Vicent Pastor en «Profesor Lazhar».

Vicent Pas­tor en «Pro­fe­sor Lazhar».

Vicent Pastor protagoniza este monólogo que se representará del 23 al 26 de marzo en la Sala Russafa

Vicent Pas­tor, en la piel de «Pro­fe­sor Lazhar».

Pasa­dos los 50 años y emi­gra­do en Cana­dá, el arge­lino Bashir Lazhar se pre­sen­ta en un cen­tro edu­ca­ti­vo de Qué­bec para ofre­cer­se como sus­ti­tu­to al ente­rar­se de que uno de sus pro­fe­so­res ha muer­to en extra­ñas cir­cuns­tan­cias. Su tra­to con los alum­nos, des­ubi­ca­dos por la pér­di­da, le repor­ta una serie de expe­rien­cias y refle­xio­nes que Evely­ne de la Che­ne­lière plas­ma en un monó­lo­go tea­tral de éxi­to inter­na­cio­nal que tam­bién sal­tó al cine de la mano de Phi­lip­pe Falar­deau y que lle­gó a ser nomi­na­da al Óscar a la Mejor pelí­cu­la de habla no ingle­sa en 2011.

Tras un peri­plo por esce­na­rios de todo el mun­do, esta his­to­ria ha encon­tra­do en el tea­tro y las pan­ta­llas dife­ren­tes mane­ras de lle­gar al públi­co, des­per­tan­do siem­pre la emo­ción y refle­xión. Aho­ra, la vete­ra­na for­ma­ción alco­ya­na La Depen­dent pre­sen­ta una nue­va ver­sión del tex­to tea­tral. Del 23 al 26 de mar­zo, Sala Rus­sa­fa estre­na en Valèn­cia Pro­fes­sor Lazhar, den­tro del XII Cicle de Com­pan­yies Valen­cia­nes.

Pas­qual Ala­pont fir­ma la adap­ta­ción y Gem­ma Mira­lles la direc­ción de este mon­ta­je que inter­pre­ta Vicent Pas­tor, de quien sur­gió la idea de hacer el espec­tácu­lo.

El actor valen­ciano tenía ganas de enfren­tar­se al reto inter­pre­ta­ti­vo que supo­ne un monó­lo­go y que­dó fas­ci­na­do por la huma­ni­dad, así como por el via­je emo­cio­nal que expe­ri­men­ta el Pro­fes­sor Lazhar, quien encon­tró en el aula la mane­ra de ir sanan­do las heri­das emo­cio­na­les de sus alum­nos al tiem­po que iba recom­po­nien­do su pro­pia vida. «Su his­to­ria me hizo pen­sar en cuán­tos Lazhar habría por el mun­do y en lo indis­pen­sa­ble que es poner en valor la figu­ra del docen­te como guía», expli­ca Pas­tor.

El espec­tácu­lo invi­ta a refle­xio­nar sobre si es posi­ble diso­ciar ense­ñan­za y edu­ca­ción, sobre si los pro­fe­so­res han de cen­trar­se en abor­dar un currícu­lo aca­dé­mi­co, sin entrar en pre­pa­rar a los alum­nos para las emo­cio­nes que van a expe­ri­men­tar a lo lar­go de su vida. Lazhar desa­fía la rigi­dez de los pla­nes de estu­dio e inten­ta ayu­dar­les a iden­ti­fi­car y expre­sar sus ideas y con ellas, inevi­ta­ble­men­te, sus sen­ti­mien­tos.

A pesar del cho­que que se pro­du­ce entre su cul­tu­ra de ori­gen arge­lino y las cos­tum­bres cana­dien­ses, tra­ta de incul­car­les cier­tos valo­res y de hablar­les sobre temas que están des­ga­rran­do su vida, pero con los que ellos tam­bién están en con­tac­to: la pér­di­da y el due­lo. 

Una esce­na de «Pro­fe­sor Lazhar».

Belleza en fondo y forma

Gem­ma Mira­lles des­ta­ca cómo la his­to­ria de un pro­fe­sor pue­de ser­vir para hablar de temas que son uni­ver­sa­les por­que se pre­sen­tan en cual­quier lugar y épo­ca «por­que la edu­ca­ción, los fenó­me­nos migra­to­rios o las muer­tes dra­má­ti­cas se pro­du­cen en todas par­tes», seña­la la direc­to­ra del espec­tácu­lo que aco­ge esta sema­na Sala Rus­sa­fa.

Para ella, resul­ta curio­so que en un momen­to en que todo es ‘a la car­ta’, los sis­te­mas edu­ca­ti­vos sean tan estric­tos que no per­mi­ten adap­tar­los a las nece­si­da­des de cada alumno. «Que­rien­do ser tan igua­li­ta­rios, no hace­mos más que remar­car las dife­ren­cias. Y se aca­ba igua­lan­do a todos por deba­jo para que nin­guno se frus­tre».

Ade­más, para Mira­lles se infan­ti­li­za a los ado­les­cen­tes al inten­tar evi­tar que hablen de temas dolo­ro­sos o polí­ti­ca­men­te inco­rrec­tos, a pesar de que tar­de o tem­prano ten­drán que enfren­tar­se a ellos. Sin embar­go, al rom­per este plan­tea­mien­to, Lazhar encuen­tra en su rela­ción con los alum­nos una tabla de sal­va­ción y con­vier­te la edu­ca­ción en un sinó­ni­mo de futu­ro.   

Todo esto está tra­ta­do en la pie­za de Evely­ne de la Che­ne­liè­re a tra­vés de un tex­to de aire poé­ti­co, de una gran belle­za for­mal que ha res­pe­ta­do la adap­ta­ción de Pas­qual Ala­pont. A la hora de poner­lo en esce­na, Mira­lles ha apos­ta­do por «dar­le mucha tie­rra». «Lo hemos baja­do a lo coti­diano, dan­do impor­tan­cia a lo que está pasan­do, cen­trán­do­nos en el con­te­ni­do de las pala­bras”, afir­ma la direc­to­ra, quien atri­bu­ye a Pas­tor la capa­ci­dad de dar­le pro­sa a un tex­to tan poé­ti­co, de “poner­le car­ne y hue­sos» a una his­to­ria que pasó en Qué­bec, pero que pue­de estar suce­dien­do aho­ra mis­mo en cual­quier cen­tro edu­ca­ti­vo de la Comu­ni­tat Valen­cia­na.   

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia