Para los estudiantes que cursamos carrera en los 70, el edificio de La Nau forma parte de nuestra memoria sentimental mas querida. Su magnífico claustro está presidido por un adalid valenciano de la lucha intelectual por la libertad del pensamiento.
El edificio neoclásico de La Nau, que cumple 525 años nada menos, y donde tuvo que ver suspendida la celebración en su paraninfo de la apertura del año académico por el mal tiempo, no solo supone el recuerdo de una vieja universidad y el presente de un centro cultural de eventos vanguardistas, es el escenario imborrable de nuestra juventud estudiantil bajo la capa protectora de la estatua de nuestro gran humanista Luis Vives.
Aquel día del inicio del otoño valenciano se tuvieron que suspender las conmemoraciones de los 525 años de la creación de un edificio emblemático, icono urbano y social de importancia inmensa para la capital del Turia. Edificio monumental de la Universidad de Valencia fundado en 1499.
Para todos aquellos que estudiamos allí cuando aun era centro docente de varias disciplinas como Filosofía, Medicina y Derecho en el siglo pasado, este es mas que un edificio neoclásico, supone un universo de recuerdos y numerosos avatares a lo largo de su existencia moderna. Allí tuvieron lugar protestas estudiantiles, actos de homenaje a figuras publicas y hoy en día acoge, fiel a su espíritu liberal y democrático, todo tipo de eventos, ferias de libros, conciertos de música clásica, performances y actos públicos de distinto signo.
Para estos estudiantes que cursaron carrera en los 70, el edificio de La Nau forma parte de nuestra memoria sentimental mas querida. Éramos jóvenes. Su magnífico claustro está presidido por un adalid valenciano de la lucha intelectual por la libertad del pensamiento. Luis Vives, el gran humanista y un discípulo aventajado de Erasmo de Róterdam, personajes referentes de la intelectualidad europea mas progresista, cuya estatua en el centro del recinto, ha sido testigo de actos decisivos para la ciudad.
En la actualidad el centro es un foco de cultura y arte de primer orden que no cesa de organizar actos y exposiciones que prestigian la vida cultural valenciana. Y enriquecen nuestro patrimonio intelectual y estético. Se suceden las exposiciones mas vanguardistas y en su vetusto y espectacular paraninfo se celebran los mas variados actos.
Uno de aquellos estudiantes de los años 70 fui yo, en concreto de económicas. Sentado en uno de sus bancos de piedra, el claustro es siempre un lugar de calma que impulsa al recuerdo, las citas discretas con amigos y el recuerdo de juventud, observaba por enésima vez la figura de Vives como un acto de relajación mental.
Paradoja grande fue pensar que ese paraninfo, un hemiciclo donde dominan los palcos y sillones forrados de terciopelo rojo y desde cuyas paredes miran a los presentes las pinturas inmensas de los rectores que allí trabajaron y reyes, obispos y todo tipo de personajes de tiempos pasados, fue escenario en ocasiones en un campo de batalla. Sobre todo, en los disturbios y manifestaciones estudiantiles del final del franquismo. Se sucedían las manifestaciones, y el paraninfo era espacio favorito de los estudiantes para las asambleas contra la dictadura. El hecho mas notable que tuvo lugar en este remanso de paz y conocimiento tuvo lugar con motivo de las protestas contra los últimos fusilamientos del régimen.
En aquella ocasión la osadía de los estudiantes llegó al punto de sacar el cuadro del dictador y prenderle fuego a los pies del pacífico Luis Vives en medio de un gran griterío y confusión. Son cosas que no se olvidan pues el edificio fue rodeado en el acto por la policía armada de aquellos tiempos y la manifestación acabó como el rosario de la aurora. Sálvese quien pueda.
El emplazamiento de La Nau tan cerca de los jardines del Parterre convirtió el barrio con los años en lugar optimo para las tascas y, librerías, los cine-clubs y demás espacios que hacían el barrio en el emporio cultural de la ciudad. Una especie de barrio latino parisien a la valenciana.
La construcción de diversas facultades en la avenida de Blasco Ibáñez permitió que la Nau se convirtiera en lo que es hoy. Esta universidad simboliza, como la Llotja o el Palau de la Generalitat, “el triunfo del poder civil y urbano, reflejo del humanismo renacentista europeo”, como recuerda el periodista Voro Contreras en un articulo escrito bajo el luminoso titulo de Universitat de Valencia, 525 años de historia, libertad y conocimiento, en el diario Levante. Y aunque el rey no pudo inaugurar el año académico por culpa del mal tiempo, La Nau sigue imponente, orgullosa de lo que representa, abierto su claustro a cualquier ciudadano que quiera descansar o tener una buena charla, fuera del estruendo de la vieja ciudad.
La hermosa estatua de Luis Vives invita a la reflexión sobre el paso de los siglos. A lo inmutable. Un oasis mental que borra de golpe el estrés urbano y entre cuadros, exposiciones y bella arquitectura, permite disfrutar de una paz que el secular barrio de la Xerea ha perdido para siempre.
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