Tecnología
Elon Musk impulsa una mutación tóxica en una red social: de Twitter a X

El espíritu de sus fundadores fue crear un medio en el que conseguías información de las fuentes concretas escogidas más relevantes. Hoy, es una máquina de generar odio.

Imagen del vídeo promocional de ‘X’ la plataforma antes llamada Twitter.

@adolfoplasencia (11 de octubre de 2023).- Las redes sociales son un constructo que usan miles de millones de personas que, en gran parte y, en mayor o menor grado, usan en modo compulsivo y adictivo. Lo que ocurra con ellas va a ser y está siendo muy importante para nuestras sociedades. Impulsan la mayor modificación inducida de conducta de la historia en millones de personas causada por un instrumento tecnológico. Y la algorítmica masiva, predictiva y personalizada que usan está relacionada con un auge de problemas de salud mental y adicciones ‘sin sustancia’ a gran escala en las sociedades. Y también tiene que ver con muchos casos de ciberacoso e incluso de suicidios en adolescentes, que han aumentado ostensiblemente desde que estas plataformas se usan a nivel global.

El culebrón financiero y empresarial en que se convirtió la adquisición de la plataforma Twitter por Elon Musk, el CEO de SpaceX y Tesla, e inversor co-fundador de Open AI, ha sido un escaparate mundial, que desató una tormenta mediática con una enorme cantidad de ruido informativo, dados los intereses en juego. Muchos usamos desde hace años Twitter, así que forma parte de nuestras vidas. Y asistimos asombrados a los súbitos cambios en la plataforma culturalmente más relevante del internet social. Pero es un caso que nos puede servir para averiguar cómo funciona por dentro el poder de estas nuevas empresas del internet social, que forman parte de la vida de miles de millones de personas en todo el mundo; ver cómo funciona su maquinaria, e incluso cómo fallece una determinada visión sobre cómo y qué debe ser, o no, el funcionamiento de las redes sociales. Esto no lo habíamos visto hasta ahora.

El caso de la plataforma Twitter

Hasta hace poco Twitter era una red social más. Y no de las más grandes. Sí, de las más influyentes. Con lo que ha pasado con ella en este año, hay muchas incógnitas que descifrar… ¿Porqué se empeñó Elon Musk, el magnate más rico del mundo y famoso empresario tecnológico, en comprar, a contracorriente, y de un modo compulsivo y ciclotímico, una empresa pequeña —comparada con sus iguales— por 44.000 millones de dólares? Poco después de hacer una oferta final para comprar Twitter por esos 44.000 millones de dólares, Musk intentó echarse atrás en el acuerdo que firmó para comprar la empresa. Pero, resulta que, para abandonar la compra, Musk habría tenido que pagar una multa de 1.000 millones de dólares, también conocida como ‘comisión de ruptura’, y demostrar ante un tribunal de Delaware (EE.UU.) que tenía una razón sólida para retirarse. Aunque Musk llevó el asunto a los tribunales, acabó cerrando el trato de todos modos.

Una vez asumió la compra, entró en Twitter cual elefante en cacharrería. Realizó drásticas reducciones de plantilla, despidió a los principales responsables de la empresa y puso en marcha cambios radicales de políticas y funciones que han mermado la confianza de anunciantes, políticos y famosos, entre otros.

Por ejemplo, inmediatamente, anunciaron públicamente su decisión de abandonar o reducir su uso de la plataforma Twitter, Elton John, Jim Carrey y MTA, la agencia de transporte público de Nueva York, etc. La sangría de abandonos continúa hasta hoy en que la plataforma ya no se llama Twitter sino ‘X’, un nuevo nombre que señala la obsesión por esa letra de Elon Musk.

Dicho esto, prefiero dejar la montaña rusa empresarial en que está inmersa el funcionamiento de la empresa y centrarme en lo que era, y llegó a ser Twitter, una plataforma en la que publicaba sus mensajes y anuncios gente socialmente muy relevante, o cualquier líder o dirigente político del mundo, con apariencia de ser personales y directos, lo cual, la volvió casi imprescindible para el mundo cultural, político y público de occidente. El espíritu que impulsaron originalmente sus fundadores fue el de un medio o lugar de internet en el que conseguías información de las fuentes concretas escogidas más relevantes, usando el mínimo tiempo –de ahí que originalmente sus post fueran mensajes cortos de un máximo de 256 caracteres.

Y otra cosa algo especial  de Twitter es que no era la prioridad, aparentemente, al principio de crecer hasta un tamaño gigantesco y de vocación monopolística como lo son claramente todas las demás plataformas de redes sociales, desde Facebook a Instagram o You Tube, hasta la última en llegar a ese tamaño gigantesco, TikTok. En el caso de Twitter parecía primar la cualidad y la relevancia de la información y de la fuente por encima de la cantidad y otros parámetros.

El analista Philip Bump, describe Twitter con precisión en su opinión del Washington Post: «Cuando se creó, Twitter era simplemente un medio para compartir pequeñas actualizaciones con tus amigos, enviadas por mensaje de texto. Pero resultó que la creación de un sencillo mecanismo de difusión al estilo de los servicios por cable, tenía un amplio uso para compartir información de forma más general. Podías publicar chistes u observaciones o describir cosas del mundo y ver cómo otras personas lo avalaban y atraía cada vez más atención. Twitter se convirtió en un medio excelente para mostrar a los usuarios cosas interesantes, tanto en el propio sitio como en otros, y atraer a la gente hacia él y hacia la conversación sobre esas cosas…

Para empresas de noticias y consumidores, Twitter era especialmente útil. Podías ver qué temas se estaban cubriendo y cómo. Ver cómo se desarrollaban los acontecimientos en tiempo real, gracias a personas que estaban sobre el terreno. Y podías compartir historias que te parecían interesantes, enviando a otros usuarios lejos sólo para que volvieran y vieran qué nuevas noticias surgían.»

Mi experiencia personal con Twitter es que es útil y podías usarlo sin encontrarte con los odiadores (haters) polarizados con que te encuentras en cualquier red social dotada de la algorítmica que busca incansablemente que reacciones cuanto más mejor, y que pases el mayor tiempo posible con tu atención en la misma pantalla y te conectes el mayor número de veces por unidad de tiempo. Es decir, todas las que intentan que les dediques tu vida entera, móvil en mano. Twitter tenía una forma muy sencilla de bloquear y que desaparezca cualquier troll o insultador de tu interfaz. Pero en Twitter su algorítmica no tenían ese exagerado efecto de adicción que tienen otras redes sociales. Es decir, tenía la parte buena que tienen todas las redes sociales y podías vadear la parte mala.

Eso está desapareciendo ahora con el nuevo sistema que atiende al tosco y cursi nombre ‘X’ que ha impuesto Elon Musk, que también ha ordenado cambios que han incrementado información de baja calidad, propagandística y publicidad indiscriminada y no deseada. La herramienta Twitter se construyó originalmente para permitir que la calidad del contenido impulsara el interés. Twitter equilibró la balanza algorítmicamente, incluso haciendo cosas como cortar la desinformación o los discursos de odio. Pero este proceso demostró su eficacia a la hora de elevar las cosas de interés para más gente. Sin embargo, con el cambio a la verificación impuesta ahora en X, y también otros nuevos cambios, los usuarios que pagan se ven impulsados artificialmente, es decir, el dinero prima sobre la calidad del contenido.

Hay muchos síntomas de que, a Elon Musk, lo que le atraía de esta una plataforma era que se había vuelto culturalmente esencial global y localmente, pero estaba funcionando como algo con lo que se podía ganar mucho dinero y que sus gestores estaban dejando de hacerlo. A él, los valores –lo ha demostrado– le importan un bledo y también el daño o los efectos negativos que pueda hacer la tecnología que aplica. Por eso, por ejemplo, ni se ha preocupado de que sus satélites Starlink estén creando líneas en el cielo nocturno que estropean o destruyen las observaciones e imágenes de miles de astrónomos. Algo que el astrofísico Mariano Moles, impulsor del Centro de Física del Cosmos y Galáctica me dijo hace poco que era «algo desastroso y un ataque frontal a la ciencia». Ni Musk ni Starlink, que se sepa, se han planteado corregir eso.

‘X’ para hacer dentro todo lo online

Una de las ambiciones de Musk, como las de otros magnates tecnológicos, es que millones, o mejor, miles de millones de usuarios, entren en su plataforma y hagan todo ahí sin salir de ella, es decir monopolizar todo lo que les llega. Lo persigue Zurckerberg con el metaverso y lo quiere perseguir Musk en el nuevo ‘X’. Algo así como la ventanilla única para todo en Internet. Eso les daría un poder inmenso sobre los usuarios. Google y Yahoo ya lo intentaron y descubrieron que eso no funciona. Pero Musk, se cree más listo que cualquiera para rentabilizar la plataforma y que esta gane el máximo dinero que él cree que puede ganar. Quiere que ‘X’ sea una plataforma al estilo WeChat, la popular plataforma china. Es decir, que se convierta en una App que básicamente sustituya a todo lo demás en Internet, los servicios de pago, la compra de cualquier cosa, noticias —reconducidas—, ver películas y, claro, lo inconfesable: abusar de los usuarios usando sus propios datos.

