Elon Musk, fundador de Twitter (hoy 'X')

Elon Musk, fun­da­dor de Twit­ter (hoy ‘X’)

El espíritu de sus fundadores fue crear un medio en el que conseguías información de las fuentes concretas escogidas más relevantes. Hoy, es una máquina de generar odio.

Ima­gen del vídeo pro­mo­cio­nal de ‘X’ la pla­ta­for­ma antes lla­ma­da Twit­ter.

@adolfoplasencia (11 de octu­bre de 2023).- Las redes socia­les son un cons­truc­to que usan miles de millo­nes de per­so­nas que, en gran par­te y, en mayor o menor gra­do, usan en modo com­pul­si­vo y adic­ti­vo. Lo que ocu­rra con ellas va a ser y está sien­do muy impor­tan­te para nues­tras socie­da­des. Impul­san la mayor modi­fi­ca­ción indu­ci­da de con­duc­ta de la his­to­ria en millo­nes de per­so­nas cau­sa­da por un ins­tru­men­to tec­no­ló­gi­co. Y la algo­rít­mi­ca masi­va, pre­dic­ti­va y per­so­na­li­za­da que usan está rela­cio­na­da con un auge de pro­ble­mas de salud men­tal y adic­cio­nes ‘sin sus­tan­cia’ a gran esca­la en las socie­da­des. Y tam­bién tie­ne que ver con muchos casos de ciber­aco­so e inclu­so de sui­ci­dios en ado­les­cen­tes, que han aumen­ta­do osten­si­ble­men­te des­de que estas pla­ta­for­mas se usan a nivel glo­bal.

El cule­brón finan­cie­ro y empre­sa­rial en que se con­vir­tió la adqui­si­ción de la pla­ta­for­ma Twit­ter por Elon Musk, el CEO de Spa­ceX y Tes­la, e inver­sor co-fun­­da­­dor de Open AI, ha sido un esca­pa­ra­te mun­dial, que des­ató una tor­men­ta mediá­ti­ca con una enor­me can­ti­dad de rui­do infor­ma­ti­vo, dados los intere­ses en jue­go. Muchos usa­mos des­de hace años Twit­ter, así que for­ma par­te de nues­tras vidas. Y asis­ti­mos asom­bra­dos a los súbi­tos cam­bios en la pla­ta­for­ma cul­tu­ral­men­te más rele­van­te del inter­net social. Pero es un caso que nos pue­de ser­vir para ave­ri­guar cómo fun­cio­na por den­tro el poder de estas nue­vas empre­sas del inter­net social, que for­man par­te de la vida de miles de millo­nes de per­so­nas en todo el mun­do; ver cómo fun­cio­na su maqui­na­ria, e inclu­so cómo falle­ce una deter­mi­na­da visión sobre cómo y qué debe ser, o no, el fun­cio­na­mien­to de las redes socia­les. Esto no lo había­mos vis­to has­ta aho­ra.

El caso de la plataforma Twitter

Has­ta hace poco Twit­ter era una red social más. Y no de las más gran­des. Sí, de las más influ­yen­tes. Con lo que ha pasa­do con ella en este año, hay muchas incóg­ni­tas que des­ci­frar… ¿Por­qué se empe­ñó Elon Musk, el mag­na­te más rico del mun­do y famo­so empre­sa­rio tec­no­ló­gi­co, en com­prar, a con­tra­co­rrien­te, y de un modo com­pul­si­vo y ciclo­tí­mi­co, una empre­sa peque­ña —com­pa­ra­da con sus igua­les— por 44.000 millo­nes de dóla­res? Poco des­pués de hacer una ofer­ta final para com­prar Twit­ter por esos 44.000 millo­nes de dóla­res, Musk inten­tó echar­se atrás en el acuer­do que fir­mó para com­prar la empre­sa. Pero, resul­ta que, para aban­do­nar la com­pra, Musk habría teni­do que pagar una mul­ta de 1.000 millo­nes de dóla­res, tam­bién cono­ci­da como ‘comi­sión de rup­tu­ra’, y demos­trar ante un tri­bu­nal de Dela­wa­re (EE.UU.) que tenía una razón sóli­da para reti­rar­se. Aun­que Musk lle­vó el asun­to a los tri­bu­na­les, aca­bó cerran­do el tra­to de todos modos.

