Salir de Valen­cia duran­te las Fallas pue­de ser una expe­rien­cia tan enri­que­ce­do­ra como que­dar­se a dis­fru­tar de la fies­ta. Así lo demos­tra­mos en un bre­ve pero inten­so via­je que com­bi­nó espec­tácu­los, gas­tro­no­mía y cul­tu­ra en Madrid.

La pri­me­ra para­da fue el espec­tácu­lo «La Gran Ilu­sión de El Mago Pop», que dejó boquia­bier­tos a todos los asis­ten­tes. Superan­do las expec­ta­ti­vas, la pues­ta en esce­na des­ta­có por su espec­ta­cu­la­ri­dad, humor y téc­ni­ca impe­ca­ble. Una expe­rien­cia inmer­si­va que con­fir­ma por qué Anto­nio Díaz, cono­ci­do como El Mago Pop, es uno de los ilu­sio­nis­tas más reco­no­ci­dos de Espa­ña.

El via­je inclu­yó una deli­cio­sa ruta de gil­das en loca­les emble­má­ti­cos como La Gil­de­ría, Her­ma­nos Vina­gre, Hil­da Hou­se y La Con­sen­ti­da de Doré. Cada para­da ofre­ció un matri­mo­nio per­fec­to entre tra­di­ción y crea­ti­vi­dad. En el Mer­ca­do de Antón Mar­tín, el cevi­che de pes­ca­do sal­va­je con chi­potle en El Mono de La Pila fue un éxi­to rotun­do, segui­do por unos pin­chos de tor­ti­lla en Cara­co­la que des­ta­ca­ron por su tex­tu­ra cua­ja­da y sabor inten­so.

Ade­más, la espe­ra (de casi una hora) valió la pena para pro­bar las famo­sas tar­tas de que­so de Alex Cor­do­bés. Las varie­da­des ori­gi­na­les, dul­ce de leche y cara­me­lo sala­do fue­ron degus­ta­das al ins­tan­te en ple­na calle, con­fir­man­do su repu­tación como impres­cin­di­bles en Madrid.

La visi­ta guia­da al Museo del Pra­do per­mi­tió explo­rar obras icó­ni­cas como Las Meni­nas de Veláz­quez. Este reco­rri­do cul­tu­ral fue una pau­sa per­fec­ta para refle­xio­nar sobre el arte y la his­to­ria. Un paseo en bar­ca por el par­que del Reti­ro aña­dió un toque aven­tu­re­ro al via­je. Entre patos, gavio­tas impo­nen­tes y car­pas muscu­losas que gol­pea­ban el cas­co, esta expe­rien­cia fue tan diver­ti­da como ines­pe­ra­da.

El res­tau­ran­te Zoku supu­so el bro­che gas­tro­nó­mi­co final del via­je. Sen­ta­dos en la barra, los comen­sa­les dis­fru­ta­mos del Hama­chi Anti­cu­che­ro con una sal­sa que evo­ca­ba el mojo rojo cana­rio. Otros pla­tos des­ta­ca­dos inclu­yen tira­di­to baña­do en leche de tigre nik­kei, nigi­ri de Wag­yu sople­tea­do con wasa­bi y un arroz con leche bru­lé car­ga­do de cane­la. Cada pla­to ofre­ció una fusión per­fec­ta entre tra­di­ción japo­ne­sa y crea­ti­vi­dad moder­na.

 

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