El artista de Xàtiva Artur Heras vuelve a sorprender con una exposición espectacular, apabullante, en La Nau, Halt! Immatges que pensen, y que por descontado hacen pensar. Dibujos, cuadros, montajes y citas de la vanguardia europea del siglo XX reflexionan sobre los crímenes nazis en los campos de exterminio de la II Guerra Mundial. La llamada Operación Noche y Niebla maquinada y llevada a la realidad por un grupo de iluminados asesinos de masas.

La expo­si­ción Halt!, Imat­ges que pen­sen fun­cio­na como una per­for­man­ce grá­fi­ca en la que diver­sas crea­cio­nes se com­bi­nan en una cró­ni­ca que impre­sio­na por su con­tun­den­cia y ver­dad. Des­de el “muro de pala­bras”, un colo­sal colla­ge que ocu­pa una pared de imá­ge­nes has­ta la repre­sen­ta­ción en tama­ño natu­ral de un vagón de la muer­te de Ausch­witz, pasan­do por obra per­so­nal del autor y dibu­jos a lápiz y car­bon­ci­llo de per­so­nas y per­so­na­jes, el espec­ta­dor se enfren­ta a la últi­ma entre­ga plás­ti­ca de un artis­ta valen­ciano excep­cio­nal. Artur Heras (Xàti­va, 1945), corre­dor de fon­do del arte y la cul­tu­ra espa­ño­la y euro­pea, ofre­ce una lec­tu­ra per­so­nal del gran cri­men nazi de los cam­pos de con­cen­tra­ción que con­ci­bió. Según sus pro­pias pala­bras, unos meses antes del con­fi­na­mien­to por la pan­de­mia. Obras sobre papel rea­li­za­das a par­tir de fichas poli­cia­les del Holo­caus­to, “dibu­ja­dos con car­bon­ci­llo y lápiz com­pues­to, al modo de los tra­ba­jos, de las his­tó­ri­cas aca­de­mias de arte, agru­pa­dos como una gale­ría de per­so­na­jes ilus­tres del pasa­do” y tam­bién “espa­cios vacíos por­ta­do­res de des­alien­to envuel­tos en hollín”. Esta gale­ría de retra­tos a lápiz de pre­sos de los cam­pos y de sus ver­du­gos, hom­bres, muje­res y niños, en cua­dros a tama­ño natu­ral que miran al espec­ta­dor supo­nen una prue­ba de fue­go para el visi­tan­te, un desa­fío que obli­ga a recor­dar un uni­ver­so del horror y del cri­men suce­di­do en el siglo XX. Un regre­so al infierno sin estri­den­cias, a base de un rela­to plás­ti­co estric­to y neu­tro.

Heras domi­na el dibu­jo de mane­ra asom­bro­sa, y como seña­la el comi­sa­rio de la mues­tra Ana­cle­to Ferrer, “Con la pacien­cia y la peri­cia de quien se ha for­ja­do, como decía Balthus de sí mis­mo, en “la escue­la de la copia” (Heras) hace que la mina de gra­fi­to extrai­ga de la hoja de papel el óva­lo de un ros­tro nue­vo con sus noches y sus nie­blas. con sus mie­dos y sus mis­te­rios, sus cla­mo­res y sus estre­pi­to­sos silen­cios”. Heras tam­bién seña­la que con Halt! tam­bién ha que­ri­do “recom­po­ner la his­to­ria de “nues­tra” fata­li­dad como pue­blo, uni­da a la socie­dad euro­pea (…) Por eso incor­po­ra obras con ante­rio­ri­dad sobre figu­ras como Lor­ca, Miguel Her­nán­dez, Wal­ter Ben­ja­mín o Fran­co”. Jun­to a los estre­me­ce­do­res dibu­jos, como foto­gra­fías a tama­ño natu­ral, que jalo­nan la sala, en el muro de pala­bras, el pin­tor expo­ne dibu­jos a lápiz, más peque­ños, de per­so­na­jes de la cul­tu­ra euro­pea más van­guar­dis­ta, Han­nah Arendt, Adorno, Enzo Tra­ver­so, Sem­prún, Manuel Cha­ves Noga­les, Camus, Pri­mo Levi… jun­to a mani­fes­ta­cio­nes de estos inte­lec­tua­les sobre la bar­ba­rie de la II Gue­rra Mun­dial.

