La exposición «Soledad Sevilla. Ritmos, tramas, variables», comisariada por Isabel Tejeda, ofrece un recorrido cronológico por su obra a través de cien piezas, algunas realizadas específicamente para esta muestra.
La pintora valenciana Soledad Sevilla, nacida en 1944, ha desarrollado a lo largo de su trayectoria un lenguaje artístico riguroso basado en la pureza de la línea y el color, así como en la construcción de formas geométricas. Esta retrospectiva pone en valor la afirmación de Sevilla de haber pintado el mismo cuadro toda su vida, conectando sus primeros trabajos de los años sesenta con series recientes como «Horizontes blancos» o «Esperando a Sempere», dedicada a su amigo y referente Eusebio Sempere.
Aunque en sus comienzos estuvo vinculada al grupo de artistas españoles adscritos a la abstracción geométrica, Sevilla se distanció pronto del uso del ordenador como herramienta artística. Entre 1980 y 1982, durante una estancia en Boston, desarrolló proyectos fundamentales como las series «Keiko», «Stella» y «Belmon», caracterizadas por dibujos con líneas finas que anticipaban la vibración característica de su pintura posterior.
A su regreso a España, su interés por la línea, las tramas y la luz la llevó a reinterpretar dos hitos culturales: «Las Meninas» de Velázquez y la arquitectura nazarí de La Alhambra, ciudad donde reside actualmente.
En los años noventa, sus obras comenzaron a incorporar acumulaciones rítmicas de pinceladas que evocan elementos naturales, como se aprecia en piezas como «En ruinas II» o «Díptico de Valencia». Este enfoque dio lugar al concepto de “magma vegetal”, definido por Sevilla como una compacta superficie pictórica que revela progresivamente una línea de luz.
Desde los años ochenta, Sevilla ha expandido sus preocupaciones estéticas hacia el espacio mediante instalaciones artísticas. Algunas intervenciones destacadas incluyen «Vélez Blanco», realizada en el castillo homónimo dentro del Proyecto Plus Ultra para la Expo ’92, y «El tiempo vuela», una vanitas presentada por primera vez en la Galería Soledad Lorenzo en 1998.
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