Todo es posi­ble en el Barrio del Car­men, leí una vez. Y así es, pare­ce que el tiem­po no pasa entre sus calles: un barrio lleno de his­to­ria en el que la vida diur­na ven­ce a la noc­tur­na; cita de músi­cos, dise­ña­do­res, arqui­tec­tos, fotó­gra­fos, anti­cua­rios… pun­to de encuen­tro de pro­fe­sio­na­les que con­fie­ren y dan vida artís­ti­ca y cul­tu­ral.

Lugar de turis­tas que, cáma­ra o móvil en mano, no paran de pasar con los ojos bien abier­tos sin que­rer per­der deta­lle; el Mer­ca­do Cen­tral, la Cate­dral, la arte­sa­nía… todo les sor­pren­de.

Des­de hace unos meses ten­go la suer­te de tra­ba­jar entre sus gen­tes y sus calles, pues en la clá­si­ca calle Baja, en el nº30, he ubi­ca­do mi estu­dio de arte y deco­ra­ción, Gale­ría Estu­dio 30. Una calle en el que el jazz hace sus deli­cias, sien­do un refe­ren­te el Jimmy Glass, pun­to de encuen­tro para los ena­mo­ra­dos de este rit­mo que sue­na sin cesar por las ace­ras.

Al lado está Pan­no­ni­ca Vin­ta­ge, don­de des­de que se abre has­ta que se cie­rra se escu­cha la músi­ca que Javier pre­pa­ra y ensa­ya, mien­tras Celia ges­tio­na un ver­da­de­ro museo de obras vin­ta­ge del mun­do. Creo que nun­ca he vis­to un espa­cio así en Valen­cia: mue­bles de los más impor­tan­tes dise­ña­do­res, lám­pa­ras, jarro­nes, sillas… lo más exclu­si­vo de la deco­ra­ción de los años 50 y 60 está en este local. Es ver­da­de­ra­men­te difí­cil salir sin nada. Qué fácil me pone hacer deco­ra­cio­nes boni­tas.

Si sigues la calle hacia el Tos­sal paseas entre muros inter­ve­ni­dos por los más cono­ci­dos artis­tas del arte urbano valen­ciano, has­ta lle­gar a la calle de la Purí­si­ma, para­da obli­ga­da para cono­cer el local que Vinz jun­to a Alfre­do han inau­gu­ra­do, “Sabo­ta­ge”. Aquí Vinz des­pués de lograr el reco­no­ci­mien­to inter­na­cio­nal ha deci­di­do asen­tar­se para dar cobi­jo y pro­mo­ción a todos estos artis­tas, un bazar feti­chis­ta en el que pue­des encon­trar ilus­tra­cio­nes, obje­tos fir­ma­dos por ellos o antigüedades y cachi­va­ches lle­nos de encan­to que los hace úni­cos y pie­zas de colec­cio­nis­ta.

Los hom­bres con cabe­zas de ani­ma­les pue­blan sus pare­des con metá­fo­ras del con­su­mis­mo, la sexua­li­dad y la resis­ten­cia, con­si­guien­do un len­gua­je úni­co que ha colo­ca­do la obra de Vinz entre la más desea­da.

¡Uf! tan­to me que­da por con­ta­ros del barrio del Car­men que poco a poco iré hacién­do­lo, son calles lle­nas de arte, calle­jo­nes de his­to­ria que no te can­sas de pasear y des­cu­brir.

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