En los últimos días nos habéis enviado muchísimo una cadena que circula por WhatsApp que dice que en Italia ya se ha encontrado la cura para el coronavirus, gracias a que los médicos italianos desobedecieron “la ley mundial de la salud OMS” de no realizar autopsias a los fallecidos por coronavirus. Esta sería la manera en la que habrían hallado que la causa de la COVID-19 “no es un virus” sino “una bacteria que produce la muerte” haciendo que “se formen coágulos en la sangre”. Esto es un bulo. Te contamos lo que sabemos al respecto:
Es cierto que, durante los últimos meses, una investigación italiana ha llevado a cabo 38 pruebas post mortem de los pulmones de pacientes infectados por COVID-19 en los hospitales Luigi Sacco, en Milán, y Papa Giovanni XXIII, en Bérgamo. Los resultados de estos análisis se dieron a conocer a través de este preprint, publicado el pasado 22 de abril en la revista científica British Medical Journal. Sin embargo estos no concluyen lo que dice la cadena, ni mucho menos afirman haber hallado la cura. Aquí puedes leer más sobre el tema.
La enfermedad no la causa una bacteria
En la cadena de WhatsApp por la que nos habéis preguntado se dice que la causa de la infección por coronavirus es una bacteria que mata por trombosis y no neumonía.
Por un lado, el preprint al que nos referimos confirma que el origen es vírico, y no bacteriano. Además, sus resultados apuntan a que el patrón predominante en las lesiones pulmonares de estos pacientes es el daño alveolar difuso (DAD), lo que coincide con lo observado en las infecciones por SARS-CoV y MERS-CoV, los otros dos coronavirus que afectan a humanos.
Según la Sociedad Española de Anatomía Patológica, una de las manifestaciones del Síndrome de Distrés Respiratorio del Adulto (SDRA)/daño pulmonar agudo. De ahí la necesidad de asistir a los pacientes con ventiladores, que les permitan seguir respirando.
Ahora bien, es cierto que uno de los hallazgos de esta investigación es la presencia de trombos de fibrina plaquetaria en pequeños vasos arteriales. “Esta importante observación se ajusta al contexto clínico de la coagulopatía (menor capacidad de coagulación de la sangre)”, frecuente en los pacientes de COVID-19, indican los autores.
Que las trombosis puedan ser uno de los efectos del virus no es ninguna novedad. Como explicamos aquí, desde que se empezó a tratar pacientes con la COVID-19 en China se sabe que en los pacientes graves existen trastornos de la coagulación que requieren tratamiento.
En este artículo científico se hace un análisis de lo que se sabe hasta la fecha sobre este tema. Por eso desde el 13 de marzo la OMS recomienda el uso de heparina de bajo peso molecular en la gestión clínica de los enfermos a los que se sospeche que puedan estar afectados de COVID-19 para prevenir las complicaciones relacionadas con el “tromboembolismo venoso”. Aquí puedes leer más sobre el tema.
Un tratamiento ya utilizado
Los resultados del preprint van en la línea del resto de estudios clínicos que se han hecho hasta la fecha: que la COVID-19 está relacionada con la coagulopatía y la trombosis. “Por ello, se ha propuesto el uso de anticoagulantes por ser potencialmente beneficiosos para los casos más complicados de esta enfermedad, aunque su eficacia y seguridad no han sido demostradas”, señalan los investigadores. Esto también entra dentro de lo que ya se sabe del virus, hemos hablado de ello con más detalle aquí y aquí.
En cuanto a los anticoagulantes, se trata de fármacos que ayudan a reducir el riesgo de padecer una coagulopatía, un trastorno del proceso de coagulación de la sangre por el exceso de respuesta inmunológica (“la tormenta de cloroquinas”, que os explicamos aquí) de nuestro organismo frente a la acción del virus. Pero de momento no se sabe ni qué incidencia tiene la coagulopatía, ni si los anticoagulantes como la heparina son los más eficaces para prevenirla (ya que existe un importante riesgo de hemorragia) ni, tampoco, si son eficaces en las fases más agudas de la enfermedad.
El fallo respiratorio es la principal causa de muerte
Por las evidencias hasta la fecha, el fallo respiratorio es la principal causa de muerte en la enfermedad de la COVID-19, tal y como dice este artículo del Lancet. Aunque es importante recordar que en muchos casos intervienen otras causas, debidas, entre otros factores, a condiciones previas.
Según explicaba Sergio Harari, director de la Unidad Operativa de Neumología del Hospital San Giuseppe de Milán en una entrevista al diario italiano Corriere della sera, por mucho que algunos pacientes desarrollen trastornos tromboembólicos, “la gran parte de los fallecimientos es debido a neumonía intersticial y por insuficiencia respiratoria”. Y añade: “Decir que no hay que intubar a los pacientes es totalmente fuera de lugar”.
En el mismo sentido se pronuncia para Maldita Ciencia Pepe Alcamí, virólogo e inmunólogo del Instituto de Salud Carlos III. En su opinión, afirmar que “estamos ante una enfermedad equivocada es insensato”. Alcamí recuerda que los respiradores salvan vidas y explica que muchos pacientes intubados —más de la mitad— sobreviven cuando morirían si no se les intuba.
Las autopsias no desobedecen una “ley mundial” de la OMS
Además de que entre las competencias de la OMS no se encuentra la elaboración de leyes, y mucho menos de carácter “mundial”, como se afirma en la cadena, la Organización no ha sugerido prohibir la realización autopsias en casos positivos de infección por el nuevo coronavirus.
De hecho, a través de este documento sobre la prevención y control de infecciones para la gestión segura de cadáveres en el contexto de la COVID-19, proporciona las medidas técnicas y ambientales de control necesarias para estos análisis post mortem. Es decir, no solo no las prohíbe, sino que facilita los detalles para poder llevarlas a cabo.
Es cierto que, en muchos países, entre ellos España, la realización de autopsias en casos de SARS-CoV‑2 positivo desde el inicio de la crisis sanitaria ha estado limitada y regulada. En el caso de Italia, este comunicado del Ministerio de Salud, publicado el 8 de abril, apuntaba que “no debían realizarse autopsias durante todo el periodo de la fase de emergencia en casos confirmados de COVID-19, tanto si el paciente falleció mientras estaba hospitalizado como si murió en casa”.
Sin embargo, dos párrafos después, especificaba que, “en caso de ejecución del examen […] además de una cuidadosa evaluación preventiva de riesgos y beneficios asociados con este procedimiento, y la aplicación de todas las precauciones durante la asistencia al paciente” estos solo podrán realizarse “en aquellas salas del sector que garanticen las máximas condiciones de seguridad y protección de enfermedades infecciosas para los operadores en el entorno de trabajo”.
Desde Maldita Ciencia nos pusimos en contacto con las autoridades italianas y Aurelia Fonda, secretaria de Prevención de Salud en el Ministerio italiano, nos confirmó que sí era posible llevar a cabo estas prácticas si (y solo si) se disponía de las medidas de bioseguridad adecuadas detallas en el propio documento ministerial.
Por su parte, los investigadores detallan en el propio preprint que “las autopsias fueron realizadas en salas de aislamiento para infecciones que se transmiten por el aire utilizando los Equipos de Protección Individual (EPI) adecuados”, siguiendo las recomendaciones oficiales.
Con respecto al final de la cadena, desde Maldita Ciencia nos hemos puesto en contacto con el Ministerio de Salud italiano, preguntando si es cierto que son ellos la fuente de esta información. Actualizaremos este artículo cuando dispongamos de su respuesta.
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