Una vez asu­mió la com­pra, entró en Twit­ter cual ele­fan­te en cacha­rre­ría. Reali­zó drás­ti­cas reduc­cio­nes de plan­ti­lla, des­pi­dió a los prin­ci­pa­les res­pon­sa­bles de la empre­sa y puso en mar­cha cam­bios radi­ca­les de polí­ti­cas y fun­cio­nes que han mer­ma­do la con­fian­za de anun­cian­tes, polí­ti­cos y famo­sos, entre otros.

Por ejem­plo, inme­dia­ta­men­te, anun­cia­ron públi­ca­men­te su deci­sión de aban­do­nar o redu­cir su uso de la pla­ta­for­ma Twit­ter, Elton John, Jim Carrey y MTA, la agen­cia de trans­por­te públi­co de Nue­va York, etc. La san­gría de aban­do­nos con­ti­núa has­ta hoy en que la pla­ta­for­ma ya no se lla­ma Twit­ter sino ‘X’, un nue­vo nom­bre que seña­la la obse­sión por esa letra de Elon Musk.

Dicho esto, pre­fie­ro dejar la mon­ta­ña rusa empre­sa­rial en que está inmer­sa el fun­cio­na­mien­to de la empre­sa y cen­trar­me en lo que era, y lle­gó a ser Twit­ter, una pla­ta­for­ma en la que publi­ca­ba sus men­sa­jes y anun­cios gen­te social­men­te muy rele­van­te, o cual­quier líder o diri­gen­te polí­ti­co del mun­do, con apa­rien­cia de ser per­so­na­les y direc­tos, lo cual, la vol­vió casi impres­cin­di­ble para el mun­do cul­tu­ral, polí­ti­co y públi­co de occi­den­te. El espí­ri­tu que impul­sa­ron ori­gi­nal­men­te sus fun­da­do­res fue el de un medio o lugar de inter­net en el que con­se­guías infor­ma­ción de las fuen­tes con­cre­tas esco­gi­das más rele­van­tes, usan­do el míni­mo tiem­po –de ahí que ori­gi­nal­men­te sus post fue­ran men­sa­jes cor­tos de un máxi­mo de 256 carac­te­res.

Y otra cosa algo espe­cial  de Twit­ter es que no era la prio­ri­dad, apa­ren­te­men­te, al prin­ci­pio de cre­cer has­ta un tama­ño gigan­tes­co y de voca­ción mono­po­lís­ti­ca como lo son cla­ra­men­te todas las demás pla­ta­for­mas de redes socia­les, des­de Face­book a Ins­ta­gram o You Tube, has­ta la últi­ma en lle­gar a ese tama­ño gigan­tes­co, Tik­Tok. En el caso de Twit­ter pare­cía pri­mar la cua­li­dad y la rele­van­cia de la infor­ma­ción y de la fuen­te por enci­ma de la can­ti­dad y otros pará­me­tros.

El ana­lis­ta Phi­lip Bump, des­cri­be Twit­ter con pre­ci­sión en su opi­nión del Washing­ton Post: «Cuan­do se creó, Twit­ter era sim­ple­men­te un medio para com­par­tir peque­ñas actua­li­za­cio­nes con tus ami­gos, envia­das por men­sa­je de tex­to. Pero resul­tó que la crea­ción de un sen­ci­llo meca­nis­mo de difu­sión al esti­lo de los ser­vi­cios por cable, tenía un amplio uso para com­par­tir infor­ma­ción de for­ma más gene­ral. Podías publi­car chis­tes u obser­va­cio­nes o des­cri­bir cosas del mun­do y ver cómo otras per­so­nas lo ava­la­ban y atraía cada vez más aten­ción. Twit­ter se con­vir­tió en un medio exce­len­te para mos­trar a los usua­rios cosas intere­san­tes, tan­to en el pro­pio sitio como en otros, y atraer a la gen­te hacia él y hacia la con­ver­sa­ción sobre esas cosas…

