Emi­lio Gutié­rrez Caba pro­ta­go­ni­za esta obra tea­tral jun­to a Chu­sa Bar­be­ro y Rocío Peláez en una ver­sión de Joa­quín Hino­jo­sa que diri­ge Juan José Afon­so en las tablas del tea­tro Talía. Des­pués del ensa­yo es la obra tes­ta­men­to como hom­bre de tea­tro, de un Berg­man ya madu­ro, que se auto­ana­li­za de for­ma impla­ca­ble, sin­ce­ra y ator­men­ta­da.

Esta pie­za, que lle­ga al Tea­tro Talía el jue­ves 24, es una refle­xión sobre la vida que no se quie­re o no se pue­de vivir. Es, tam­bién, la demos­tra­ción de la exis­ten­cia de deter­mi­na­dos com­por­ta­mien­tos huma­nos emo­cio­nal­men­te des­equi­li­bra­dos que, inevi­ta­ble­men­te, se repi­ten y que, por ello, hacen impo­si­ble, aun­que se inten­te des­de el amor, que pue­dan ser sopor­ta­dos o per­do­na­dos.

El paso inexo­ra­ble del tiem­po, la deca­den­cia del cuer­po enfren­ta­da a la pul­sión de los deseos, la nece­si­dad de actuar por enci­ma de todo y en todos los ámbi­tos de la vida, los fan­tas­mas de per­so­nas y per­so­na­jes que alber­gan las pare­des del tea­tro, las rela­cio­nes ínti­mas (inclu­so fami­lia­res) que aca­ban inva­dien­do a los seres.

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