Heras defien­de sus mon­ta­jes por­que “es una de las téc­ni­cas por las que se pudo for­mu­lar una nue­va visión repre­sen­ta­ti­va acor­de a las socie­da­des frag­men­ta­das de la moder­ni­dad”. Esta expo­si­ción por el con­tra­rio no frag­men­ta nada sino que uni­fi­ca un pen­sa­mien­to crí­ti­co y una refle­xión sobre los limi­tes inexis­ten­tes del cri­men, la noche y nie­bla del apo­ca­lip­sis nazi narra­do con frial­dad y com­ple­ta­do con las opi­nio­nes de la inte­lli­gen­tsia euro­pea. El pen­sa­mien­to de Wal­ter Ben­ja­min, el gran filó­so­fo que murió de mala mane­ra en Port Bou huyen­do de la per­se­cu­ción tie­ne una pre­sen­cia nota­ble en esta mues­tra. Ferrer seña­la que como el filó­so­fo ber­li­nés “que refle­xio­na a tra­vés de “imá­ge­nes que pien­san” y “hacen pen­sar”, Artur Heras crea imá­ge­nes que encap­su­lan pen­sa­mien­tos”.

Ante la mira­da que te mira de estos gran­des dibu­jos de las víc­ti­mas ase­si­na­das Vicen­te Sán­­chez-Bio­s­­ca seña­la en el catá­lo­go “Ima­gí­nen­se­lo: no es para mirar a dis­tan­cia o en la fría con­tem­pla­ción de un catá­lo­go como este mis­mo. No, estos espec­tros están agran­da­dos a esca­la casi huma­na para ser ins­pec­cio­na­dos a la vez con la mira­da de un ento­mó­lo­go, y sin embar­go, sien­do inter­pe­la­do por ellos, su ros­tro es como el nues­tro, sus ojos se incrus­tan en nues­tros ojos”.

Esta expo­si­ción reco­rre Euro­pa y aho­ra ha lle­ga­do a Valen­cia y es de obli­ga­da visi­ta. El ya sep­tua­ge­na­rio artis­ta de Xàti­va demues­tra estar en ple­na for­ma tras una espec­ta­cu­lar carre­ra como crea­dor y acti­vis­ta cul­tu­ral. Hay que recor­dar la mag­ní­fi­ca ges­tión que Heras reali­zó en los años 80 en la Sala Par­pa­lló, cuyas expo­si­cio­nes hicie­ron bri­llar la van­guar­dia mun­dial ante los ojos del espec­ta­dor indí­ge­na, dese las fotos de Wal­ker Evans en la Mal­va­rro­sa has­ta las de Den­nis Hop­per. Heras es un rena­cen­tis­ta valen­ciano a caba­llo de dos siglos y repre­sen­ta como pocos a la van­guar­dia artís­ti­ca medi­te­rrá­nea. Ha toca­do todos los palos. Car­te­lis­ta crea­dor de la icó­ni­ca pal­me­ra de la Mos­tra de Cine, escul­tor abs­trac­to, ince­san­te ima­gi­ne­ro de espa­cios y volú­me­nes, pro­vo­ca­dor, trans­gre­sor en el arte, su carre­ra es un ejem­plo de inno­va­ción per­ma­nen­te que ha crea­do escue­la para muchos artis­tas jóve­nes del momen­to.

Un maes­tro en suma que nos hace entrar en el túnel del tiem­po del horror y el cri­men sin ser tru­cu­len­to, con una frial­dad nota­ble. Esta es una expo­si­ción difí­cil de des­cri­bir dada su varie­dad y sor­pre­sas. Y por eso su comi­sa­rio Ana­cle­to Ferrer cita de nue­vo a Ben­ja­mín, el filó­so­fo euro­peo cla­ve de la moder­ni­dad: La ale­go­ría, en cuan­to signo que se hur­ta cla­ra­men­te al sig­ni­fi­ca­do, ocu­pa un lugar en el arte como con­tra­par­ti­da a la apa­rien­cia bella, en la que el sig­ni­fi­ca­do y sig­ni­fi­can­te se fun­den entre sí”. Esta pues no es una bella expo­si­ción, mas bien estre­me­ce, es sobre todo el tes­ti­mo­nio sinies­tro de una ver­dad y, como no, un home­na­je cru­do a la memo­ria his­tó­ri­ca uni­ver­sal.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia