Se inauguró en los últimos días de junio y estará todo el verano hasta el mes de septiembre. Les hablo de una nueva exposición-paseoitinerante en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, promovida por la incansable Fundación Hortensia Herrero en torno a la escultura contemporánea. Sobre el poderoso escenario arquitectónico ideado por Santiago Calatrava, se han ubicado seis poderosas esculturas del británico Tony Cragg, a quien ya conocimos gracias a su muestra del IVAM en 1992.
Cragg es uno de los mejores artistas de la escultura postminimalista, cuyos volúmenes entre abstractos y organicistas generan un movimiento singular que le dotan de una personalidad propia. Gracias a la citada Fundación, conseguimos recrear con arte los espacios públicos de nuestra querida Valencia, que falta le hace. Siempre he dicho que una buena serie de esculturas públicas podrían resolver las plazas disruptivas de nuestra ciudad: la Reina, el Ayuntamiento… donde se enseñorea el vacío y la mala calidad del diseño urbano.
Algunos huecos flagrantes del Jardín del Turia también podrían mejorarse con un buen itinerario escultórico, sin ir más lejos. Pero la anomia de nuestros gestores públicos nos deja desnudos en nuestra ciudad, hermosa, pero gestionada sin más interés cultural y un exceso de ideología. Mientras tanto, disfrutemos de las esculturas de Cragg y del espectáculo piromusical que en las noches estivales se ofrecerá en la laguna de la Ciutat de les Arts, donde harían bien en no excederse con los cartelones de autopublidad que todo lo invaden y afean. Cuando el calor apriete este mes de julio recuerden que algunas noches refresca y que la oferta nocturna de la ciudad mejora por momentos, como la del Oceanogràfic.
En La Nau y su vecina Plaça del Patriarca tendrá lugar el festival Serenates, y dentro del mismo una recuperada Trobada de Músiques de la Mediterrània. Algo más lejos, rumbo al Renacimiento, el Monasterio de San Miguel de los Reyes ofrece otro festival de música antigua comandado por la formidable Capella de Ministrers. Y si nada de eso le satisface, ya saben que Baleària les propone en un día ir y venir de las islas hasta Dénia. Un lujo verdaderamente mediterráneo.