Solo que WeChat opera en China, bajo una dictadura, en una sociedad en la que el nivel de ciudadanía y de conducta cívica se mide con el crédito social cuyas cifras decide el gobierno chino. También Musk, es sabido, usa X para fastidiar a quienes no le caen bien, como periodistas o activistas que él piensa que son de izquierdas, o contra las causas que él quiere interferir con la excusa de la libertad de expresión, como mostró con su defensa del retorno de Trump a Twitter.

Hay una confidencia de alguien que estaba presente en una fiesta privada de Musk, que lo muestra a las claras. Poco después de que Twitter aceptara la oferta inicial de compra de Elon Musk, el ya famoso empresario voló al restaurante de la azotea del Soho Club en West Hollywood, donde sus amigos de altos vuelos le preguntaron por qué quería comprar Twitter. Allí dio la respuesta típica aparentemente correcta: «Creo que es importante tener una plaza pública digital que sea inclusiva y confiable». Pero luego añadió con una sonrisa de oreja a oreja: «¿De qué otra forma vamos a conseguir que Trump sea elegido en 2024?»

Walter Isaacson, tras publicar una gran biografía de Steve Jobs hace unos años, ha hecho lo propio hace poco con una extensa biografía de Elon Musk. El libro de Isaacson está lleno de ejemplos que muestran el comportamiento irascible de Musk. Se menciona con frecuencia en el libro que a menudo termina en «modo demonio», en el que está intensamente hiperconcentrado en un solo tema. Uno de esos momentos llegó cuando Musk se peleó con Yoel Roth, en ese momento jefe de seguridad e integridad de Twitter, sobre cómo manejar a los usuarios que pedían un boicot publicitario por la dirección que estaba tomando la App. «Estoy cambiando la política de Twitter ahora mismo», dijo Musk a Roth en una llamada telefónica. «El chantaje está prohibido a partir de ahora. Prohíbelo. Prohíbeselo.» En poco tiempo empezó la cascada de cambios en cadena en la empresa y los despidos sumarios.

La mutación tóxica de Twitter a X

Hace solo una semana, en la Conferencia Code 2023, una de las principales del mundo tecnológico, el mismo Yoel Roth, ex responsable de confianza y seguridad de Twitter, fue entrevistado por la prestigiosa periodista Kara Swisher muy crítica desde hace años con el modus operandi de ciertas empresas de Silicon Valley—. Ella era la anfitriona de las conversaciones públicas de este evento con los líderes tecnológicos que acudían en medio de una gran expectación. Como invitada sorpresa –una hora antes de que Linda Yaccarino, actual CEO de X, subiera al escenario. Roth habló de las amenazas de muerte que recibió por culpa de Elon Musk, la caída de usuarios y anunciantes de X, y compartió algunos consejos para los nuevos líderes de la plataforma. Estas dos entrevistas se convirtieron en esta Conferencia, en el centro de una ‘metaconversación’ global sobre el pasado de Twitter y el futuro de X.

En sus respuestas, Yoel Roth, alguien muy respetado en el antiguo equipo de Twitter, habló con libertad y sinceridad sobre su experiencia en primera persona, y dio pistas sobre la transformación tóxica de la antigua visión de Twitter hasta el funcionamiento actual como ‘X’.  Primero, describió la visión que el equipo del que él formaba parte tenía de la red social. Dijo: «me quedé en Twitter porque pensé que la plataforma era importante para el futuro de la humanidad y la deliberación democrática… Y porque igual podía hacer algo contra la presión abrumadora por cambiar la plataforma –por parte de Elon Musk–… pero empecé a pagar precios personales por decisiones que se tomaban e iban en contra de lo propuesto por mi equipo y contra el sentido común.

Cuando dejé Twitter escribí un ensayo en New Yorker en el que decía: «Miren, que no cunda el pánico. Hay factores que actuarán en lo que pase a continuación en Twitter.  Y serán los anunciantes. Seguramente Elon no quiere quemar ese activo de 44.000 millones de dólares que acaba de comprar, para no auyentar a los anunciantes. Él no hará eso… Pero me equivoqué. El 60% de los anunciantes se ha ido y no han vuelto».

Y continúa: «Entones pensé: vale, olvídate de los anunciantes. Habrá presión regulatoria. La ley de servicios digitales de Europa ya está en vigor. Pueden penalizar a las plataformas con el 6% de sus ingresos por incumplimiento. Ese 6% es algo enorme. Pero no. Twitter se retiró del código de buenas prácticas de desinformación de Europa. Ha sido la única plataforma grande que lo ha hecho. Y la comisaria Jourova ha dicho que Twitter está tentando al destino para convertirte en blanco fácil para aplicar la ley. También me equivoque en ese punto.»

