Me pierdo en la noche de los tiempos, pero tengo nítido el recuerdo de la primera vez que comí en un restaurante de Valencia perteneciente al cocinero alemán Bernd Knöller: 63 años, natural de la Selva Negra, la tierra más pintoresca de Centroeuropa, donde habitaron los cuentos narrados, las hadas, los frondosos bosques, los filósofos y los frutos rojos. Desconozco las razones que le indujeron a venirse hacia el Mediterráneo. Tal vez una chica, o la llamada del caloret. Se lo preguntaré la próxima vez.
En aquel entonces, puede que haga más de treinta años, Knöller regentaba solo un modesto restaurante hacia el final de la calle Sueca. Allí daba de comer una mousse de berenjena que se hizo famosa en la ciudad entre los escasos gourmets del momento. Empezaba a comentarse que un tipo raro, en la costa de Girona, estaba deconstruyendo la tortilla de patatas. La berenjena de Knöller se inspiraba en esa época fundacional de la revolución culinaria española.
Lee el reportaje completo de Juan Lagardera en el Almanaque Gastronómico CV
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