La reseña de R. Ballester Añón:
«El gusano seráfico»

La editorial Barataria recupera «La mesa de madera de manzano» y otros relatos

El escritor Herman Melville.

Herman Melville (1819-1891) fue marino, inspector de aduanas y —la ocupación que aquí  incumbe— escritor norteamericano de narraciones tan celebradas como Moby Dick, Bartleby, el escribiente, Benito Cereno… así como diversos relatos  como los  que acoge este exquisito volumen de la editorial Barataria.

El más extenso e interesante, La mesa de madera de manzano, cuenta que una noche de otoño, un hombre lee una vieja novela de fantasmas que sugestiona su imaginación de tal modo queda atermorizado por un cric-crac procedente de una mesa de tres patas, en forma de pezuñas diablescas, que pocos días antes había rescatado del desván. Tanto el hombre, como su mujer y sus dos hijas comienzan también a estar atemorizadas por la supuesta presencia de un espíritu.

Dice el narrador: «Se encontraba una vieja mesita, con una pezuña, como del Maligno que sobresalía ligeramente entre las telarañas(…) y qué extraña resultaba allí la visión de un viejo libro mohoso en medio de todo aquello: Magnalia, de Cotton Mather». [Mather fue un clérigo puritano  de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII; hizo experimentos de hibridación vegetal, promovió la vacunación, participó en los Juicios de Salem en los que se condenó a diversas brujas].

Prosigue: «Decidí rodear a aquella mesita ermitaña y triste, tanto tiempo privada de alegres compañías, de todo tipo de influencias amables, como cálidas teteras, cálidos fuegos y no menos cálidos corazones, sin sospechar siquiera lo que engendrarían tantos cálidos cuidados».

Cuando aparecen aquellos siniestros crujidos, comienza a sentirse culpable: «Se atrevería a mostrar el Maligno su pezuña hendida en el seno de una familia inocente? Me estremecía al pensar que yo mismo, en contra de las solemnes advertencias de mis hijas, había introducido a sabiendas la pezuña allí».

Con todo trata de tranquilizarse con este razonamiento: «Ni el ruido ni la mesa pueden hacernos ningún daño porque todos somos buenos cristianos, creo yo».

A veces se muestra irresoluto y acobardado ante su mujer. Está dispuesto a recuperar presencia ánimo así como la buena opinión de ella.

En su enfermiza obsesión se dirige al ser que origina el cric-crac: «’Venga, hombre, haces mucho ruido, chico. Demasiado. Ya basta de bromas, es hora de que lo dejes ´. Y en cuanto lo dije, cesó  el cric-crac. Jamás se vio una obediencia tan precisa»

Al final, el enigma del cric crac queda resuelto. Se trata  el sonido de un peculiar insecto royendo, limando y abriéndose paso para salir a la superficie del mueble. Es una nueva especie de pequeña luciérnaga o insecto luminoso que emite aquel zumbido. Son desconcertantes las cualidades que le atribuye el narrador: «En verdad, era un hermoso gusano, un gusano de joyero judío, un gusano como el rayo de una puesta de sol […] Para (mis hijas), la palabra gusano siempre había sido sinónimo de fealdad. Pero aquél era un gusano seráfico o más bien  podría decirse que tenía poco de gusano, porque era bello como una mariposa».

La mujer del narrador, que muestra mayor entereza moral que su marido, concluye con este  simil teológico, característico del excéntrica humor del Melville: «Decid lo que queráis -dijo Julia mientras sujetaba en  el vaso cubierto el glorioso, brillante, ópalo viviente- Decid lo que queráis, pero aunque esta hermosa criatura no sea un espíritu, nos ha dado una lección espiritual. Porque si después de permanecer sepultado ciento setenta años un mero insecto sale por fin a la luz y es tan resplandeciente, ¿cómo no va a haber una gloriosa resurrección para el espíritu del hombre?».

La narración muestra, a veces, una atmósfera propia de un cuento de Edgar Allan Poe; en otras, un pathos kafkiano.

En cuanto, a los otros  textos:  Paraíso de los Solterostrata  de un  silencioso y recatado club de los Hermanos de la Orden del Celibato, que se ubica en la zona antigua de la ciudad del Londres. Mantiene un tono  de elegante y respetuosa misoginia. El Tártaro de las Doncellas, en cambio, describe, con actitud documental, las condiciones para esclavistas del trabajo femenino en los inicios de la revolución industrial en  Nueva Inglaterra.

Título: La mesa de madera de manzano y otros dos relatos
Autor: Herman Melville 
Editorial: Barataria (2023)
Páginas: 102
Precio: 14 euros
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