La inau­gu­ra­ción, pre­vis­ta en sep­tiem­bre de 2024, nun­ca pudo rea­li­zar­se por cul­pa de la DANA que obli­gó a can­ce­lar cual­quier fes­te­jo. Pero el pasa­do 24 de sep­tiem­bre, bajo la emble­má­ti­ca lám­pa­ra de for­ja que recuer­da las ciu­da­des don­de los Bor­gia deja­ron su hue­lla, el local recreó un autén­ti­co ban­que­te rena­cen­tis­ta.

 

 

Un año des­pués de haber abier­to sus puer­tas en el cru­ce del Carrer Cava­llers con Carrer dels Bor­ja, el espa­cio BORGIA Winebar+Spirits cele­bró su pri­mer ani­ver­sa­rio con una vela­da úni­ca que rin­dió home­na­je a la his­to­ria y al espí­ri­tu rena­cen­tis­ta de la fami­lia Bor­gia.

Fue­ron die­cio­cho los comen­sa­les reu­ni­dos en torno a una mesa ambien­ta­da como en el siglo XV: hoga­zas de pan, fru­ta fres­ca, velas encen­di­das, cucha­ras de metal y minu­tas per­so­na­li­za­das con la expli­ca­ción his­tó­ri­ca de cada pla­to y vino. El chef Xavier For­nés guió la expe­rien­cia con un dis­cur­so apa­sio­na­do, ins­pi­ra­do en clá­si­cos como el Tirant lo Blanc, mien­tras ser­vía rein­ter­pre­ta­cio­nes de la coci­na valen­cia­na rena­cen­tis­ta mari­da­das con vinos esco­gi­dos para acen­tuar el via­je gas­tro­nó­mi­co.

El anfi­trión, Jor­di Gil Agu­lles, dedi­có unas pala­bras a su pasión por la fami­lia Bor­gia, por el pro­duc­to hones­to y por la cul­tu­ra del vino. Agra­de­ció per­so­nal­men­te a cada invi­ta­do, entre los que se encon­tra­ban figu­ras del ámbi­to viní­co­la como Vicen­te Gar­cía (Bode­gas Vicen­te Gan­día), Maxi­mi­liano Bao (Pre­mio Vere­ma al mejor sumi­ller 2022), Ali­cia Sil­ves­tre (Vora­vins) o Toni Sarrión (Bode­gas Mus­ti­gui­llo); pro­fe­sio­na­les del dise­ño como Car­los Pina­zo (Pont de Fus­ta) y Héc­tor Cam­poy (Estu­dio Merien­da); perio­dis­tas gas­tro­nó­mi­cos y empre­sa­rios hos­te­le­ros como Vin­cen­zo Puc­ci (Casa d’Aragona).

Uno de los momen­tos más emo­ti­vos de la cele­bra­ción lle­gó con la inter­ven­ción de la escri­to­ra Isa­bel Bar­ce­ló, auto­ra de Lucre­cia Bor­gia bajo una nue­va luz. Su refle­xión sobre la figu­ra de Lucre­cia y la lec­tu­ra de un poe­ma evo­ca­dor apor­ta­ron un tono ínti­mo y lite­ra­rio que emo­cio­nó a todos los pre­sen­tes.

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