Para empre­sas de noti­cias y con­su­mi­do­res, Twit­ter era espe­cial­men­te útil. Podías ver qué temas se esta­ban cubrien­do y cómo. Ver cómo se desa­rro­lla­ban los acon­te­ci­mien­tos en tiem­po real, gra­cias a per­so­nas que esta­ban sobre el terreno. Y podías com­par­tir his­to­rias que te pare­cían intere­san­tes, envian­do a otros usua­rios lejos sólo para que vol­vie­ran y vie­ran qué nue­vas noti­cias sur­gían.»

Mi expe­rien­cia per­so­nal con Twit­ter es que es útil y podías usar­lo sin encon­trar­te con los odia­do­res (haters) pola­ri­za­dos con que te encuen­tras en cual­quier red social dota­da de la algo­rít­mi­ca que bus­ca incan­sa­ble­men­te que reac­cio­nes cuan­to más mejor, y que pases el mayor tiem­po posi­ble con tu aten­ción en la mis­ma pan­ta­lla y te conec­tes el mayor núme­ro de veces por uni­dad de tiem­po. Es decir, todas las que inten­tan que les dedi­ques tu vida ente­ra, móvil en mano. Twit­ter tenía una for­ma muy sen­ci­lla de blo­quear y que des­apa­rez­ca cual­quier troll o insul­ta­dor de tu inter­faz. Pero en Twit­ter su algo­rít­mi­ca no tenían ese exa­ge­ra­do efec­to de adic­ción que tie­nen otras redes socia­les. Es decir, tenía la par­te bue­na que tie­nen todas las redes socia­les y podías vadear la par­te mala.

Eso está des­apa­re­cien­do aho­ra con el nue­vo sis­te­ma que atien­de al tos­co y cur­si nom­bre ‘X’ que ha impues­to Elon Musk, que tam­bién ha orde­na­do cam­bios que han incre­men­ta­do infor­ma­ción de baja cali­dad, pro­pa­gan­dís­ti­ca y publi­ci­dad indis­cri­mi­na­da y no desea­da. La herra­mien­ta Twit­ter se cons­tru­yó ori­gi­nal­men­te para per­mi­tir que la cali­dad del con­te­ni­do impul­sa­ra el inte­rés. Twit­ter equi­li­bró la balan­za algo­rít­mi­ca­men­te, inclu­so hacien­do cosas como cor­tar la des­in­for­ma­ción o los dis­cur­sos de odio. Pero este pro­ce­so demos­tró su efi­ca­cia a la hora de ele­var las cosas de inte­rés para más gen­te. Sin embar­go, con el cam­bio a la veri­fi­ca­ción impues­ta aho­ra en X, y tam­bién otros nue­vos cam­bios, los usua­rios que pagan se ven impul­sa­dos arti­fi­cial­men­te, es decir, el dine­ro pri­ma sobre la cali­dad del con­te­ni­do.

Hay muchos sín­to­mas de que, a Elon Musk, lo que le atraía de esta una pla­ta­for­ma era que se había vuel­to cul­tu­ral­men­te esen­cial glo­bal y local­men­te, pero esta­ba fun­cio­nan­do como algo con lo que se podía ganar mucho dine­ro y que sus ges­to­res esta­ban dejan­do de hacer­lo. A él, los valo­res –lo ha demos­tra­do– le impor­tan un ble­do y tam­bién el daño o los efec­tos nega­ti­vos que pue­da hacer la tec­no­lo­gía que apli­ca. Por eso, por ejem­plo, ni se ha preo­cu­pa­do de que sus saté­li­tes Star­link estén crean­do líneas en el cie­lo noc­turno que estro­pean o des­tru­yen las obser­va­cio­nes e imá­ge­nes de miles de astró­no­mos. Algo que el astro­fí­si­co Mariano Moles, impul­sor del Cen­tro de Físi­ca del Cos­mos y Galác­ti­ca me dijo hace poco que era «algo desas­tro­so y un ata­que fron­tal a la cien­cia». Ni Musk ni Star­link, que se sepa, se han plan­tea­do corre­gir eso.