Yoel, relata su sorpresa ante el comportamiento de la compañía y el tipo de golpe de timón que Elon Musk está impulsando en la empresa y que ha superado toda su capacidad de asombro… «Esperaba que Twitter se comportara racionalmente, respetara las reglas y actuase en interés propio. Esa era la empresa que conocía desde hacía 8 años y así es como esperamos que operen las grandes empresas. Pero eso no es lo que pasó en absoluto.» A continuación, en la conversación, Kara Swisher le dijo: te quedaste y dijiste que te negabas a mentir. Y le recordó sus palabras «uno de mis límites es que, si Twitter empieza a ser gobernada a base de edictos dictatoriales en lugar de políticas, ya no habrá necesidad de mi papel en la empresa, ni de hacer lo que hago.» Es la razón por la que te fuiste, ¿verdad? –le dijo–.

Yoel le respondió: «Eso es. Twitter no era perfecto. Fue defectuoso por las razones que has dicho. Y yo agregaría otro defecto realmente importante: tenía gigantescos problemas de seguridad. Trabajé en ello porque quería intentar mejorar eso, pero Twitter siempre fue una plataforma que se limitaba y gobernaba a sí misma, de acuerdo con un conjunto de reglas y principios, imperfectos pero que nos esforzábamos en perfeccionar. Siempre había algo que podíamos señalar y que decía: ‘Así es como estamos operando’. Pero de repente, eso ya no existía. Simplemente había órdenes verticales de arriba a abajo sobre qué hacer… Y en meses posteriores fue todo más y más en esa dirección. La compañía tomaba decisiones impetuosas, como prohibir a periodistas que hablen sobre la ubicación del avión de Elon Musk y luego los reincorpora, más o menos…Bueno, la empecé a ver cómo la empresa abandonó el estado de derecho, no sólo en cuanto a las leyes del país o a la Ley de servicios digitales, sino en cuanto a principios que la guiaron como empresa, como compañía.»

Y, finalmente Roth señaló su opinión de cómo debe administrar su fuerza y poder una plataforma de red social, y afrontar el problema que tienen sobre el discurso de odio que se ha generalizado en ellas, en parte porque su algorítmica lo promueve. Añadió Roth: «Las plataformas tienen la responsabilidad de abordar esto. Tienes que vivir en el mundo real, no en uno imaginario. Este es un problema compartido con Facebook y muchos otros… Por todos. Esta es solo una declaración de la realidad de Internet. Y de la responsabilidad que tienen que asumir las plataformas».

En el turno de preguntas el periodista de The Verge Jay Peter le preguntó: «¿Crees que alguna vez habrá, en el próximo futuro, algo tan relevante culturalmente como lo fue Twitter?». La contestación de Roth, fue rotunda: «Twitter nunca fue el más grande, como todos sabemos. Nunca fue una plataforma con miles de millones de personas, pero fue una plataforma donde una comunidad de personas influyentes pudo conectarse entre sí y con sus audiencias; y donde la gente pudo influir en las élites. De hecho, estoy de acuerdo con algo que dijo Mark Zuckerberg de que sigue habiendo hambre de ello. Creo que eso debe existir en el mundo, es bueno que exista, creo que la gente quiere que exista. Y ahora espero que alguien pueda capturar eso. Y espero que pueda hacerlo mejor de lo que lo hicimos en Twitter».

Para finalizar la conversación pública, la anfitriona Kara Swisher le animó a dar su conclusión y le preguntó: ¿nos puedes decir quién hará eso de nuevo?; …¿será el Twitter en su actual forma? Yoel Roth añadió «Estoy entusiasmado con las plataformas descentralizadas. Porque pueden aportar más poder al usuario y control, sobre cómo funcionan las redes sociales. Entusiasmado con la idea de comunidades online que sean más pequeñas que el tamaño de toda la humanidad conectada, en lugar de cosas como Instagram con 2.000 millones de personas, que es una cosa demasiado grande para poder gobernarla adecuadamente».

Y concluyó: «yo no juzgo a la actual gente que usa Twitter, pero es muy difícil irte, alejarte de tu audiencia si tu sustento depende en muchos aspectos de tener esa audiencia; de poder llegar a la gente. Si tu teoría del cambio en el mundo es poder impactar en el discurso público, alejarte de esa audiencia significa sacrificar tu capacidad de hacer lo que eres en este planeta y por eso no juzgo a la gente que usa ahora Twitter. Pero los alentaría a hacer algo, a buscar otro lugar donde pueden encontrar una nueva audiencia y a llevar la atención y el valor que están creando a alguna parte. Pero eso debe ser consistente con tus valores y tu teoría del cambio en el mundo. Es difícil dejar a tus seguidores, pero encuentra un lugar que sea consistente con lo que quieres hacer en el mundo y la audiencia te encontrará nuevamente».

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