Duran­te la eta­pa de la Segun­da Repú­bli­ca, las Fallas de Valen­cia expe­ri­men­ta­ron una autén­ti­ca épo­ca dora­da. Con la lle­ga­da del nue­vo régi­men demo­crá­ti­co, las Fallas, que ya en los años 20 se habían con­ver­ti­do en la fies­ta valen­cia­na más gran­de, capaz de con­ci­tar la uná­ni­me adhe­sión de los ciu­da­da­nos, logra­ron cuo­tas nun­ca vis­tas, como por ejem­plo la con­so­li­da­ción y expan­sión de la Sema­na Falle­ra, la apa­ri­ción del Comi­té Cen­tral Falle­ro, la crea­ción de nue­vos fes­te­jos de masas, el cre­ci­mien­to de las comi­sio­nes falle­ras, una estre­cha fusión entre fies­ta y valen­cia­ni­dad, y un extra­or­di­na­rio desa­rro­llo artís­ti­co en todos los nive­les.

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