‘X’ para hacer dentro todo lo online

Una de las ambi­cio­nes de Musk, como las de otros mag­na­tes tec­no­ló­gi­cos, es que millo­nes, o mejor, miles de millo­nes de usua­rios, entren en su pla­ta­for­ma y hagan todo ahí sin salir de ella, es decir mono­po­li­zar todo lo que les lle­ga. Lo per­si­gue Zurc­ker­berg con el meta­ver­so y lo quie­re per­se­guir Musk en el nue­vo ‘X’. Algo así como la ven­ta­ni­lla úni­ca para todo en Inter­net. Eso les daría un poder inmen­so sobre los usua­rios. Goo­gle y Yahoo ya lo inten­ta­ron y des­cu­brie­ron que eso no fun­cio­na. Pero Musk, se cree más lis­to que cual­quie­ra para ren­ta­bi­li­zar la pla­ta­for­ma y que esta gane el máxi­mo dine­ro que él cree que pue­de ganar. Quie­re que ‘X’ sea una pla­ta­for­ma al esti­lo WeChat, la popu­lar pla­ta­for­ma chi­na. Es decir, que se con­vier­ta en una App que bási­ca­men­te sus­ti­tu­ya a todo lo demás en Inter­net, los ser­vi­cios de pago, la com­pra de cual­quier cosa, noti­cias —recon­du­ci­das—, ver pelí­cu­las y, cla­ro, lo incon­fe­sa­ble: abu­sar de los usua­rios usan­do sus pro­pios datos.

Solo que WeChat ope­ra en Chi­na, bajo una dic­ta­du­ra, en una socie­dad en la que el nivel de ciu­da­da­nía y de con­duc­ta cívi­ca se mide con el cré­di­to social cuyas cifras deci­de el gobierno chino. Tam­bién Musk, es sabi­do, usa X para fas­ti­diar a quie­nes no le caen bien, como perio­dis­tas o acti­vis­tas que él pien­sa que son de izquier­das, o con­tra las cau­sas que él quie­re inter­fe­rir con la excu­sa de la liber­tad de expre­sión, como mos­tró con su defen­sa del retorno de Trump a Twit­ter.

Hay una con­fi­den­cia de alguien que esta­ba pre­sen­te en una fies­ta pri­va­da de Musk, que lo mues­tra a las cla­ras. Poco des­pués de que Twit­ter acep­ta­ra la ofer­ta ini­cial de com­pra de Elon Musk, el ya famo­so empre­sa­rio voló al res­tau­ran­te de la azo­tea del Soho Club en West Holly­wood, don­de sus ami­gos de altos vue­los le pre­gun­ta­ron por qué que­ría com­prar Twit­ter. Allí dio la res­pues­ta típi­ca apa­ren­te­men­te correc­ta: «Creo que es impor­tan­te tener una pla­za públi­ca digi­tal que sea inclu­si­va y con­fia­ble». Pero lue­go aña­dió con una son­ri­sa de ore­ja a ore­ja: «¿De qué otra for­ma vamos a con­se­guir que Trump sea ele­gi­do en 2024?»

