En contraste, quienes permanecieron inactivos durante el mismo periodo mostraron un empeoramiento en todos los parámetros estudiados.
El Grupo de Investigación en Prevención y Salud en el Ejercicio y el Deporte (PHES) de la Universitat de València, dirigido por el catedrático del Departamento de Educación Física y Deportiva Juan Carlos Colado, ha demostrado que un programa de 16 semanas de entrenamiento de fuerza con bandas elásticas mejora «de forma significativa» la salud ósea, la fuerza muscular y el equilibrio en personas mayores.
Los resultados proceden de un ensayo clínico con 61 adultos mayores, con una media de 70 años, publicado en la revista científica Healthcare, indexada en las áreas de Salud Pública y Medicina. El trabajo consolida las bandas elásticas como una herramienta sencilla, económica y eficaz para promover un envejecimiento activo, adaptable a domicilios, centros de mayores y programas comunitarios, sin necesidad de maquinaria específica.
El estudio, diseñado y desarrollado por el grupo PHES, compara por primera vez tres modalidades distintas de entrenamiento de fuerza con bandas elásticas: un protocolo de movimientos rápidos con resistencias moderadas-altas, otro de bajada lenta y controlada con resistencias superiores a la capacidad máxima de la persona, y una tercera modalidad orientada al desarrollo de la fuerza máxima con resistencias altas movilizadas a velocidad moderada. Todas las variantes se realizaron tres días por semana, en sesiones de unos sesenta minutos, y se confirmaron como seguras, efectivas y accesibles para la población mayor.
El análisis detallado de biomarcadores sistémicos puso de manifiesto que el tipo de estímulo es determinante, ya que cada modalidad genera adaptaciones fisiológicas específicas, clave para personalizar las intervenciones. El entrenamiento de alta velocidad estimuló de forma destacada la plasticidad neural y la potencia funcional, como evidencia el incremento del BDNF, biomarcador asociado a la salud del sistema nervioso, y al mismo tiempo favoreció el metabolismo óseo al mejorar los principales indicadores de remodelación.
El protocolo excéntrico acentuado, centrado en frenar o controlar la fase de bajada con mayor resistencia que en la subida, fue el que generó las mejoras osteometabólicas más marcadas, junto a una respuesta antioxidante más eficiente y una menor actividad inflamatoria. Por su parte, el entrenamiento de fuerza máxima produjo los mayores incrementos de fuerza muscular, acompañados de una reducción consistente de la inflamación sistémica.
Los autores subrayan que no existe un único «mejor entrenamiento», sino que cada modalidad puede priorizar objetivos diferentes según el estado de salud y las necesidades funcionales de cada persona mayor. Cuando la prioridad es mejorar el equilibrio, la velocidad de reacción o prevenir caídas, el protocolo rápido se sitúa como la primera elección; si se busca proteger el hueso, reducir el estrés biológico o se dispone de menor tolerancia al esfuerzo, el modelo excéntrico acentuado resulta el más indicado; y para recuperar fuerza y autonomía en tareas exigentes de la vida diaria, la modalidad de fuerza máxima se plantea como la estrategia más eficaz.
La investigación apunta así a la importancia de prescribir ejercicio de fuerza de manera individualizada y basada en la evidencia, para optimizar la salud musculoesquelética y sistémica a lo largo del envejecimiento. «Hemos comprobado que el cuerpo responde a cualquier estilo de fuerza cuando la dosis es la adecuada; basta con moverse y progresar de forma segura para transformar la salud de nuestros mayores», resume Juan Carlos Colado, responsable del estudio, en el que también colaboran especialistas de las universidades de Coimbra, Extremadura y CEU San Pablo.
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