El director valenciano lo cuenta todo sobre su primera película «Satisfacción: sexo sin tapujos»

Jac­ques Flet­cher, direc­tor de «Satis­fac­ción: sexo sin tapu­jos».

Sie­te acto­res, una sala, esca­sos recur­sos y mucho entu­sias­mo. La fór­mu­la ha fun­cio­na­do y el estreno de Satis­fac­ción: sexo sin tapujos, el pasa­do mar­tes 13 de junio, en los ABC Park fue un éxi­to. Tan­to, que la sala ha deci­di­do vol­ver a pro­gra­mar­la esta sema­na. Hora y media de sexo oral para pen­sar. Con su direc­tor Jac­ques Flet­cher hemos habla­do.

¿Cómo nace la idea de «Satis­fac­tion: Sexo sin Tapu­jos»

 Pues real­men­te la idea sur­gió de for­ma espon­tá­nea. Duran­te la pan­de­mia, cuan­do nos ence­rra­ban a las 18 h., Javier Rome­ro (uno de los intér­pre­tes de la pelí­cu­la y el pro­duc­tor de la pelí­cu­la) y yo, nos encon­tra­mos acci­den­tal­men­te con unas ami­gas que se iban a comer. Les diji­mos que está­ba­mos cer­ca, en su terra­za, toman­do unas cer­ve­zas. Las invi­ta­mos a que se acer­ca­ran en cuan­to ter­mi­na­ran y así lo hicie­ron. Allí, entre copa y copa, la con­ver­sa­ción fue toman­do tem­pe­ra­tu­ra y, como sue­le ser cos­tum­bre, comen­za­ron a hablar de sexo. Sus gus­tos, sus expe­rien­cias, etc. Todo ello sin nin­gún tipo de reser­va. Ahí vi el poten­cial y nació Satis­fac­tion: Sexo sin tapu­jos. Al prin­ci­pio pen­sé en hacer­lo solo con muje­res de dife­ren­tes eda­des, pero lue­go pen­sé que mejor sería bus­car gen­te varia­da en gus­tos y cos­tum­bres sexua­les.

¿Fue fácil encon­trar a los acto­res ade­cua­dos?

El cas­ting fue duro por­que debía dar con el elen­co ade­cua­do. Recha­cé a muchos acto­res y actri­ces por no dar con los per­fi­les que anda­ba bus­can­do has­ta que, final­men­te, encon­tré el gru­po ade­cua­do. No se cono­cían entre sí y les jun­té varias veces antes del roda­je. Les prohi­bí ter­mi­nan­te­men­te que habla­ran de sexo (que­ría la fres­cu­ra para la pelí­cu­la) pero que­ría ver cómo fusio­na­ban y me di cuen­ta que eran los ele­gi­dos. He de decir que en la pelí­cu­la solo hay dos acto­res (Javier Rome­ro y José Dome­nech) que eran los que seguían mis ins­truc­cio­nes mien­tras yo per­ma­ne­cía en el pron­ter, los demás no lo son.

¿Por qué?

Por­que lo que vemos en la pelí­cu­la, aun­que sí tie­ne ele­men­tos guio­ni­za­dos, es abso­lu­ta­men­te real y natu­ral y yo inter­ve­nía en la gra­ba­ción lo jus­to para no rom­per lo orgá­ni­co de la con­ver­sa­ción. Son per­so­na­jes reales (de hecho, apa­re­cen con sus ver­da­de­ros nom­bres, sin nom­bres fic­ti­cios) hablan­do de sus ver­da­de­ras expe­rien­cias. Eso sí, lo hacen sin tapu­jos, como lo harían real­men­te en una casa sin cáma­ras de por medio.

El estreno fue un éxi­to ¿cómo está reac­cio­na­do el públi­co?

La ver­dad que la pre­mier ha sido un rotun­do éxi­to, y nos sen­ti­mos muy feli­ces en este pun­to. Tan­to es así, que el ABC Park la deja en car­tel por una sema­na más, de momen­to. Si sigue hacien­do taqui­lla, como has­ta aho­ra, la deja­rá aún más tiem­po.

