Iván Zulue­ta (1943–2009) fue cineas­ta e ilus­tra­dor. Per­te­ne­cía a una fami­lia adi­ne­ra­da de San Sebas­tián, veni­da a menos.

 

Por R.Ballester Añón

Iván Zulue­ta (1943–2009) fue cineas­ta e ilus­tra­dor. Per­te­ne­cía a una fami­lia adi­ne­ra­da de San Sebas­tián, veni­da a menos. A fina­les de 1963 se embar­ca en un car­gue­ro para via­jar a Nue­va York, con el fin de estu­diar duran­te medio año pin­tu­ra y dibu­jo publi­ci­ta­rio. Al regre­sar a Espa­ña ingre­sa en la recién crea­da Escue­la Ofi­cial de Cine, en Madrid. Tras su estan­cia en Nue­va York apor­ta­rá  nue­vas ten­den­cias artís­ti­cas  que se esta­ba ges­tan­do en esos años. Tra­ba­ja en el pri­mer pro­gra­ma pop de TVE ”El últi­mo gri­to” jun­to con Pedro Olea; diri­gi­rá diver­sos cor­tos expe­ri­men­ta­les y, sobre todo, «Arre­ba­to» (1979), obra ilus­tre del cine  espa­ñol de cul­to.

El libro que comen­ta­mos es el dia­rio de un joven de 20 años que desea encon­trar el Nue­va York de los films de Holly­wod, espe­cial­men­te «West side Story» (1961) de Robert Wise. Su estan­cia coin­ci­di­rá con la lle­ga­da de los Beatles a esa ciu­dad.

Duran­te la tra­ve­sia en bar­co hace amis­tad con un ofi­cial  que es “un bru­to sim­pá­ti­co, lobo de mar, que dice muchas burra­das pero es inte­li­gen­te, sen­si­ble, cul­ti­va­do, y en defi­ni­ti­va, una per­so­na­li­dad intere­san­te.  Le gus­ta Aga­me­nón (del Tio­vi­vo), ha leí­do mucho (Faulk­ner, Stein­beck, etc), ha vivi­do lo suyo, y hoy ha dicho que los comu­nis­tas son como los curas: unos ceni­zos”.

El joven  Zulue­ta de este die­ta­rio no es cier­ta­men­te el mis­mo que alcan­za­rá  años más tar­de reco­no­ci­mien­to como una figu­ra trans­gre­so­ra del cine y la ilus­tra­ción.

El obje­ti­vo de su estan­cia  no era otro que el de cur­sar un semes­tre en la enton­ces pres­ti­gio­sa escue­la neo­yor­ki­na de Arts Stu­dents Lea­gue (ASL) res­pon­dien­do a un lógi­ca de pro­fe­sio­na­li­za­ción futu­ra en el cam­po del car­te­lis­mo y la ilus­tra­ción.

En sus ratos libres ‑que son muchos- ve cine inde­pen­dien­te y under­ground neo­yor­kino, ante el que a veces  mues­tra  extra­ñe­za y recha­zo. Le intere­sa el nue­vo cine ame­ri­cano: Kazan, Penn,  Kubrick.. Y por otro lado, asis­te a sesio­nes de cineas­tas de la Nou­ve­lle Vague: Godard, Truf­faut, Cha­brol

El colec­ti­vo en los que se mue­ve o tra­ta de mover­se, per­te­ne­ce a las cla­ses más altas o direc­ta­men­te la aris­to­cra­cia. Entra en con­tac­to con el cón­sul gene­ral en Nue­va York, Ángel Sanz Briz -ami­go de su fami­lia, diplo­má­ti­co que años más tar­de fue decla­ra­do “Angel de Buda­pest” por haber faci­li­ta­do sal­vo­con­duc­tos a gran can­ti­dad judíos duran­te la 2º Gue­rra Mun­dial–  quien le faci­li­ta con­tac­tos con gen­tes dis­tin­gui­das espa­ño­las que resi­den en ese momen­to en la Gran Man­za­na.

Como obser­van los pro­lo­guis­tas de este libro: “el dia­rio arro­ja una acti­tud ante la mayo­ría de espa­ño­les de allí, que no es ama­ble. Su mira­da es una mira­da de cla­se sobre su entorno. Lo que afec­ta a per­so­nas, luga­res y ambien­tes. Todo está atra­ve­sa­do por esa for­ma de  enten­der el mun­do que, como no podía ser de otra mane­ra en la épo­ca, resul­ta mar­ca­da­men­te patriar­cal, y, por momen­tos colo­nial”.

Por lo demás, asis­te a misa todos los domin­gos en la cate­dral de San Patri­cio.  El sába­do 4 de enero anota:”fuí a ver Law­ren­ce de Ara­bia y al dia siguien­te, que era fies­ta, fuí a misa y comul­gué; me sen­tí mejor y recon­for­ta­do”.

Sobre su tra­ba­jo en la ASL:”me dice (el pro­fe­sor) que tien­do a lo boni­to, lo deco­ra­ti­vo, sin nin­gún sen­ti­mien­to. Es una gran reali­dad que me ha hecho pol­vo. Me ha dicho tam­bién que no mere­ce venir de tan lejos para dibu­jar muje­res, y que haga lo que me dé la gana, pero que no dibu­je mode­los”.

Su vida amo­ro­sa no pare­ce dema­sia­do memo­ra­ble: “he pasa­do por el Pla­za, don­de un mon­tón de fans se moría por ver a los Beatles y he vis­to una mona­da, tipo Blan­ca, en una zapa­te­ría (es depen­dien­ta). Des­pués de dos cer­ve­zas (un dólar) he deci­di­do invi­tar­la a salir esta noche. Me he esta­do pelan­do de frío espe­ran­do el buen momen­to para entrar y pro­po­nér­se­lo. Pero el momen­to no lle­ga­ba, me he har­ta­do y me he ido”.

Comen­ta su desea­do acon­te­ci­mien­to al ser invi­ta­do a casa del cón­sul Sanz Briz: “Está­ba­mos a comer: Ángel Zúni­ga (muy sim­pá­ti­co y ameno), otro señor que no sé quien es, Luis Cal­vo, Luis Gómez Ace­bo (joven y vivien­do aquí como a mí me gus­ta­ría: inde­pen­dien­te y a todo plan), una niña bra­si­le­ña, rubia, tipo sui­zo, Pili Sanz (típi­ca­men­te espa­ño­la, no gua­pa, sim­pá­ti­ca), los Sanz Briz y yo. ¡Lo que he dis­fru­ta­do comien­do!”

Zulue­ta no vol­ve­rá a lle­var un die­ta­rio has­ta 1980 cuan­do está con­clu­yen­do su film «Arre­ba­to». Se tra­ta de tex­tos más bre­ves e caó­ti­cos. Deja cons­tan­cia de un bre­ve via­je a Nue­va York; cuan­do ate­rri­za John Len­non aca­ba de ser aba­ti­do a tiros. Ese día hace esta ano­ta­ción: “Madrid me da pau­ra. Espe­re­mos que lo supere”.


Títu­lo: Dia­rio de Nue­va York (Pri­mer via­je, 1964)

Autor: Iván Zulue­ta

Edi­to­rial: Filmoteca/Pepitas de Cala­ba­za

Pági­nas: 245

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