Sala Rus­sa­fa ade­lan­ta el turrón y arran­ca esta sema­na la pro­gra­ma­ción navi­de­ña con el estreno de Ali­cia en Won­der­lad, el regre­so. Esta copro­duc­ción del tea­tro con la com­pa­ñía valen­cia­na Arden esta­rá en car­tel del 19 de diciem­bre al 6 de enero (excep­to 24 y 25 de diciem­bre y 1 de enero), con fun­ción espe­cial por Noche­vie­ja inclui­da. Y en su pri­me­ra sema­na hace un rega­lo a los espec­ta­do­res, con pre­cios espe­cia­les a tra­vés de su web. 

El espec­tácu­lo es la revi­sión y actua­li­za­ción de Ali­cia en Won­der­land, uno de los mayo­res éxi­tos del tea­tro de Ruza­fa, apro­ve­chan­do que se cum­ple un lus­tro de su crea­ción. “Han cam­bia­do muchas cosas en la socie­dad, sobre todo en estos últi­mos tres años. Y todo eso afec­ta a la tra­ma, ha habi­do que eli­mi­nar temas que habían que­da­do obso­le­tos y tra­tar otros nue­vos, hemos crea­do algu­nos per­so­na­jes… Se man­tie­ne la esen­cia gam­be­rra y crí­ti­ca, pero los espec­ta­do­res van a ver un espec­tácu­lo total­men­te actua­li­za­do por­que lo hemos traí­do a 2019”, comen­ta Che­ma Car­de­ña, direc­tor y autor de esta pie­za para adul­tos que inau­gu­ró la Tetra­lo­gía de los Cuen­tos Polí­ti­cos.

Este pro­yec­to bus­ca­ba tra­ba­jar sobre tres cuen­tos para niños que son espe­cia­les por su tras­cen­den­cia: Ali­cia en el país de las mara­vi­llas narra­ba un via­je ini­ciá­ti­co de la infan­cia a la ado­les­cen­cia; El Mago de Oz refle­ja­ba la lucha de la indus­tria del metal en un momen­to de cri­sis para EE.UU y Peter Pan era una ale­go­ría sobre el hecho de cre­cer y el sen­ti­do de la vida.

En sus ver­sio­nes escé­ni­cas, total­men­te libres y para adul­tos, Car­de­ña ha resal­ta­do su par­te más pro­fun­da. “Y Ali­cia en esto era la maes­tra. Habla de polí­ti­ca, de socie­dad, de jus­ti­cia, de un mun­do ocul­to y psi­co­dé­li­co… Los ele­men­tos que te da el cuen­to son fan­tás­ti­cos a la hora de traer­lo a la actua­li­dad y refle­jar nues­tro mun­do, pero tam­bién para refle­xio­nar sobre él y sati­ri­zar­lo”, expli­ca el autor y direc­tor de la pie­za. “Con los niños se habla de la vida jugan­do. Y creo que el tea­tro hace un poco lo mis­mo con los adul­tos, esta­ble­ce un jue­go. Me pare­ce que es la mane­ra más sen­ci­lla, más ágil de hacer una his­to­ria de crí­ti­ca y cla­ra­men­te polí­ti­ca, pero muy diver­ti­da: dejan­do a un lado el mitin y el pan­fle­to”, afir­ma Car­de­ña.   

La tra­ma arran­ca con una Ali­cia híper titu­la­da y pre­pa­ra­da, pero ya no tan joven, que sigue inten­ta­do acce­der al mer­ca­do labo­ral cin­co años des­pués. El per­so­na­je vive nue­va­men­te ese via­je ini­ciá­ti­co en el que va des­cu­brien­do las nor­mas que rigen Won­der­land, el refle­jo de la socie­dad con­tem­po­rá­nea des­de el otro lado del espe­jo. Se encuen­tra con los per­so­na­jes del cuen­to crea­do por Carrol, como el Som­bre­re­ro Loco, el Cone­jo Blan­co o la Rei­na Roja, que se pre­sen­tan como sím­bo­los de los dis­tin­tos esta­men­tos o pode­res. Y cho­ca con el absur­do de un mun­do que, en vez de evo­lu­cio­nar en estos cin­co años, pare­ce haber invo­lu­cio­na­do.

Música en directo con estética y humor surrealista

El otro lado del espe­jo tie­ne una esté­ti­ca con un pun­to his­trió­ni­co y surrea­lis­ta, con una esce­no­gra­fía que va apa­re­cien­do y des­apa­re­cien­do de esce­na, como si de un mun­do ima­gi­na­rio se tra­ta­ra.

Y se acom­pa­ña de una ban­da sono­ra que inter­pre­tan en direc­to el can­tan­te y gui­ta­rris­ta Johnny B Zero (Juan­ma Pas­tor), el bajis­ta David Cam­pi­llos y el bate­ría José Mon­to­ro. Miem­bros expe­ri­men­ta­dos de la esce­na musi­cal inde­pen­dien­te valen­cia­na, el gru­po va inter­ca­lan­do en la tra­ma ver­sio­nes de clá­si­cos como Lucy in the sky with dia­monds (The Beatles), Billie Jean (Michael Jack­son), Sorry I’m a lady (Bac­ca­ra) o Black is black (Los Bra­vos), entre otras.  

Ocho acto­res van dan­do vida a esta come­dia des­len­gua­da: Iria Már­quez, Rosa López, José Domé­nech, Darío Torrent, Raquel Ortells, Jai­me Vice­do, Toni Aparisi/Miguel Macha­do y el pro­pio Car­de­ña. Des­de una ver­sión dan­cís­ti­ca del gato Che­su­re De Che­si­re a una Con­de­sa Muda que no calla; un mie­do­so She­riff Lie­bre; el Sr Blan­co Cone­jo, que siem­pre lle­ga tar­de pero que odia las nue­vas tec­no­lo­gías; pasan­do por un juez-Som­­bre­­re­­ro total­men­te Loco; o por Blue, un gusano hedo­nis­ta que se eva­de de la reali­dad; y una Rei­na Roja que roza la dic­ta­du­ra. Con esta gale­ría de dis­pa­ra­ta­dos per­so­na­jes se va cru­zan­do Ali­cia, la úni­ca cuer­da en un mun­do de locos, que repre­sen­ta la mira­da per­ple­ja de la gen­te de a pie ante el espec­tácu­lo de la polí­ti­ca.  

Un rit­mo vibran­te, ‘zas­cas’ a dies­tro y sinies­tro, con­ti­nuas refe­ren­cias a la actua­li­dad y una lla­ma­da cons­tan­te a la car­ca­ja­da carac­te­ri­zan a esta pie­za que, en su ante­rior ver­sión, ago­tó las loca­li­da­des en gran par­te de sus fun­cio­nes y tuvo que vol­ver en dos oca­sio­nes a la pro­gra­ma­ción del tea­tro de Ruza­fa a peti­ción del públi­co. Aho­ra, Ali­cia en Won­der­land, el regre­so pro­po­ne una nue­va revi­sión de mun­do a tra­vés del espe­jo y del humor más áci­do de Che­ma Car­de­ña. 

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