La crí­ti­ca se ha con­ver­ti­do en ele­men­to esen­cial para valo­rar la crea­ti­vi­dad de los genios y de los medio­cres. Es más, para que una obra exis­ta para el gran públi­co y no pase des­aper­ci­bi­da.

 

Siem­pre les tuve manía a los crí­ti­cos. Los con­si­de­ra­ba artis­tas frus­tra­dos en le mate­ria a la que cri­ti­ca­ban, Pin­to cua­dros que no tie­nen ven­ta, pues me voy a dedi­car a apa­lear el arte. Hacer­me un (pre­sun­to) exper­to en la mate­ria. Ya sea en cual­quier acti­vi­dad artís­ti­ca, los crí­ti­cos han ejer­ci­do como temi­bles tor­que­ma­das, des­de la pin­tu­ra has­ta el cine. La crí­ti­ca se ha con­ver­ti­do en ele­men­to esen­cial para valo­rar la crea­ti­vi­dad de los genios y de los medio­cres. Es más, para que una obra exis­ta para el gran públi­co y no pase des­aper­ci­bi­da.

En muchos casos esta acti­vi­dad cri­ti­ca ha sido trá­gi­ca para muchos artis­tas. Talen­tos que vie­ron cerra­das sus puer­tas por una mala crí­ti­ca. Son noto­rios los casos de Rach­ma­ni­nov, que entró en una gran depre­sión tras las malas crí­ti­cas de su pri­me­ra obra. Stra­vinsky fue otro caso de malas crí­ti­cas a uno de sus obras mas acla­mas años des­pués, como es el «Pája­ro de fue­go».

¿No es para tener­les manía? Y con todo, pasa­do el tiem­po, he com­pren­di­do a los crí­ti­cos y su impor­tan­te labor en el mun­do de la cul­tu­ra. De hecho, en los años 60 en valen­cia explo­tó el lla­ma­do cine inde­pen­dien­te. Ese pom­po­so nom­bre siguió las ten­den­cias pari­si­nas de la épo­ca, la nou­ve­lle vague, sobre todo, y reu­nió a un gru­po de faná­ti­cos del cine y segui­do­res del cine liber­ta­rio que abrió Jean Luc Godard.

El fran­cés hizo furor y aquí en Valen­cia sur­gió el super­ochis­mo inde­pen­dien­te, (pelí­cu­las fil­ma­das en ese for­ma­to por afi­cio­na­dos que se con­vir­tie­ron mas arde en crí­ti­cos) según defi­ni­ción de Llo­rens, uno de los crí­ti­cos mas rele­van­tes y temi­dos de esta ciu­dad.

Un hom­bre soca­rrón y humo­ris­ta, al que están dedi­ca­das estas pági­nas, posi­ble­men­te el mejor cri­ti­co de su gene­ra­ción, pues jus­to hace muy poco murió des­pués de haber cri­ti­ca­do todo lo estre­na­do en Valen­cia con su inti­mo ami­go Pedro Uris, tam­bién éste ulti­mo cineas­ta y nota­ble escri­tor que cuen­ta en su haber varias pelí­cu­las des­co­no­ci­das por fal­ta de pro­mo­ción. Llo­rens escri­bió miles de artícu­los sobre cine y mere­ce una bio­gra­fía. De hecho en el libro El Bai­le de los mal­di­tos, Cine inde­pen­dien­te valen­ciano, 1967–1975, publi­ca­do por la Fil­mo­te­ca y cuyo autor es el que esto escri­be, se narra con pelos y seña­les la obra y teo­ría sobre cine de Anto­nio Llo­rens.

Esta tro­pa de crí­ti­cos valen­cia­nos, Vicen­te y Anto­nio Ver­ga­ra y Pepe Vana­clo­cha, Pedro Uris, entre otros, no paró has­ta crear una publi­ca­ción sobre cine cuyo ori­gi­nal for­ma­to y radi­ca­les cri­te­rios la hacen famo­sa en toda Espa­ña. Apa­re­ció en los años 1960, se tra­ta de la famo­sa car­te­le­ra Turia, que toda­vía se edi­ta y se man­tie­ne en el can­de­le­ro sesen­ta años des­pués gra­cias a la savia de nue­vos y jóve­nes crí­ti­cos.

Pedro Uris y Anto­nio Llo­rens for­ma­ron un tán­dem muy pro­duc­ti­vo tan­to en el mun­do de la crí­ti­ca como en el de la rea­li­za­ción de cor­tos. Entre los años 1969 y 1974, Llo­rens y Uris rea­li­za­ron sie­te pelí­cu­las en Super 8. No eran cineas­tas, Llo­rens tra­ba­ja­ba en la ban­ca, pero eran unos faná­ti­cos del cine.

Llo­rens, que se reco­rrió todos los fes­ti­va­les de cine nacio­na­les y extran­je­ros y escri­bía sus crí­ti­cas para la car­te­le­ra Turia, jun­to a Vana­clo­cha, direc­tor a la sazón de la car­te­le­ra, dijo “el escri­tor Seguí juga­ba a Godard y noso­tros jugá­ba­mos a Buñuel. Era la épo­ca en que esta­ba prohi­bi­da Viri­dia­na de Buñuel. Nada se había vis­to aquí de Buñuel. Esa era la his­to­ria, jugá­ba­mos a surrea­lis­mo, humor, chis­tes sobre Jerry Lewis…y lue­go algo de poli­cía­co”.

Con todo, el movi­mien­to de cine valen­ciano tuvo sus momen­tos de glo­ria. Se pasa­ba en cine clubs y loca­les diver­sos. Todos estos escri­to­res de cine con­si­guie­ron crear una afi­ción al buen cine y lla­mar la aten­ción sobre las obras prohi­bi­das y genia­les que se hacían en el exte­rior.

La des­apa­ri­ción de Anto­nio Llo­rens, naci­do en Valen­cia en 1952, inte­lec­tual pun­te­ro de la cul­tu­ra local, es catas­tró­fi­ca por­que ha sido memo­ria viva del cine valen­ciano y gra­cias a sus cen­te­na­res de crí­ti­cas, jun­to a sus com­pa­ñe­ros, el publi­co de varias gene­ra­cio­nes apren­dió a ver cine de ver­dad.

 

 

 

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