Durante los dos primeros días de la feria Cevisama hemos disfrutado del Foro de Arquitectura y Diseño de CevisamaLab, el ámbito cultural de la feria que, apostando por un fuerte salto cualitativo en el programa de actividades paralelas, ha traído a València a auténticos referentes internacionales de la arquitectura, entre ellos a dos premios Pritzker, Eduardo Souto de Moura encargado de cerrar la primera jornada, y a Rafael Moneo, que clausuró las sesiones de conferencias en el Salón de Actos de Feria Valencia.
En esta segunda jornada han participado también las dos oficinas premiadas por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos –CSCA- con su Medalla 2017, Batlle i Roig representado por Joan Roig, un estudio transversal referente en paisaje, urbanismo y edificación, y Rafael de La-Hoz, arquitecto de proyección internacional que apuesta por la innovación, la sostenibilidad y la excelencia.
Joan Roig mostró el Campus Diagonal Besós, nuevamente una obra de carácter público, para la Universidad de Ingeniería Industrial e Innovación de la UPC. El proyecto desarrolla dos edificios de volumetría específicamente distinta pero con una secuencia de crujías análoga situada en perpendicular a la calle en uno y en paralelo en el otro. Su estrategia para un edificio de bajo mantenimiento y bajo coste, dada por las circunstancias que fraccionaron el proyecto en 3 fases -10 años en total-, fue establecer una fachada estructural mediante un diseño que ofrece un sistema de cerramiento homogéneo y resuelve al mismo tiempo aislamiento y estructura.
Por su lado, Rafael de La-Hoz nos guió a través de los años evidenciando que la tipología de hospital, desde el Pabellón de Convalecientes del Escorial hasta la tecnificación de la medicina en el siglo XX, permaneció invariable -galerías abiertas y pabellones cerrados- en ofrecer un lugar abierto donde reponerse, espacio olvidado hoy día en pro de la idea de hospital como un hotel más pabellón técnico. Este recorrido culminó en su obra del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, donde buscaba recuperar el espacio para convalecer, el pasillo como espacio social.
Tras cinco excelentes ponencias, todas ellas sobre grandes obras de carácter público, el arquitecto Rafael Moneo, referente nacional e internacional y, en palabra de Souto de Moura, el único junto a Álvaro Siza que sabe poner ventanas, frase repetida en el día de ayer por Rafael de La-Hoz, nos ha explicado su último proyecto acabado en España, las bodegas J. Palacios en El Bierzo.
Para ello, se volcó en mostrar el significado de un encargo como este tras dos proyectos previos en bodegas, remontándose al diseño que hizo para Bodegas Chivite, el Señorío de Arinzano, ocasión donde entabló su primera relación con la producción del vino, apostando allí por la funcionalidad de un esquema lineal que fomentó el trabajo de diseño en sección. La bodega J. Palacios, para Rafael Moneo, es un encuentro entre la topografía y el proceso de producción del vino, que sin ignorar el paisaje, asume las superficies y los planos que requiere una producción tan bien estructurada.
Un proyecto donde “se nota más la mano del bodeguero que del arquitecto”, según Moneo, en el empeño del contacto con la tierra y su humedad para la conservación del vino en las barricas, un ejemplo del intenso trabajo realizado con el cliente para adaptar la obra a las necesidades de producción.