Una generación entera creció viendo a sus padres (y abuelos) tomando un aperitivo los domingos acompañado de una bebida de color oscuro y aroma a botánicos.
Dicen que todo vuelve, desde los platos de cuchara a los arroces clásicos, pero si ha habido un auge en los últimos años es el protagonizado por el vermut, que tras las cervezas han capitalizado el ascenso de las marcas artesanales.
Cada vez más bares y restaurantes disponen, si no de su marca propia, si de una gran variedad de ellas. Y hay una creciente demanda por parte de personas procedentes del baby boom, pero también de millenials y hasta edades más jóvenes.
Muchos lugares se han bautizado ya como vermuterías. Y estas son algunas de las más destacadas para poder emular a nuestros ancestros cuando este ritual suponía disfrutar del único día de descanso en su semana laboral.
- Los Madriles: un clásico donde siempre hay que empezar por un vermut de tirador y cualquiera de sus Gildas como acompañamiento, antes de optar cualquier día del año por plantearse si es el momento idóneo para degustar su rediseñado cocido.
- Taberna La Senia: dentro del Barrio del Carmen más clásico, frente al Mercado Central, su apuesta por los productos de proximidad incluyen diversas variedades artesanales dentro de su carta de bebidas.
- Fumiferro: uno de los pioneros gastronómicos en El Cabanyal cambió el paso hace tiempo y derivó el tiempo de consumo de mediodía a la propuesta de inclusión en el tardeo.
- L’Aperitiu: no podía faltar Ruzafa en cualquiera de las listas que se realicen, especialmente si como en este caso dispone de un local que abre a partir de la denominada «hora del vermut».
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