¿Te lo espe­ra­bas?

Ese era mi gran mie­do: «¿Cómo reac­cio­na­rá la gen­te?» Y la sor­pre­sa que nos hemos lle­va­do ha sido mayús­cu­la. Todos están fas­ci­na­dos con ella. Los comen­ta­rios más fre­cuen­tes son que, a pesar que toda la acción trans­cu­rre en un salón, la con­ver­sa­ción es tan intere­san­te que es impo­si­ble abu­rrir­te en nin­gún pun­to. La gen­te nos dice que es diver­ti­da (las risas en la sala eran muy noto­rias), intere­san­te ‚por todo lo que se cuen­ta, y has­ta didác­ti­ca. Por poner­te un ejem­plo, el artis­ta Mac­Die­go, que pudo ver­la antes del estreno, que­dó tan fas­ci­na­do con ella que la ha vis­to ocho veces y nos ha dise­ña­do el car­tel de peli. La gen­te ha reac­cio­na­do mara­vi­llo­sa­men­te bien.

¿Cómo defi­ni­rías la pelí­cu­la? Por­que, por lo vis­to, es dis­tin­to a lo que esta­mos acos­tum­bra­dos a ver.

En efec­to. Esa pelí­cu­la no deja de ser un expe­ri­men­to, Un expe­ri­men­to cine­ma­to­grá­fi­co, eso sí.  Yo la defi­ni­ría como una pelí­cu­la que, sin ser docu­men­tal, por­que no lo es, for­ma par­te de la reali­dad. De una reali­dad que muy pocos se atre­ven a hablar. Un ami­go me dijo que es una pelí­cu­la «la vie­ja al visi­llo» de José Mota, por­que es la posi­bi­li­dad de escu­char una con­ver­sa­ción intere­san­te y pri­va­da, pero con la como­di­dad de que no tie­nes que estar mirán­do­la por una miri­lla por temor a que te des­cu­bran. En cam­bio, pue­des hacer­lo sen­ta­do tran­qui­la­men­te en el asien­to de un cine. En defi­ni­ti­va, par­ti­ci­pas en una char­la ani­ma­da e intere­san­te sin tener que hacer nada, sal­vo ser un espec­ta­dor.

La sala lle­na el día del estreno.

¿En qué medi­da el éxi­to del cor­to­me­tra­je La fami­lia. Una casa encan­ta­da te ha ani­ma­do a sal­tar al lar­go?

Bueno. Yo soy, de siem­pre, un aman­te del cine. Siem­pre qui­se hacer cine. Mi cor­to­me­tra­je La Fami­lia (que tam­bién se hizo sin recur­sos), fun­cio­nó tan bien que se lle­vó mucho pre­mios en fes­ti­va­les, sobre en EEUU. El cine es una de mis tres o cua­tro pasio­nes, y por fin he cum­pli­do tam­bién este sue­ño.

Supon­go que hay algo de mili­tan­cia en la pelí­cu­la. Lo digo por la par­ti­ci­pa­ción de Lía Sán­chez o Danie­la Reque­na. No creo que estén ahí por dine­ro.

En efec­to, Ni Lia, ni Danie­la, ni nadie, ha cobra­do en esta pelí­cu­la (ni siquie­ra el equi­po téc­ni­co, ni cuan­to menos yo). Par­ti­ci­pa­ron por­que cre­ye­ron en el pro­yec­to y se die­ron cuen­ta del poten­cial que tenía. La roda­mos hace un año, y aho­ra, vien­do el éxi­to que está cose­chan­do, se sien­ten todos muy satis­fe­chos. Con res­pec­to a si hay mili­tan­cia en la pelí­cu­la, es una bue­na pre­gun­ta. Mi inten­ción, des­de el ini­cio, era que esta pelí­cu­la fue­ra ‘CINE’. No que­ría des­viar­la de ese patrón. ¿Hay mili­tan­cia? Sí, pero no. ¿Es una come­dia? Sí, pero no. ¿Es un dra­ma? Sí, pero no. Es un film. Pun­to. Cuan­do la tes­ta­mos antes del estreno, ante gen­te de con­fian­za que sabía­mos que nos darían su opi­nión sen­ti­da y ver­da­de­ra, nos dimos cuen­ta que había­mos con­se­gui­do nues­tro obje­ti­vo. Tan­to el colec­ti­vo LGBTI+ como los con­tra­rios a esta filo­so­fía, reac­cio­na­ron de la mis­ma mane­ra: «La pelí­cu­la es diver­ti­dí­si­ma y hemos apren­di­do con ella». No es una pelí­cu­la revan­chis­ta ni for­ma par­te de nin­gún pen­sa­mien­to deter­mi­na­do. Todos la ven como lo que es: una pelí­cu­la muy entre­te­ni­da con con­te­ni­do que muy pocos se atre­ven a con­tar.  

