Los Rolling Sto­nes, en una sesión foto­grá­fi­ca en Hyde Park con el nue­vo gui­ta­rris­ta Mick Tay­lor, que reem­pla­zó a Brian Jones, el 12 de junio de 1969. De izquier­da a dere­cha, Mick Jag­ger, Bill Wyman, Mick Jones, Keith Richards, al fren­te, y Char­lie Watts. / J. Wilds.

Un mes de junio de 1969 los Rolling Stones despidieron a Brian Jones, el creador de la banda y uno de sus instrumentistas más relevantes desde su aparición en 1962. Mick Taylor, un guitarrista de 20 años fue el sustituto elegido por Jagger y Richards. Tras mejorar notablemente el sonido stone con un sensacional virtuosismo guitarrero en cuatro álbumes legendarios de la banda, Taylor abandonó el grupo en 1974. De eso hace 50 años.  

A fecha de hoy sigue sin estar cla­ro la razón por la que el gui­ta­rris­ta Mick Tay­lor aban­do­nó a los Rolling Sto­nes hace aho­ra medio siglo. Hoy en día el roque­ro con cara de ángel que había toca­do con John Mayall tie­ne 74 años. El con­si­de­ra­do por la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da como uno de los mejo­res gui­ta­rris­tas de todos los tiem­pos dejó a los Sto­nes tras haber con­tri­bui­do con sus habi­li­da­des al perio­do más bri­llan­te de la ban­da bri­tá­ni­ca que tuvo su cul­mi­na­ción con el legen­da­rio dis­co Exile on Main Street (1972) gra­ba­do en el sur de Fran­cia en medio de un caos nar­có­ti­co que devino obra maes­tra del rock.

El año pasa­do se cum­plió medio siglo del momen­to en que Tay­lor dejo la ban­da para siem­pre para for­mar su pro­pio gru­po. La leyen­da cuen­ta que Tay­lor se fue asquea­do por el poco caso que le hicie­ron y sobre todo por los celos de Keith Richards. Tay­lor era extre­ma­da­men­te bueno para el ego de Keith.

La his­to­ria comien­za con la expul­sión de Brian Jones de los Rolling en junio de 1969. La razón: su exce­si­va depen­den­cia de las dro­gas, según dije­ron sus cole­gas. Los mucha­chos se dro­ga­ban, pero Jones mucho más. Su his­to­ria tie­ne un final trá­gi­co: apa­re­ció muer­to al fon­do de su pis­ci­na sema­nas des­pués de ser recha­za­do por sus ami­gos. Lo san­gran­te del asun­to es que Jones había for­ma­do la ban­da en 1962 y era uno de sus mejo­res ins­tru­men­tis­tas. Toca­ba de todo, des­de las flau­tas perua­nas a los tam­bo­res afri­ca­nos. Uno de los pri­me­ros músi­cos del rock intere­sa­do por las músi­cas étni­cas, antes que Peter Gabriel, David Byr­ne o Paul Simon, entre otros. Via­jó a Marrue­cos para apren­der los rit­mos gna­was en las mon­ta­ñas del Riff. Para muchos puris­tas sto­nia­nos Brian Jones repre­sen­ta el autén­ti­co espí­ri­tu de los Rolling Sto­nes. La obra de la déca­da de la revuel­ta, los 1960, antes de la lle­ga­da del tec­ni­co­lor.

Brian Jones

Su últi­ma cola­bo­ra­ción fue el monu­men­tal dis­co Beg­gars Ban­quet (1968). Corría el fin de la eta­pa sesen­te­ra de la ban­da y fue enton­ces cuan­do apa­re­ció en esce­na un joven­zue­lo rubio de 20 años y aspec­to ange­li­cal lla­ma­do Mick Tay­lor.

