En gran par­te de la región euro­pea de la OMS, debe­mos estar pre­pa­ra­dos para un verano lar­go y calu­ro­so. Los ser­vi­cios meteo­ro­ló­gi­cos espe­ran que el pró­xi­mo verano sea más cáli­do y seco de lo habi­tual en la región. Los ciu­da­da­nos, los pro­fe­sio­na­les médi­cos y las auto­ri­da­des de salud públi­ca deben estar pre­pa­ra­dos para estas olas de calor y para pre­ve­nir y abor­dar las posi­bles con­se­cuen­cias para la salud de la expo­si­ción al calor. Esto es par­ti­cu­lar­men­te impor­tan­te este año debi­do a los con­ti­nuos pro­ble­mas de agra­va­mien­to del bro­te de la enfer­me­dad del coro­na­vi­rus (Covid-19) cau­sa­dos ​​por perío­dos de cli­ma cáli­do pro­lon­ga­dos, por lo que muchas per­so­nas, inclui­dos los gru­pos vul­ne­ra­bles tan­to a la infec­ción como al calor, debe­rían ser acon­se­ja­dos o, inclu­so, obli­ga­dos a per­ma­ne­cer en casa.

La fre­cuen­cia, la inten­si­dad y la dura­ción de las olas de calor están aumen­tan­do, con una ten­den­cia a la inten­si­fi­ca­ción sig­ni­fi­ca­ti­va en la región, algo que es moti­vo de preo­cu­pa­ción para la salud públi­ca. Debi­do al cam­bio cli­má­ti­co, el poten­cial de expo­si­ción peli­gro­sa al calor extre­mo ha empeo­ra­do en las últi­mas déca­das y con­ti­nua­rá empeo­ran­do en el futu­ro. Estu­dios recien­tes han esti­ma­do que la pro­ba­bi­li­dad de una ola de calor ha aumen­ta­do en 31 ciu­da­des euro­peas (capi­ta­les de la Unión Euro­pea más Lon­dres, Mos­cú, Oslo y Zúrich), y encon­tra­ron que todas las áreas metro­po­li­ta­nas euro­peas inves­ti­ga­das serán más vul­ne­ra­bles al calor extre­mo en las pró­xi­mas déca­das. El con­sen­so cien­tí­fi­co es que el cam­bio cli­má­ti­co aumen­ta­rá la car­ga de mor­bi­li­dad rela­cio­na­da con el calor si no imple­men­tan medidas.Esto tam­bién es de impor­tan­cia para evi­tar una car­ga adi­cio­nal para los sis­te­mas de aten­ción médi­ca ya muy pre­sio­na­dos por los pacien­tes con COVID-19.

Cada año, las altas tem­pe­ra­tu­ras afec­tan a la salud de muchas per­so­nas, en par­ti­cu­lar las per­so­nas mayo­res, los bebés, las per­so­nas que tra­ba­jan al aire libre y los enfer­mos cró­ni­cos. El calor pue­de des­en­ca­de­nar el ago­ta­mien­to y el gol­pe de calor, y pue­de agra­var las con­di­cio­nes exis­ten­tes, como enfer­me­da­des car­dio­vas­cu­la­res, res­pi­ra­to­rias, rena­les o men­ta­les. Los efec­tos adver­sos para la salud del cli­ma cáli­do se pue­den pre­ve­nir en gran medi­da a tra­vés de bue­nas prác­ti­cas de salud públi­ca, a la vez que se siguen los con­se­jos para pro­te­ger­se del COVID-19.

Mantente fresco en el calor

Duran­te los perío­dos de cli­ma cáli­do, es impor­tan­te man­te­ner­se fres­co para evi­tar los efec­tos nega­ti­vos del calor sobre la salud.

  • Man­te­ner­se ale­ja­do del calor.
    Evi­te salir y rea­li­zar acti­vi­da­des exte­nuan­tes duran­te el momen­to más calu­ro­so del día. Apro­ve­che los hora­rios espe­cia­les de com­pra para gru­pos vul­ne­ra­bles siem­pre que estén dis­po­ni­bles. Man­tén­ga­se a la som­bra, no deje niños o ani­ma­les en vehícu­los esta­cio­na­dos, y si es nece­sa­rio y posi­ble, pase 2–3 horas del día en un lugar fres­co mien­tras res­pe­ta la dis­tan­cia físi­ca de al menos 1 metro.
  • Man­te­ner el hogar fres­co .
    Use el aire noc­turno para enfriar su hogar. Reduz­ca la car­ga de calor den­tro del apar­ta­men­to o casa duran­te el día usan­do per­sia­nas o per­sia­nas y apa­gan­do la mayor can­ti­dad de dis­po­si­ti­vos eléc­tri­cos posi­ble.
  • Man­te­ner el cuer­po fres­co e hidra­ta­do.
    Use ropa lige­ra y hol­ga­da y ropa de cama, tome duchas o baños fríos y beba agua regu­lar­men­te, evi­tan­do las bebi­das azu­ca­ra­das, alcohó­li­cas o con cafeí­na.
  • Man­te­ner­se fres­co duran­te el bro­te de COVID-19.
    Evi­te la expo­si­ción al sol oa tem­pe­ra­tu­ras supe­rio­res a 25 ° C, ya que no hay evi­den­cia de que esto evi­te o cure el COVID-19, y aumen­ta su ries­go de que­ma­du­ras sola­res y enfer­me­da­des rela­cio­na­das con el calor. Pue­de atra­par COVID-19 sin impor­tar qué tan solea­do o calu­ro­so sea el cli­ma, así que pro­té­ja­se a sí mis­mo y a los demás laván­do­se las manos regu­lar­men­te, tosien­do con el codo dobla­do o un pañue­lo y evi­tan­do tocar­se la cara.

Mien­tras se cui­da, pla­ni­fi­que las visi­tas a fami­lia­res, ami­gos y veci­nos que pasan gran par­te de su tiem­po solas. Las per­so­nas vul­ne­ra­bles pue­den nece­si­tar ayu­da en los días calu­ro­sos, y si alguien que cono­ces está en ries­go, ayú­da­lo a obte­ner con­se­jos y apo­yo mien­tras res­pe­tas las reco­men­da­cio­nes de dis­tan­cia­mien­to físi­co.

Planes de acción de calor y salud

La OMS / Euro­pa reco­mien­da a los paí­ses y regio­nes que desa­rro­llen e imple­men­ten pla­nes de acción para la salud tér­mi­ca. Estos pla­nes tie­nen como obje­ti­vo pre­ve­nir, reac­cio­nar y con­te­ner los ries­gos para la salud rela­cio­na­dos con el calor, y deben incluir medi­das para la pre­ven­ción a lar­go pla­zo, la pre­pa­ra­ción a mediano pla­zo y las medi­das de emer­gen­cia a cor­to pla­zo. Este año en par­ti­cu­lar, se reco­mien­da que inclu­so los pla­nes de acción exis­ten­tes de salud por calor sean revi­sa­dos ​​para tomar en con­si­de­ra­ción las medi­das vigen­tes para redu­cir y pre­ve­nir la trans­mi­sión de COVID-19.

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