La Phár­ma­co — Luz Arcas / Toná @Tristán Pérez-Mar­tín

Luz Arcas dirige «Toná», que podrá verse el próximo 21 de enero en el TEM

Una esce­na de «Toná» (VIRGINIA ROTA).

El espec­tácu­lo Toná —que podrá ver­se el pró­xi­mo 21 de enero en el Tea­tro El Musi­cal— sur­gió en los via­jes a Mála­ga de la coreó­gra­fa Luz Arcas para visi­tar a su padre enfer­mo. En la casa don­de se crió, la cofun­da­do­ra de la com­pa­ñía La Phár­ma­co se reen­con­tró con refe­ren­cias, ico­nos y sím­bo­los que tenía casi olvi­da­dos. Recor­dar anéc­do­tas y mie­dos le hizo reco­nec­tar con el fol­clo­re de su infan­cia y le moti­vó a que­rer bai­lar «la muer­te como cele­bra­ción de la vida, la fies­ta y la catar­sis indi­vi­dual y colec­ti­va», sin­te­ti­za la crea­do­ra.

De ese anhe­lo sur­gió un labo­ra­to­rio crea­ti­vo para tra­ba­jar sobre la memo­ria com­par­ti­da y los ima­gi­na­rios popu­la­res jun­to a otras dos artis­tas mala­gue­ñas resi­den­tes en Madrid, la fotó­gra­fa Vir­gi­nia Rota y la vio­li­nis­ta y com­po­si­to­ra Luz Pra­do.

Luz Arcas, duran­te la fun­ción (TRISTÁN PÉREZ-MARTÍN).

Un paréntesis salvaje

Toná abor­da todo lo rela­ti­vo a la muer­te y al due­lo des­de el fol­clo­re, con una pre­sen­cia muy impor­tan­te como fuen­te de ins­pi­ra­ción de los ver­dia­les, fol­clo­re mala­gue­ño pre­rro­mano, pro­ba­ble­men­te de ori­gen feni­cio, que en gran medi­da ha sobre­vi­vi­do a las suce­si­vas colo­ni­za­cio­nes cul­tu­ra­les y todo inten­to de domes­ti­ca­ción.

En su pro­yec­to, Arcas recu­pe­ra varias refe­ren­cias fun­da­men­ta­les de su infan­cia, como Tri­ni­dad Huer­tas, La Cuen­ca, una bai­lao­ra mala­gue­ña del siglo XIX que se hizo famo­sa en todo el mun­do con un núme­ro en el que repre­sen­ta­ba a una tore­ra en ple­na fae­na y que le dio el sobre­nom­bre de La Valien­te. Tam­bién la figu­ra de la Vir­gen del Car­men, embar­ca­da en pro­ce­sión por el mar cada 16 de julio en una fies­ta que, como tan­tas otras del mun­do popu­lar, expre­san un paga­nis­mo y un arcaís­mo ante­rior al cato­li­cis­mo. Por últi­mo, tam­bién le ha intere­sa­do la expe­rien­cia del mila­gro «como la abor­da Paso­li­ni, como Ana Men­die­ta: la meta­fí­si­ca de la car­ne, su espec­ta­cu­la­ri­dad pobre, el tes­ti­go ines­pe­ra­do»

La pie­za, copro­du­ci­da por el Fes­ti­val de Oto­ño de Madrid, se ale­ja de narra­ti­vas con­ven­cio­na­les y ofre­ce al espec­ta­dor una expe­rien­cia poé­ti­ca, plás­ti­ca e intui­ti­va. El espec­tácu­lo inda­ga en la fuga­ci­dad, en la muer­te y la memo­ria.

«Como todo lo rela­cio­na­do con el pue­blo, esta memo­ria cul­tu­ral está lle­na de pro­ble­mas, sin duda, pero vol­ver a ella, para ensu­ciar­la, renom­brar­la, y así, vita­li­zar­la, es un acto de liber­tad fren­te al tota­li­ta­ris­mo cul­tu­ral o cual­quier inten­ción neo­li­be­ral de impo­ner o cap­tu­rar un sen­ti­do que solo esa colec­ti­vi­dad pue­de admi­nis­trar per­for­ma­ti­va­men­te. Tam­bién es un acto de resis­ten­cia con­tra el inten­to de nues­tro sis­te­ma de des­te­rrar y negar la enfer­me­dad, la vejez y la muer­te, que nos hace débi­les cul­tu­ral y espi­ri­tual­men­te y por lo tan­to, domi­na­bles», argu­men­ta Arcas.

Luz Arcas ejer­ce de direc­to­ra artís­ti­ca, coreó­gra­fa e intér­pre­te de la com­pa­ñía La Phár­ma­co. La mul­ti­pre­mia­da crea­do­ra ha sido reco­no­ci­da con los galar­do­nes El Ojo Crí­ti­co de Dan­za 2015, Mejor Intér­pre­te Feme­ni­na de Dan­za 2015 en Pre­mios Lor­ca, Inju­ve 2009 y Mála­ga Crea 2009. En sus pro­pias pala­bras, Toná «ha sig­ni­fi­ca­do un parén­te­sis muy impor­tan­te res­pec­to a lo que yo venía hacien­do. Es algo menos den­so, más orgá­ni­co y sal­va­je».

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