Es una pelí­cu­la muy natu­ral ¿qué par­te es guion y que par­te es impro­vi­sa­ción?

Como te comen­ta­ba antes sí hay una par­te de guion, pero en su mayo­ría todo lo que se ve es real. Lo bueno es que nadie dis­tin­gue don­de está una cosa y dón­de la otra. Y así pre­ten­do que siga sien­do. Quie­ro que la gen­te dis­fru­te del film (97 minu­tos) sin plan­tear­se nada más. Que la gocen sin más adi­ta­men­to. Qui­zás den­tro de unos años, si la pelí­cu­la tras­cien­de de algu­na for­ma, expli­que dón­de está el guion.

¿Cómo se hace una pelí­cu­la sin un duro?

Bueno. Estoy acos­tum­bra­do a eso. Todo lo hago sin un duro. El mayor reto es con­ven­cer a todo el mun­do para que par­ti­ci­pe sin cobrar. Por for­tu­na, cuen­to con ami­gos extra­or­di­na­rios que me ayu­dan sin pedir nada a cam­bio. Des­de mi socio Javier Rome­ro, que ha sido un titán tra­tan­do de con­se­guir cosas, pasan­do por Fran J.S.C (uno de mis sal­va­vi­das) que mon­tó la pelí­cu­la, con miles de pla­nos gra­ba­dos, en ape­nas 15 días, has­ta al pro­duc­tor y direc­tor de cine Miguel Pere­lló, que nos ayu­dó con su sapien­cia y toda su expe­rien­cia acu­mu­la­da para que la pelí­cu­la estu­vie­ra mejor defi­ni­da. A estos aña­de a tan­ta otra gen­te que cree en mis ideas y mis locu­ras. Aun­que tra­ba­jar sin dine­ro es tre­men­da­men­te com­pli­ca­do para dar un resul­ta­do opti­mo y pro­fe­sio­nal, con­tar con toda esta mara­vi­llo­sa cohor­te te lo hace más fácil

Me ima­gino que el roda­je ha debi­do ser bas­tan­te diver­ti­do. Cuén­ta­nos algu­na anéc­do­ta.

Momen­tos diver­ti­dos no hay muchos, la ver­dad, cuan­do tie­nes que rodar a toda pas­ti­lla por­que el tiem­po y el esca­so pre­su­pues­to se te echa enci­ma. Sí hay miles de anéc­do­tas; por ejem­plo, tener que inte­rrum­pir el roda­je por­que todos hablan al mis­mo tiem­po y eso, en mon­ta­je, es invia­ble (recor­de­mos que solo había dos acto­res) o tener una legión de curio­sos que que­rían ver el roda­je y tener que echar­los a otro lugar para que no se oye­ra ni una tos o una risa. Recuer­do tam­bién el momen­to en el que roda­mos el ini­cio de la pelí­cu­la, que es cuan­do los intér­pre­tes lle­gan a la casa y tie­nen que salu­dar­se. Esto se rodó al final, y lo no acto­res no enten­dían como podía ser eso si ya la con­ver­sa­ción se había pro­du­ci­do. Con­vén­cer­les que en el cine la cosas no son cro­no­ló­gi­cas, no lo enten­dían dema­sia­do. En ese momen­to sí me reí. Tam­bién con­se­guir que se acos­tum­bran a las cáma­ras (la roda­mos con cua­tro cáma­ras), y a tan­tos téc­ni­cos ir de aquí para allá.

