Ramón Mayrata traza la línea que une la linterna mágica con la realidad virtual

El historiador del ilusionismo hablará de «Magia: Del mito a la realidad virtual» en la Nau

Grabado del siglo XIX que refleja una sesión de fantasmagoría.

«En general, las corrientes de pensamiento dominantes defienden que los grandes cambios en la sociedad son fruto de acontecimientos importantes. Pero esto no es así; muchas veces son hechos pequeños los que tienen una mayor influencia en su época», explica el investigador y experto en historia del ilusionismo Ramón Mayrata. «De hecho ‑continúa‑ la civilización de la imagen no nace como un gran acontecimiento, sino como un simple entretenimiento que se proyectaba en barracas de feria», añade.

La relación entre el ilusionismo, el espiritismo y el nacimiento de una sociedad dominada por la imagen es el tema de la charla Magia: Del mito a la realidad virtual, que impartirá este martes Mayrata en el Centre Cultural La Nau. El acto será presentado por Raúl Abeledo, director académico del Observatori Cultural de la UV.

Ramón Mayrata es uno de los grandes divulgadores internacionales de la historia de la magia y el ilusionismo. Es, junto al mítico Juan Tamariz, fundador de la editorial especializada Frackson y de la revista Maese coral, centrada en la historia del ilusionismo. Entre sus obras sobre este tema, destaca Fantasmagoría. Magia, terror, mito y ciencia (La Felguera, 2017).

Portada de Fantasmagoría (La Felguera).

«El cine, como su predecesora la fantasmagoría, nace casi sin nombre, solapado por la religión. Es un invento que hace visible lo invisible, algo que nunca había ocurrido. Con la aparición de la fotografía, por primera vez, un ciudadano podía ver la cara de su presidente o las calles de otra ciudad que nunca podría visitar. Es un cambio revolucionario del que nace la cultura de la imagen. Luego, cuando alguien se da cuenta de que esas fotos, a una cierta velocidad, provocan sensación de movimiento, se produce un cambio en el mundo que aún hoy sigue en marcha y cuya próxima etapa es la realidad virtual, una revolución que ya está en marcha», señala Mayrata.

En ese tránsito hacia una sociedad que nace con la linterna mágica, la primera parada es la fantasmagoría, una suerte de espectáculo en el que mediante el uso de humo y proyección de imágenes hace sentir al espectador que ha viajado al Más Allá. «Lo que hasta entonces solo existía en el interior, como la imagen de la muerte, se hace exterior y tiene una representación física. El mito comienza a desvanecerse y se convierte en realidad, y los temores que la gente tenía en su cabeza ahora lo tienen ante sus ojos», añade.

El historiador Ramón Mayrata.

Las dos realidades

Pero esos espectáculos en los que se materializan de la nada muertos, calaveras o fantasmas presentan un nuevo paradigma: no hay uno sino dos escenarios, el que ha creado el artista y el que está en la cabeza del espectador. «Se da una paradoja muy curiosa. Uno de los padres de la fantasmagoría, el físico belga Étienne-Gaspard Robert (de nombre artístico Robertson), quiere que su invento sirva para educar a la gente, alejarle de las supersticiones mostrando que todo es un truco. Pero para el que asiste a sus espectáculos todo es más real que nunca, porque lo está viendo con sus propios ojos. Si antes creía, ahora creerá más», apunta Mayrata. Un fenómeno que suena antiguo pero que aún ocurre, por ejemplo, en esas películas «basadas en hechos reales», que acaban siendo más reales en la cabeza de la audiencia que los acontecimientos en los que dice inspirarse y cuyo relato no puede sino deformar.

El estudioso pone otro ejemplo. En 1793, justo cuando nace la fantasmagoría, Luis XVI es decapitado y Robertson hace que su cabeza se materialice ante el público. Este cree que realmente está viendo una imagen real, que viene directamente del mundo de los muertos. El ilusionismo, que es de lo que estamos hablando, se convierte así en la Realidad Virtual del siglo XVIII.

La paradoja no acaba aquí. Los hermanos Ira Erastus y William Henry Davenport recorrieron el mundo utilizando la fantasmagoría precisamente para el fin contrario para el que nació: hacer creer a la gente que había una conexión directa con el Más Allá. Cuando visitaron España, en 1875, tal fue el escándalo que el gobernador civil de Madrid ordenó suspender su show.

Mientras, otros ilusionistas (el caso de Houdini es el más conocido) utilizaban los mismos trucos para desenmascararlos. «Al final, lejos de quitarles la careta, se llegó a una situación en la que cada uno podía creer lo que quisiera, una especie de realidad a la carta», dice el conferenciante. No hace falta ser muy listo para ver paralelismos con el presente.

Una sesión de fantasmagoría en un salón parisino.

 

Todo está en el cerebro

Otro de los aspectos interesantes de este debate, y a veces ignorado, es el científico. De la linterna mágica a la realidad virtual, pasando por un cine que nace mudo y pronto adquiere voz y color, todo es posible gracias a los avances tecnológicos. «Pero, pese a los cambios, hay algo que permanece inalterable desde el principio y que es la base misma de la cuestión: el ilusionismo no es tanto la puesta en escena, que puede ser pobre; o la agilidad del mago, que puede ser muy o nada hábil; sino cómo funciona en el cerebro. La psicología, como han demostrado autores que han estudiado la magia desde el punto de visto de la neurología —desde Ray Hayman a Susana Martínez-Conde— es que el truco tiene lugar en nuestra cabeza». 

Pero la influencia de la fantasmagoría llega a extremos insospechados. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) Robertson visita España y llama la atención de Juan Mieg, un destacado intelectual (físico, químico y botánico) se apasiona con el fenómeno. Un entusiasmo que transmite a su amigo Francisco de Goya y que, según muchos expertos, será la inspiración de sus Pinturas Negras.

 

Magia: del mito a la realidad virtual tendrá lugar en la sala magna del Centre Cultural La Nau el martes 18 de octubre (18 h.). Entrada gratuita previa inscripción.

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