El Palau de les Arts se aden­tra en el reper­to­rio ruso con Iolan­ta, la últi­ma ópe­ra de Chai­kovs­ki, que se estre­na el vier­nes 23 en la sala prin­ci­pal.

El direc­tor artís­ti­co de Les Arts, Jesús Igle­sias Norie­ga, ha pre­sen­ta­do este títu­lo acom­pa­ña­do de Hen­rik Náná­si, direc­tor musi­cal; Mariusz Tre­lińs­ki, direc­tor de esce­na; y la soprano Lian­na Harou­tou­nian, que inter­pre­ta el papel pro­ta­go­nis­ta en esta pro­duc­ción alqui­la­da al Tea­tro Mariins­ki de San Peters­bur­go.

Según ha apun­ta­do Igle­sias Norie­ga, Les Arts reúne en Iolan­ta a un equi­po artís­ti­co de garan­tías en el reper­to­rio ruso, con des­ta­ca­dos nom­bres que ya han cose­cha­do el aplau­so del públi­co valen­ciano.

En el repar­to, acom­pa­ñan a Lian­na Harou­tou­nian, Mikhail Kole­lish­vi­li (el rey René), Valentyn Dytiuk (Vau­de­mont), Gevorg Hakob­yan (Ibn Haqia), Boris Pinkha­so­vich (Robert), Olga Zha­ri­ko­va (Bri­guit­ta), Mari­na Pin­chuk (Mar­ta), Gen­nady Bez­zu­ben­kov (Ber­trand), Andrei Dani­lov (Alme­ric) y la artis­ta del Cen­tre Plá­ci­do Domin­go Olga Synia­ko­va.

Iolan­ta es una ópe­ra en un acto, basa­da en el dra­ma La hija del rey René, de Hen­rik Hertz, de fuer­te car­ga sim­bó­li­ca y de gran belle­za musi­cal, según ha expli­ca­do Igle­sias Norie­ga. El libre­to, fir­ma­do por el her­mano menor del com­po­si­tor, Modest, narra el des­per­tar a la luz y al amor de la joven prin­ce­sa Iolan­ta, que vive reclui­da e incons­cien­te de su pro­pia invi­den­cia por volun­tad pater­na.

Hen­rik Náná­si sus­cri­be su quin­ta cola­bo­ra­ción con la Orques­tra de la Comu­ni­tat Valen­cia­na (OCV). Reco­no­ci­do por sus incur­sio­nes con la for­ma­ción titu­lar de Les Arts en obras de Bar­tók, Mas­se­net, Ver­di y Wag­ner, el maes­tro hún­ga­ro lle­ga a Valèn­cia des­pués de su debut en el Metro­po­li­tan de Nue­va York con este mis­mo títu­lo.

El direc­tor musi­cal des­ta­ca la sin­gu­la­ri­dad de Iolan­ta, “no solo por­que es la últi­ma ópe­ra que escri­bió Chai­kovs­ki, sino por­que tam­bién tie­ne un final feliz, lo cual es bas­tan­te úni­co en com­pa­ra­ción con otros tra­ba­jos del mis­mo com­po­si­tor”. “Con­si­de­ro ade­más que es intere­san­te para el públi­co escu­char algo dis­tin­to de lo que sue­le pro­gra­mar­se, como ‘Yev­gue­ni One­guin’ o ‘La dama de picas’, por­que es una gran obra con todas las carac­te­rís­ti­cas de Chai­kovs­ki”, aña­de.

Musi­cal­men­te, Hen­rik Náná­si, des­ta­ca, entre otros, el dúo de amor entre el con­de Vau­de­mont y Iolan­ta. “No es el típi­co dúo de amor, que nor­mal­men­te tie­ne sus alti­ba­jos, como la vida real. Se pro­du­ce una situa­ción espe­cial, por­que ella es cie­ga y él tam­po­co sabe muy bien cómo acer­car­se a ella. Creo que esta cir­cuns­tan­cia sir­vió de ins­pi­ra­ción a Chai­kovs­ki, ya que uti­li­za todos los colo­res que pue­de de la orques­ta, para trans­mi­tir esa sen­sa­ción de inse­gu­ri­dad. Usa las arpas, por ejem­plo, en un regis­tro con­cre­to, muchas veces muy agu­do, que refle­ja los peque­ños lati­dos del cora­zón de Iolan­ta”. “Chai­kovs­ki  resu­me el maes­tro— usa toda la expe­rien­cia adqui­ri­da en orques­ta­ción, en ópe­ra, con los can­tan­tes y los per­so­na­jes. Para mí lo mara­vi­llo­so de esta ópe­ra es que impri­me un acer­ca­mien­to líri­co, pero que, dada su expe­rien­cia, tam­bién des­plie­ga su talen­to dra­má­ti­co. Pode­mos decir que todo lo que ya ha hecho y logra­do antes está aquí”.

Mariusz Tre­lińs­ki pre­sen­ta su ter­ce­ra pro­duc­ción en Valèn­cia, des­pués de sus cele­bra­dos tra­ba­jos con Mada­ma But­terfly y Yev­gue­ni One­guin. Boris Kud­lič­ka (esce­no­gra­fía), Mag­da­le­na Musial (ves­tua­rio), Marc Heinz (ilu­mi­na­ción), Tomasz Wygo­da (coreo­gra­fía) y Bar­tek Macias (vídeo) con­for­man el equi­po crea­ti­vo de Iolan­ta. El vete­rano direc­tor de esce­na, Pre­mio Inter­na­cio­nal de Ópe­ra en 2018, con­si­de­ra la obra como una metá­fo­ra: “Iolan­ta es el tes­ta­men­to de Chai­kovs­ki. Es una ópe­ra muy cor­ta aun­que una de las más her­mo­sas que dejó escri­tas. Es curio­so que eli­gie­ra una fábu­la como colo­fón a su carre­ra, en la que cons­tru­ye una metá­fo­ra del mun­do, que estig­ma­ti­za a las per­so­nas que no ven, o ven y entien­den de for­ma dife­ren­te”. “Asi­mis­mo —aña­de Tre­lińs­ki—, la ópe­ra nos pro­po­ne una his­to­ria sobre las per­so­nas ais­la­das, que están al mar­gen de la socie­dad, pero que poseen cier­ta ver­dad y ema­nan su pro­pia luz”.

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