¿Qué ha sido lo más difí­cil?

Fue­ron varias cosas. Lo pri­me­ro, con­se­guir el capi­tal para poder rodar­la y todos los esco­llos que hemos pasa­do. Pero lo que más me preo­cu­pa­ba era con­se­guir que una pelí­cu­la que trans­cu­rre ínte­gra­men­te en un salón, sin más acción que una char­la, fue­ra diná­mi­ca y no abu­rrie­ra a nadie en nin­gún ins­tan­te; muy lejos de eso, que la gen­te estu­vie­ra aten­ta todo el tiem­po. Me baso en la idea de Ste­ven Spiel­berg que decía: «si en la pro­yec­ción de una pelí­cu­la alguien mira el reloj, has fra­ca­sa­do». Por suer­te, esto no pasa con Satis­fac­tion: Sexo sin tapu­jos. Estan­do en la sala de cine, con casi 500 per­so­nas de espec­ta­do­res, mi úni­ca preo­cu­pa­ción fue obser­var la reac­ción del públi­co. Ni un solo telé­fono móvil se encen­dió. Las caras de la gen­te eran de con­cen­tra­ción, y las risas, en los momen­tos humo­rís­ti­cos, era evi­den­te. La gen­te salió muy con­ten­ta y sopren­di­da, y ese era mi obje­ti­vo.

Has­ta qué pun­to crees que el porno con­di­cio­na nues­tra rela­cio­nes sexua­les y per­so­na­les

Bueno, esta pelí­cu­la no es por­no­grá­fi­ca, pero sí tie­ne com­po­nen­tes sexua­les que van más allá de lo tra­di­cio­nal. Como dijo Ramón Palo­mar en una entre­vis­ta que me hizo hace poco, esto va más allá de la pos­tu­ra del misio­ne­ro. Lo bueno es que no escan­da­li­za, aun­que sí sor­pren­de por el cariz de la con­ver­sa­ción. La por­no­gra­fía, sin duda, ha cam­bia­do nues­tros hábi­tos sexua­les. Cuan­do yo era niño el porno era en revis­tas o pelí­cu­las y tenías que pagar­las. ¡Y qué quios­que­ro ven­día porno a un menor! Se lo tenías que robar a tus padres a hur­ta­di­llas.  Hoy el porno es gra­tui­to con inter­net y todos tie­nen acce­so a él. Los jóve­nes de hoy han folla­do mucho más que noso­tros a nues­tras eda­des, pero tam­bién es cier­to que su sexua­li­dad es muy biso­ña, a pesar de ser acti­va. Te cuen­to que esta pelí­cu­la gus­ta mucho sobre todo a la gene­ra­ción Mille­nial, por el con­te­ni­do y el apren­di­za­je que sacan de ella. La gene­ra­ción Z aún alu­ci­na más. Lo bueno de Satis­fac­tion: Sexo sin tapu­jos, es que gus­ta tan­to a los boo­mer (la Gene­ra­ción Per­di­da, gen­te de 75 en ade­lan­te, ni la enten­de­ría) como a la gene­ra­ción Z. El ICAA la ha cali­fi­ca­do para mayo­res de 16 años. Casi todo el mun­do pue­de ver­la y casi todo el mun­do apren­de de ella entre risas y diver­ti­men­to.

Supon­go que es pron­to, pero ¿algún pro­yec­to en la cabe­za?

Por supues­to. Noso­tros no nos que­da­mos ahí. Ya hay varios pro­yec­tos en manos de Net­flix, pero es pre­ma­tu­ro para ade­lan­tar nada. Avan­zo paso a paso, como buen capri­cor­nio que soy, y eso, de momen­to, debo dejar­lo ahí. Eso sí, si la cosa va bien, pue­de que esta pelí­cu­la aca­be ahí, en Net­flix.

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