Con Tay­lor los Sto­nes comen­za­ron el perio­do más bri­llan­te y pro­duc­ti­vo de su his­to­ria. Fue el gran blues man John Mayall quien sugi­rió a Jag­ger y Richards el joven gui­ta­rris­ta. Tay­lor, nada más lle­gar al gru­po, decla­ró: “No podía creer lo mal que sona­ban. Su sin­cro­ni­za­ción era terri­ble. Sona­ban como un gru­po típi­co de mucha­chos en un gara­je. Des­afi­nan­do y dema­sia­do fuer­te, Pen­sé, ¿cómo es posi­ble que esta ban­da pue­da hacer dis­cos exi­to­sos?”. Lo recuer­da Héc­tor Muñoz en su artícu­lo dedi­ca­do a Tay­lor en la revis­ta chi­le­na Futu­ro.

No le fal­ta­ba razón. Antes de que el gru­po de rock más famo­so y lon­ge­vo del mun­do se con­vir­tie­ra en una som­bra de sí mis­mo, una fran­qui­cia en for­ma de caja regis­tra­do­ra y con pocas ideas nue­vas, el perio­do en el que Tay­lor estu­vo con ellos bri­lla con luz pro­pia, al igual que los dis­cos que salie­ron al mer­ca­do en ese tiem­po.

Comien­za con Let it Bleed, de 1969, con­ti­nua con Sticky fin­gers de 1971, cul­mi­na con, con toda segu­ri­dad, el mejor dis­co de estu­dio de la ban­da, Exile on Main Street, y aca­ba con Goats Head Soup de 1973 y Its only rock,n, roll. En todos ellos, Mick Tay­lor fue el solis­ta de gui­ta­rra por exce­len­cia, y demos­tró su vir­tuo­sis­mo abso­lu­to en temas como Times waits for no one, del últi­mo dis­co que gra­bó con la ban­da. En su reve­la­dor articu­lo el crí­ti­co Héc­tor Muñoz recuer­da como el tema estre­lla de Exile, Tum­bling Dice, autén­ti­ca obra maes­tra de los Sto­nes, se gra­bó sin la pre­sen­cia de Richards.

Este doble dis­co, de 1972, salió al mer­ca­do con una por­ta­da espec­ta­cu­lar, obra del míti­co fotó­gra­fo Robert Frank, autor de The ame­ri­cans, repor­ta­je foto­grá­fi­co de fama mun­dial, y com­pa­ñe­ro de los Sto­nes en su gira ame­ri­ca­na de 1972.

Al igual que la gra­ba­ción en Fran­cia del Exile, con un Keith Richards abso­lu­ta­men­te col­ga­do de la heroí­na, la gira por USA de los Rolling fue fil­ma­da por Frank en su docu­men­tal Cock­suc­ker blues. Este film está a dis­po­si­ción de quien lo quie­ra ver en la red. Los colo­fo­nes de la ban­da entre bam­ba­li­nas, antes de los con­cier­tos, con un Jag­ger pasean­do por el came­rino con una ban­de­ja reple­ta de cocaí­na y un canu­to en la mano dere­cha, son dig­nos de ver para la com­pren­sión del pla­ne­ta rock.

El joven Tay­lor cuen­ta que se hizo adic­to a la heroí­na en su perio­do con los Sto­nes. Fue coau­tor de temas tan esen­cia­les como Ven­ti­la­tor Blues o Cant you hear me knoc­king, temas legen­da­rios de la ban­da. Jag­ger y Richards le nega­ron los cré­di­tos y eso no sen­tó nada bien al joven Tay­lor que se har­tó. Aban­do­nó a los Sto­nes a los cua­tro años de haber entra­do en la ban­da. Ron­nie Wood fue su sus­ti­tu­to.

Mick Tay­lor fue pro­ta­go­nis­ta de la esen­cia crea­ti­va de los Sto­nes en su mejor épo­ca; tes­ti­go y actor de cómo, de una gra­ba­ción tan caó­ti­ca y nar­có­ti­ca como la de Exile on Main Street, en aquel cas­ti­llo del sur de Fran­cia, pudo salir una de las obras maes­tras del rock de todos los tiem­pos. Hito his­tó­ri­co y suge­ren­te enig­ma sobre los veri­cue­tos del pro­ce­so crea­ti­vo en la músi­ca popu­lar y su ínti­ma rela­ción con las dro­gas.

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