Más del 40% del total de muer­tes con­fir­ma­das de COVID-19 han teni­do lugar en resi­den­cias de mayo­res. En algu­nos casos, este por­cen­ta­je se ha acer­ca­do al 60%. Este hecho no solo afec­ta a aque­llos que nece­si­tan aten­ción a lar­go pla­zo, en su mayo­ría per­so­nas mayo­res, sino tam­bién a sus fami­lias, que corren el ries­go de infec­ción. Para redu­cir el impac­to de la mor­ta­li­dad de COVID-19, la OMS con­si­de­ra cru­cial con­tro­lar su pro­pa­ga­ción en estos cen­tros de aten­ción a lar­go pla­zo.

“Esta pan­de­mia ha pues­to el foco en los rin­co­nes igno­ra­dos y sub­va­lo­ra­dos por nues­tra socie­dad”, enfa­ti­za el doc­tor Hans Hen­ri P. Klu­ge, direc­tor regio­nal de la OMS para Euro­pa. “En toda Euro­pa, la aten­ción a lar­go pla­zo ha sido a menu­do noto­ria­men­te des­cui­da­da. Pero no debe­ría ser así. Miran­do al futu­ro, e inmer­sos en la tran­si­ción hacia una nue­va nor­ma­li­dad, debe­ría­mos tener cla­ro la nece­si­dad de inver­tir para esta­ble­cer sis­te­mas de aten­ción inte­gra­dos, cen­tra­dos en la per­so­na y pen­san­do a lar­go pla­zo”.

La OMS / Euro­pa ha publi­ca­do una nue­va guía téc­ni­ca sobre cómo pre­ve­nir y con­tro­lar las infec­cio­nes por COVID-19 en los ser­vi­cios de aten­ción de resi­den­cias. La guía iden­ti­fi­ca diez obje­ti­vos polí­ti­cos, jun­to con accio­nes pro­pues­tas y ejem­plos de toda la región, que pue­dan ins­pi­rar a los res­pon­sa­bles de la toma de deci­sio­nes, a los res­pon­sa­bles polí­ti­cos y a las auto­ri­da­des sani­ta­rias nacio­na­les o regio­na­les­que bus­can for­mas de pre­ve­nir y ges­tio­nar la pan­de­mia de COVID-19.

Servicios subvalorados

El alto núme­ro de infec­cio­nes y muer­tes rela­cio­na­das con COVID-19 en las resi­den­cia y otros cen­tros de aten­ción a lar­go pla­zo ha alar­ma­do a los res­pon­sa­bles de la toma de deci­sio­nes, los pro­vee­do­res de aten­ción médi­ca y las comu­ni­da­des. Sin embar­go, la expe­rien­cia inter­na­cio­nal mues­tra que estas cifras pue­den redu­cir­se si se ponen en mar­cha polí­ti­cas inte­gra­les en el momen­to ade­cua­do. Al obser­var los ejem­plos de algu­nos paí­ses, se pue­den extraer lec­cio­nes sobre cómo crear ser­vi­cios más resis­ten­tes y de mejor cali­dad en el futu­ro.

A medi­da que los paí­ses con­si­de­ran cómo pro­te­ge­rán y mini­mi­za­rán la pro­pa­ga­ción de la enfer­me­dad entre las per­so­nas mayo­res de 65 años, es impor­tan­te com­pren­der las nece­si­da­des de este colec­ti­vo y qué hace que esta pobla­ción sea vul­ne­ra­ble a la enfer­me­dad gra­ve por COVID-19. No es solo la edad la que deter­mi­na el resul­ta­do de la enfer­me­dad. Tam­bién hay que tener pre­sen­te, a jui­cio de la OMS, que muchas per­so­nas mayo­res tie­nen múl­ti­ples afec­cio­nes sub­ya­cen­tes que requie­ren aten­ción y cui­da­dos a tiem­po, ya vivan en sus hoga­res o asis­tan a cen­tros de día: por ejem­plo, para socia­li­zar o hacer ejer­ci­cio físi­co.

Personal de cuidados

Igual­men­te impor­tan­te es com­pren­der que la fuer­za labo­ral en estas resi­den­cias y cen­tros está domi­na­da por muje­res y que en Euro­pa esto inclu­ye a una gran pro­por­ción de tra­ba­ja­do­ras migran­tes. Los dere­chos huma­nos y la dig­ni­dad de las per­so­nas que brin­dan o reci­ben aten­ción en estos cen­tros, se han vis­to afec­ta­dos duran­te la pan­de­mia. Estos gru­pos, que ya corren el ries­go de exclu­sión, se encuen­tran en una situa­ción cada vez más vul­ne­ra­ble. “Las per­so­nas que tra­ba­jan en los sis­te­mas de aten­ción a lar­go pla­zo, que a menu­do están sobre­car­ga­das, mal paga­das y sin pro­tec­ción, son los héroes anó­ni­mos de esta pan­de­mia”, seña­la el Dr. Klu­ge.

“De aho­ra en ade­lan­te, unos sis­te­mas de aten­ción de cali­dad, con recur­sos sóli­dos y sos­te­ni­bles que prio­ri­cen las nece­si­da­des y la dig­ni­dad de las per­so­nas, deben ser nues­tro están­dar de oro. Se nece­si­ta un com­pro­mi­so al más alto nivel de los gobier­nos y en todos los sec­to­res de nues­tra socie­dad ”, agre­ga.

El cos­to de no pre­ve­nir y admi­nis­trar COVID-19 en resi­den­cias pue­de ser alto para las per­so­nas mayo­res que se enfer­man y para quie­nes están en con­tac­to con ellos, pero tam­bién para los sis­te­mas de salud ya que, como advier­te la OMS, muchos de estos pacien­tes nece­si­ta­rán tra­ta­mien­to hos­pi­ta­la­rio. Por ello, el orga­nis­mo inter­na­cio­nal con­si­de­ra que los sis­te­mas de aten­ción médi­ca no debe­rían aban­do­nar a sus pobla­cio­nes más débi­les y vul­ne­ra­bles, ya que su res­pon­sa­bi­li­dad es cui­dar a todos.

La coope­ra­ción es cla­ve ya que quie­nes toman deci­sio­nes en las resi­den­cias no son los mis­mos que los que admi­nis­tran los sis­te­mas de salud. En este sen­ti­do, la OMS con­si­de­ra que duran­te la pan­de­mia es nece­sa­ria alcan­zar esa cola­bo­ra­ción, para que las resi­den­cias pue­dan for­ta­le­cer­se, la pre­sión sobre los sis­te­mas de salud dis­mi­nu­ya y los resul­ta­dos de salud mejo­ren en su con­jun­to.

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