Wal­ter Isaac­son, tras publi­car una gran bio­gra­fía de Ste­ve Jobs hace unos años, ha hecho lo pro­pio hace poco con una exten­sa bio­gra­fía de Elon Musk. El libro de Isaac­son está lleno de ejem­plos que mues­tran el com­por­ta­mien­to iras­ci­ble de Musk. Se men­cio­na con fre­cuen­cia en el libro que a menu­do ter­mi­na en «modo demo­nio», en el que está inten­sa­men­te hiper­con­cen­tra­do en un solo tema. Uno de esos momen­tos lle­gó cuan­do Musk se peleó con Yoel Roth, en ese momen­to jefe de segu­ri­dad e inte­gri­dad de Twit­ter, sobre cómo mane­jar a los usua­rios que pedían un boi­cot publi­ci­ta­rio por la direc­ción que esta­ba toman­do la App. «Estoy cam­bian­do la polí­ti­ca de Twit­ter aho­ra mis­mo», dijo Musk a Roth en una lla­ma­da tele­fó­ni­ca. «El chan­ta­je está prohi­bi­do a par­tir de aho­ra. Prohí­be­lo. Prohí­be­se­lo.» En poco tiem­po empe­zó la cas­ca­da de cam­bios en cade­na en la empre­sa y los des­pi­dos suma­rios.

La mutación tóxica de Twitter a X

Hace solo una sema­na, en la Con­fe­ren­cia Code 2023, una de las prin­ci­pa­les del mun­do tec­no­ló­gi­co, el mis­mo Yoel Roth, ex res­pon­sa­ble de con­fian­za y segu­ri­dad de Twit­ter, fue entre­vis­ta­do por la pres­ti­gio­sa perio­dis­ta Kara Swisher muy crí­ti­ca des­de hace años con el modus ope­ran­di de cier­tas empre­sas de Sili­con Valley—. Ella era la anfi­trio­na de las con­ver­sa­cio­nes públi­cas de este even­to con los líde­res tec­no­ló­gi­cos que acu­dían en medio de una gran expec­ta­ción. Como invi­ta­da sor­pre­sa –una hora antes de que Lin­da Yac­ca­rino, actual CEO de X, subie­ra al esce­na­rio. Roth habló de las ame­na­zas de muer­te que reci­bió por cul­pa de Elon Musk, la caí­da de usua­rios y anun­cian­tes de X, y com­par­tió algu­nos con­se­jos para los nue­vos líde­res de la pla­ta­for­ma. Estas dos entre­vis­tas se con­vir­tie­ron en esta Con­fe­ren­cia, en el cen­tro de una ‘meta­con­ver­sa­ción’ glo­bal sobre el pasa­do de Twit­ter y el futu­ro de X.

En sus res­pues­tas, Yoel Roth, alguien muy res­pe­ta­do en el anti­guo equi­po de Twit­ter, habló con liber­tad y sin­ce­ri­dad sobre su expe­rien­cia en pri­me­ra per­so­na, y dio pis­tas sobre la trans­for­ma­ción tóxi­ca de la anti­gua visión de Twit­ter has­ta el fun­cio­na­mien­to actual como ‘X’.  Pri­me­ro, des­cri­bió la visión que el equi­po del que él for­ma­ba par­te tenía de la red social. Dijo: “me que­dé en Twit­ter por­que pen­sé que la pla­ta­for­ma era impor­tan­te para el futu­ro de la huma­ni­dad y la deli­be­ra­ción demo­crá­ti­ca… Y por­que igual podía hacer algo con­tra la pre­sión abru­ma­do­ra por cam­biar la pla­ta­for­ma –por par­te de Elon Musk–… pero empe­cé a pagar pre­cios per­so­na­les por deci­sio­nes que se toma­ban e iban en con­tra de lo pro­pues­to por mi equi­po y con­tra el sen­ti­do común.

Cuan­do dejé Twit­ter escri­bí un ensa­yo en New Yor­ker en el que decía: «Miren, que no cun­da el páni­co. Hay fac­to­res que actua­rán en lo que pase a con­ti­nua­ción en Twit­ter.  Y serán los anun­cian­tes. Segu­ra­men­te Elon no quie­re que­mar ese acti­vo de 44.000 millo­nes de dóla­res que aca­ba de com­prar, para no auyen­tar a los anun­cian­tes. Él no hará eso… Pero me equi­vo­qué. El 60% de los anun­cian­tes se ha ido y no han vuel­to».

