El dúo de Guadalajara que fusiona americana con jotas actuará junto a Santero y los muchachos en el próximo Serial Parc

Harán algo de ruido, para que se enteren en el pueblo que ya están aquí. Será el domingo 7 de mayo en el parque de Benicalap, la próxima parada de Serial Parc. Así, los hermanos Cubero —Roberto y Enrique— se subirán al escenario y pondrán valor donde otros conocimientos en una mañana soleada y en la que compartirán escenario con una banda de lujo: los valencianos Santero y los muchachos.
Hasta aquí van a venir, con la idea de entretener, con guitarra y mandolina, y ganas de pasarlo bien. Con un puñado de notas, 14 cuerdas de acero, las gargantas preparadas y La Alcarria en el recuerdo. Y es que los hermanos Cubero son cordaineros de La Alcarria, no lo pueden negar.
Tocando canciones nuevas, y otras que ya se sabrán, al estilo de Castilla con alguna novedad. Tal vez no guste el estilo, su aspecto o su voz, si es así, gustará al público cuando digan adiós. Solo piden que escuchen su canción, que es música castellana, y sin otra pretensión. De hecho están en una misión, y no van a parar hasta que nos hagan bailar.
Trayectoria atípica
Los Hermanos Cubero es el nombre artístico con el que se les conoce a los músicos y hermanos Enrique y Roberto Ruiz Cubero. Nacieron en Guadalajara y comenzaron sus andaduras en el mundo musical en el año 1998, donde, junto a Ernesto, otro hermano, formaron un grupo de bluegrass que se hizo llamar RC Brothers.
Años más tarde, quisieron componer de forma más libre, y Roberto y Enrique, formaron Los Hermanos Cubero presentándose a un concurso en el año 2010 que les otorgó el II Premio Europeo de Nueva Creación de Folclore «Agapito Marazuela», con un sonido que mezcla la influencia del conocido folclorista español con la herencia de Bill Monroe, considerado el padre del bluegrass, y al que dedicaron una jota en su primera trabajo.
Dos años más tarde ve la luz su primer sencillo, La calle abajo, preludio de su primer LP (Cordaineros de la Alcarria) que ve la luz en agosto de ese mismo 2010. La fusión de seguidillas, paloteos, ruedas, fandangos, jotas… con sonidos más americanos gustó, como dice la profecía, hasta a los modernos de Madrid.
La ¿inesperada? acogida de ese primera disco empieza a abrirles puertas y, con sus siguientes referencias (Flores de canciones, Quique dibuja la tristeza, Arte y ensayo…) van consolidando una trayectoria única en el panorama español por su sonido y la carga filosófica de sus letras y por su capacidad de pasar de Tom T. Hall al Nuevo Mester de Juglaría.
La biblia Mondo Sonoro bendijo su estilo mientras eran invitados a los Conciertos de Radio 3. Ungidos por la jihad indie, a nadie extrañó pues que acabaran trabajando para la MCA, como los Lynyrd Skynyrd.
Por eso, a nadie extraña que cuando pongan en marcha su último proyecto, Errantes telúricos, en el que buscan colaboraciones de músicos españoles consigan reclutar a Josele Santiago, Christina Rosenvinge, Ara Malikian, Nacho Vegas o Hendrik Röver entre otros.
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