Considero desde hace ya algunas décadas que la economía del libre mercado –el capitalismo– es superior al comunismo: todo en manos del Estado.
Una y otra vez la realidad ha demostrado que con el capitalismo hay más libertades (formales y reales) y mayor progreso económico que con las propuestas políticas y organizativas de Carlos Marx. Citaré algunos ejemplos: Rusia y los países de su entorno antes de la caída del Muro de Berlín; Corea del Norte; Cuba; Nicaragua… Para la izquierda no sectaria, esas han sido unas dolorosas decepciones.
Escribo ahora estas palabras y me entra un ataque de mala conciencia. Uno tiene sus contradicciones y perplejidades. Entre nosotros: no ignoro las muchas injusticias y abusos que se comenten, bien amparadas con el manto de las “libertades del sistema capitalista”. En la revista Cool, patrocinada por Majorica, he leído (el domingo 31 de diciembre, a las puertas de este Año Nuevo), que Cristiano Ronaldo tiene una colección de relojes valorada en 10 millones de euros. Uno de esos relojes, el llamado Hublot Masterpiece MP-09 Tourbillon Bi-Axis King Gold (el nombre ya me irrita), está valorado en un millón de euros.
Cuando veo y leo tales noticias, me viene enseguida a la cabeza la novela La fea burguesía, de Miguel Espinosa (Caravaca de la Cruz, Murcia, 1926; Murcia, 1982), en la que, cuando describe el interior de casas de la alta burguesía, se dedica indignado a calcular cuántos días de trabajo necesitaría un obrero medio para pagar cualquiera de los objetos lujosos que hay en esas viviendas “exhibicionistas” (así las llama Espinosa). La cuenta hace daño: el mal pagado trabajador de un oficio duro tendría que entregar su sueldo íntegro durante dos o tres años.
Con el reloj-filigrana titulado Hublot Masterpiece MP-09 Tourbillon Bi-Axis King y valorado, como decíamos antes, en un millón de euros, este cronista ha hecho lo mismo que el escritor murciano en La fea burguesía. La sencilla operación matemática me ha lesionado moralmente: si tomamos como ejemplo el salario de un obrero de la construcción, que estimo aproximadamente en unos 25.000 euros al año, ese trabajador tendría que abonar sus ganancias íntegras durante cuarenta años para conseguir la propiedad del ostentoso reloj.
“Reloj, no marques las horas, porque voy a enloquecer…” decía Lucho Gatica en El reloj, su canción más popular. No creo que el capitalismo tenga las horas contadas. Hoy por hoy no, debido sobre todo a que su némesis, el comunismo, tiene las “alas” cargadas de plomo por su desprestigio tras repetidas y fallidas experiencias de gobiernos a lo largo de más de un siglo. Ese recambio no ilusiona ya a casi nadie. Quizá solo a los fanáticos del error.
Me reafirmo, pese a todo, en que el libre mercado tiene su punto débil en lo hiriente de las comparaciones sociales y económicas. ¿Por qué son obscenamente multimillonarios Ronaldo, Messi, Benzema o Gerard Piqué? ¿Por jugar bien al fútbol? No es suficiente mérito. ¿Por qué ganan tanto dinero Madonna, Julio Iglesias, Shakira, Génesis o Sting? ¿Por cantar bien? No me vale el argumento; por otra parte, habría que cuestionar en alguno de los casos citados, lo de “cantar bien”. ¿Por qué Jorge Javier Vázquez, que vive en una hortera mansión de potentado, ha hecho tanto dinero con la telebasura?
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