Y con­ti­núa: «Ento­nes pen­sé: vale, olví­da­te de los anun­cian­tes. Habrá pre­sión regu­la­to­ria. La ley de ser­vi­cios digi­ta­les de Euro­pa ya está en vigor. Pue­den pena­li­zar a las pla­ta­for­mas con el 6% de sus ingre­sos por incum­pli­mien­to. Ese 6% es algo enor­me. Pero no. Twit­ter se reti­ró del códi­go de bue­nas prác­ti­cas de des­in­for­ma­ción de Euro­pa. Ha sido la úni­ca pla­ta­for­ma gran­de que lo ha hecho. Y la comi­sa­ria Jou­ro­va ha dicho que Twit­ter está ten­tan­do al des­tino para con­ver­tir­te en blan­co fácil para apli­car la ley. Tam­bién me equi­vo­que en ese pun­to.»

Yoel, rela­ta su sor­pre­sa ante el com­por­ta­mien­to de la com­pa­ñía y el tipo de gol­pe de timón que Elon Musk está impul­san­do en la empre­sa y que ha supe­ra­do toda su capa­ci­dad de asom­bro… «Espe­ra­ba que Twit­ter se com­por­ta­ra racio­nal­men­te, res­pe­ta­ra las reglas y actua­se en inte­rés pro­pio. Esa era la empre­sa que cono­cía des­de hacía 8 años y así es como espe­ra­mos que ope­ren las gran­des empre­sas. Pero eso no es lo que pasó en abso­lu­to.» A con­ti­nua­ción, en la con­ver­sa­ción, Kara Swisher le dijo: te que­das­te y dijis­te que te nega­bas a men­tir. Y le recor­dó sus pala­bras «uno de mis lími­tes es que, si Twit­ter empie­za a ser gober­na­da a base de edic­tos dic­ta­to­ria­les en lugar de polí­ti­cas, ya no habrá nece­si­dad de mi papel en la empre­sa, ni de hacer lo que hago.» Es la razón por la que te fuis­te, ¿ver­dad? –le dijo–.

Yoel le res­pon­dió: «Eso es. Twit­ter no era per­fec­to. Fue defec­tuo­so por las razo­nes que has dicho. Y yo agre­ga­ría otro defec­to real­men­te impor­tan­te: tenía gigan­tes­cos pro­ble­mas de segu­ri­dad. Tra­ba­jé en ello por­que que­ría inten­tar mejo­rar eso, pero Twit­ter siem­pre fue una pla­ta­for­ma que se limi­ta­ba y gober­na­ba a sí mis­ma, de acuer­do con un con­jun­to de reglas y prin­ci­pios, imper­fec­tos pero que nos esfor­zá­ba­mos en per­fec­cio­nar. Siem­pre había algo que podía­mos seña­lar y que decía: ‘Así es como esta­mos ope­ran­do’. Pero de repen­te, eso ya no exis­tía. Sim­ple­men­te había órde­nes ver­ti­ca­les de arri­ba a aba­jo sobre qué hacer… Y en meses pos­te­rio­res fue todo más y más en esa direc­ción. La com­pa­ñía toma­ba deci­sio­nes impe­tuo­sas, como prohi­bir a perio­dis­tas que hablen sobre la ubi­ca­ción del avión de Elon Musk y lue­go los rein­cor­po­ra, más o menos…Bueno, la empe­cé a ver cómo la empre­sa aban­do­nó el esta­do de dere­cho, no sólo en cuan­to a las leyes del país o a la Ley de ser­vi­cios digi­ta­les, sino en cuan­to a prin­ci­pios que la guia­ron como empre­sa, como com­pa­ñía.»

