da con obras maes­tras de San Juan de la Cruz, Gón­go­ra, Que­ve­do o Jor­ge Man­ri­que, el magis­tral pró­lo­go en la edi­ción de Crí­ti­ca de la Epís­to­la a Fabio y otros escri­tos es del aca­dé­mi­co, filó­lo­go y poe­ta Dáma­so Alon­so (Madrid, 1898–1990): «[Es una epís­to­la] qui­zá más nece­sa­ria que nun­ca en este siglo XX, hos­til como nin­guno, en el que hemos teni­do la des­gra­cia de vivir. Hoy es la ape­ten­cia de la rique­za y el pla­cer lo que agi­ta a una huma­ni­dad idio­ta­men­te alo­ca­da. Qué sen­sa­ción de repo­so sumer­gir­nos en los ter­ce­tos de la Epís­to­la moral, sen­tir­nos ais­la­dos de tan­ta mise­ria como nos rodea, tener­los como com­pa­ñe­ros de un alto fin inase­qui­ble mien­tras vivi­mos antes que el tiem­po mue­ra en nues­tros bra­zos».

El poe­ta y aca­dé­mi­co Dáma­so Alon­so y su espo­sa, la nove­lis­ta Eula­lia Gal­va­rria­to.

La expre­sión «huma­ni­dad idio­ta­men­te alo­ca­da» me pare­ce actua­lí­si­ma. ¿Qué pen­sa­ría Dáma­so Alon­so de la nove­dad del todos-todas-todes? Qui­zá se lo habría toma­do con sen­ti­do del humor. Lo tenía. Pero es posi­ble que se hubie­ra enfa­da­do muy seria­men­te.

Fina­li­zo mi comen­ta­rio con unos ter­ce­tos de la Epís­to­la moral a Fabio, tris­tes, sí, pero tam­bién soli­da­rios con todos noso­tros. Fer­nán­dez de Andra­da nos ape­na y nos con­sue­la a la vez con su sere­na acep­ta­ción de la muer­te:

«¿Qué es nues­tra vida más que un bre­ve día

do ape­nas sale el sol, cuan­do se pier­de

en las tinie­blas de la noche fría?

Como los ríos, que en veloz corri­da

se lle­van a la mar, tal soy lle­va­do

al últi­mo sus­pi­ro de mi vida».


LA COLUMNA ABIERTA de Rafa Marí

 

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

Duran­te los dos últi­mos años, el perio­dis­ta cul­tu­ral Rafa Marí ha veni­do publi­can­do en este espa­cio de Valen­cia City sus cró­ni­cas sobre cine, pri­me­ro como Dia­rio de un ciné­fi­lo, y pos­te­rior­men­te bajo el títu­lo Des­de el sillón de mi casa… en Mis­la­ta. Han sido dos años de diver­ti­das y ori­gi­na­les digre­sio­nes sobre su gran pasión, el cine, pero aho­ra toca explo­rar nue­vos terri­to­rios, reno­var una fruc­tí­fe­ra cola­bo­ra­ción, una colum­na abier­ta.

En aje­drez, otra de las inte­li­gen­tes acti­vi­da­des de Rafa Marí, una colum­na abier­ta es una colum­na sin peo­nes; en el perio­dis­mo, una colum­na abier­ta es una colum­na don­de pue­de refle­xio­nar­se sobre el pre­cio de las cosas, la alta coci­na, un libro, una pelí­cu­la o los amo­res de Isa­bel Pan­to­ja.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 se incor­po­ró a la redac­ción de Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te ejer­ce su acti­vis­mo como gran comen­ta­ris­ta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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