Con la barra como corazón del espacio y una atmósfera que invita a bajar el ritmo, Capicúa se ha consolidado como un refugio urbano donde el diseño y la cercanía conviven con naturalidad. El proyecto, liderado por Carmen Baselga junto a Laura y Marta, celebra la honestidad de lo sencillo: luz cálida, materiales nobles y una escala humana que invita a quedarse. Cada detalle —desde la celosía cerámica hasta las sillas cómodas— responde a una misma idea: cuidar al comensal sin artificios. Reconocido por su equilibrio entre funcionalidad y emoción, Capicúa demuestra que la arquitectura también puede ser hospitalaria.
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