Y, final­men­te Roth seña­ló su opi­nión de cómo debe admi­nis­trar su fuer­za y poder una pla­ta­for­ma de red social, y afron­tar el pro­ble­ma que tie­nen sobre el dis­cur­so de odio que se ha gene­ra­li­za­do en ellas, en par­te por­que su algo­rít­mi­ca lo pro­mue­ve. Aña­dió Roth: «Las pla­ta­for­mas tie­nen la res­pon­sa­bi­li­dad de abor­dar esto. Tie­nes que vivir en el mun­do real, no en uno ima­gi­na­rio. Este es un pro­ble­ma com­par­ti­do con Face­book y muchos otros… Por todos. Esta es solo una decla­ra­ción de la reali­dad de Inter­net. Y de la res­pon­sa­bi­li­dad que tie­nen que asu­mir las pla­ta­for­mas».

En el turno de pre­gun­tas el perio­dis­ta de The Ver­ge Jay Peter le pre­gun­tó: «¿Crees que algu­na vez habrá, en el pró­xi­mo futu­ro, algo tan rele­van­te cul­tu­ral­men­te como lo fue Twit­ter?». La con­tes­ta­ción de Roth, fue rotun­da: «Twit­ter nun­ca fue el más gran­de, como todos sabe­mos. Nun­ca fue una pla­ta­for­ma con miles de millo­nes de per­so­nas, pero fue una pla­ta­for­ma don­de una comu­ni­dad de per­so­nas influ­yen­tes pudo conec­tar­se entre sí y con sus audien­cias; y don­de la gen­te pudo influir en las éli­tes. De hecho, estoy de acuer­do con algo que dijo Mark Zuc­ker­berg de que sigue habien­do ham­bre de ello. Creo que eso debe exis­tir en el mun­do, es bueno que exis­ta, creo que la gen­te quie­re que exis­ta. Y aho­ra espe­ro que alguien pue­da cap­tu­rar eso. Y espe­ro que pue­da hacer­lo mejor de lo que lo hici­mos en Twit­ter».

Para fina­li­zar la con­ver­sa­ción públi­ca, la anfi­trio­na Kara Swisher le ani­mó a dar su con­clu­sión y le pre­gun­tó: ¿nos pue­des decir quién hará eso de nue­vo?; …¿será el Twit­ter en su actual for­ma? Yoel Roth aña­dió «Estoy entu­sias­ma­do con las pla­ta­for­mas des­cen­tra­li­za­das. Por­que pue­den apor­tar más poder al usua­rio y con­trol, sobre cómo fun­cio­nan las redes socia­les. Entu­sias­ma­do con la idea de comu­ni­da­des onli­ne que sean más peque­ñas que el tama­ño de toda la huma­ni­dad conec­ta­da, en lugar de cosas como Ins­ta­gram con 2.000 millo­nes de per­so­nas, que es una cosa dema­sia­do gran­de para poder gober­nar­la ade­cua­da­men­te».

Y con­clu­yó: «yo no juz­go a la actual gen­te que usa Twit­ter, pero es muy difí­cil irte, ale­jar­te de tu audien­cia si tu sus­ten­to depen­de en muchos aspec­tos de tener esa audien­cia; de poder lle­gar a la gen­te. Si tu teo­ría del cam­bio en el mun­do es poder impac­tar en el dis­cur­so públi­co, ale­jar­te de esa audien­cia sig­ni­fi­ca sacri­fi­car tu capa­ci­dad de hacer lo que eres en este pla­ne­ta y por eso no juz­go a la gen­te que usa aho­ra Twit­ter. Pero los alen­ta­ría a hacer algo, a bus­car otro lugar don­de pue­den encon­trar una nue­va audien­cia y a lle­var la aten­ción y el valor que están crean­do a algu­na par­te. Pero eso debe ser con­sis­ten­te con tus valo­res y tu teo­ría del cam­bio en el mun­do. Es difí­cil dejar a tus segui­do­res, pero encuen­tra un lugar que sea con­sis­ten­te con lo que quie­res hacer en el mun­do y la audien­cia te encon­tra­rá nue­va­men­te».

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia