En la Filmoteca Valenciana proyectan muchos tesoros, bien es cierto. pero en este inicio del otoño tristón tuve la suerte de ver una película mítica.
Le asaltó la idea, como una chispa, un rayo de tormenta, pensó que la frase “soledad divino tesoro” no era mas que una frase sin mucho sentido, en ese instante demasiado literaria y que, en realidad, en ocasiones, cuando uno está solo, el tesoro esta fuera, en el mundo que nos rodea vibrante, laborioso, mas allá de las cuatro paredes de tu casa.
Y aquella tarde se sentía solo, demasiado solo para aguantarse a si mismo. Salió a la calle y el tesoro, mira por donde, lo encontró en una película que debería haber visto hace mucho tiempo, de 1977. El cine nos aleja de la soledad y las obras maestras mas aún.
En la Filmoteca Valenciana proyectan muchos tesoros, bien es cierto. pero en este inicio del otoño tristón tuve la suerte de ver una película mítica. Una giornata particolare de Ettore Scola. Película maravillosa de las que se hacen muy pocas pues posee las virtudes de las obras trufadas de ternura y que alejan a cualquiera de la soledad. Hecha sin pretensiones y dirigida como si una serenata se tratara. Cargadas de critica social y una bella visión del mundo.
Corre mayo de 1938 y en pleno auge del fascismo en Italia, y en medio de la parafernalia que monta Mussolini para recibir a Hitler, lejos del tumulto callejero, de fanfarria y trompeteo, unos vecinos se conocen por casualidad en un barrio de trabajadores. Ambos se han quedado en casa pese a la fiesta.
Ella, casada y frustrada, la quintaesencia de la madre latina, icono de la mediocridad e ignorante; él, un intelectual que vive alquilado en su casa llena de libros.
La genial interpretación de sus protagonistas, ella, una esplendida Sofía Loren; él, un virtuoso del gesto y de la interpretación, Marcello Mastronianni, muestra como un gran director como Ettore Scola, puede sugerir los problemas y conflictos sociales de este mundo sin formularlos en un discurso directo. Todo está en las imágenes, nada en las palabras.
El quid de la cuestión es mostrar los problemas de la vida con gestos y secuencias de una poética silenciosa y de gran fuerza emocional.
Los sorprendentes encuadres en la secuencia de la azotea en la que dos seres se descubren el uno al otro mientras en el centro de Roma se escucha sin cesar la verborrea de una gran concentración fascista para recibir a Hitler. Un contraste impresionante entre las escenas tiernas de la pareja en la azotea frente a las proclamas violentas que suenan como la banda sonora de una sociedad fanatizada.
Esta magnifica película, que data de 1977, tiene un guión con una problemática que podría ser la que vivimos en esta sociedad actual.
Salí del cine feliz, acompañado por la bondad de sus escenas y las sorpresas de como se vive un romance de manera distinta a los tópicos al uso.
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