La libre­ría Vue­lo de Pala­bras aco­gió la pre­sen­ta­ción el lunes 11 de mar­zo que con­gre­gó a más de 70 asis­ten­tes. La obra ofre­ce al lec­tor la opor­tu­ni­dad de cono­cer en pro­fun­di­dad y con serie­dad y varie­dad la obra de uno de los poe­tas valen­cia­nos más des­ta­ca­dos y rele­van­tes del ter­cer ter­cio del siglo XX y de la pri­me­ra mitad del siglo XXI.

Ami­gos, escri­to­res y lec­to­res se die­ron cita el pasa­do lunes 11 de mar­zo en la libre­ría Vue­lo de Pala­bras, ubi­ca­da en la Av Gior­ge­ta, 22, para asis­tir a la pre­sen­ta­ción del libro «Un poe­ta para la vida, una vida para la poe­sía», dedi­ca­do al gran poe­ta valen­ciano Jai­me Siles, quien fue el prin­ci­pal pro­ta­go­nis­ta duran­te la pre­sen­ta­ción, que duró casi una hora.

La edi­to­rial valen­cia­na Olé Libros aca­ba de edi­tar el volu­men titu­la­do Jai­me Siles: un poe­ta para la vida, una vida para la poe­sía, una obra de 892 pági­nas que, aus­pi­cia­da por la Fun­da­ción Anto­nia Mir, pue­de cali­fi­car­se de hito den­tro de la biblio­gra­fía del reco­no­ci­do escri­tor y filó­lo­go valen­ciano.

Jai­me Siles reco­no­ció duran­te la pre­sen­ta­ción que «este home­na­je no es para mí. Es un home­na­je a Mar­co Anto­nio. Lle­va casi nue­ve meses luchan­do con­tra lo peor que pue­de luchar el ser humano». Un fuer­te aplau­so siguió a esta fra­se, que con­ti­nuó con la expo­si­ción de Siles: «Es un libro de amis­ta­des con cola­bo­ra­cio­nes en inglés, ita­liano… Un home­na­je de este tipo me recon­for­ta y me acom­pa­ña en esta últi­ma eta­pa de mi vida».

El edi­tor de Olé Libros, Toni Alco­lea, fue pre­cur­sor de este tra­ba­jo. Uno de los edi­to­res de la obra, Mar­co Anto­nio Coro­nel, con­fe­só que el libro «ha supues­to casi tres años de tra­ba­jo. Ha sido el tra­ba­jo más arduo de mi vida, no por el tra­ba­jo sino por la res­pon­sa­bi­li­dad de asu­mir y coor­di­nar un home­na­je a Jai­me».

Ser­gio Arlan­dis: “Hay tres mode­los de ejem­pla­ri­dad de Jai­me Siles: su tra­yec­to­ria, su obra y la per­so­na”

Por su par­te, el Direc­tor Gene­ral de Cul­tu­ra de la Gene­ra­li­tat Valen­cia­na, Ser­gio Arlan­dis, quien tam­bién es ami­go de Siles, comen­tó sobre el libro que «hay tres mode­los de ejem­pla­ri­dad de Jai­me Siles: su tra­yec­to­ria, su obra y la per­so­na. Siem­pre ha sido un mode­lo a seguir de con­duc­ta y de ges­tión emo­cio­nal. Da mucha ale­gría que el autor esté pre­sen­te. Muchas veces se publi­can a títu­lo pós­tu­mo y aho­ra esta­mos cele­bran­do la vida».

Detalles de la publicación

El libro comien­za con un estu­dio intro­duc­to­rio del his­pa­nis­ta fran­cés Henry Gil, cate­drá­ti­co de la Uni­ver­si­dad de Mar­­ne-la-Vallée, que lle­va a cabo uno de los estu­dios más com­ple­tos y recien­tes sobre toda la obra poé­ti­ca de Siles. Su tex­to es, en sí mis­mo, un autén­ti­co ensa­yo, impres­cin­di­ble para cual­quier lec­tor que quie­ra cono­cer en pro­fun­di­dad el pen­sa­mien­to poé­ti­co de Siles. Henry Gil con­tex­tua­li­za las gran­des obras del poe­ta en su épo­ca y las rela­cio­na con el esce­na­rio glo­bal de la lite­ra­tu­ra espa­ño­la y euro­pea de los últi­mos dece­nios. Así, gra­cias a sus más de 300 pági­nas, el lec­tor tie­ne la opor­tu­ni­dad de empa­par­se del uni­ver­so men­tal y espi­ri­tual de un eru­di­to que encon­tró en la poe­sía el modo de for­jar y expre­sar su visión de las cosas, de la reali­dad y de los sue­ños.

A par­tir de ahí el volu­men se des­plie­ga en cua­tro gran­des apar­ta­dos: (1) Lec­tu­ras sile­sia­nas, (2) Sem­blan­zas, (3) Notas lite­ra­rias y (4) Voces poé­ti­cas. El pri­me­ro cons­ti­tu­ye una colec­ción de peque­ños artícu­los sobre aspec­tos más con­cre­tos de la obra de Siles. Son 22 apor­ta­cio­nes de pro­fe­so­res y espe­cia­lis­tas de pres­ti­gio que pro­fun­di­zan en la letra y en el espí­ri­tu de sus poe­mas, reve­lan la mane­ra en que un eru­di­to como Siles des­gra­na los temas esen­cia­les del pen­sa­mien­to euro­peo, y mues­tran la genia­li­dad de un escri­tor capaz de ras­trear el pre­sen­te des­de las raí­ces más ence­pa­das en el mag­ma del mun­do clá­si­co. Siles apa­re­ce en esos tra­ba­jos en diá­lo­go cons­tan­te y valien­te con las fuen­tes mis­mas del pen­sa­mien­to y la lite­ra­tu­ra euro­peos. Un Siles que se va acer­can­do a lo lite­ra­rio no solo des­de la poe­sía, sino des­de la lite­ra­tu­ra infan­til, el artícu­lo perio­dís­ti­co o la crí­ti­ca tea­tral.

Sigue Sem­blan­zas, un con­jun­to de 20 bre­ves apor­ta­cio­nes fir­ma­das por ami­gos del poe­ta que con­tri­bu­yen a situar­lo en la mate­ria­li­dad de la vida. Sus pala­bras hacen tan­gi­ble al inte­lec­tual, per­mi­ten que su pen­sa­mien­to se encar­ne en sen­ti­mien­tos, anéc­do­tas y expe­rien­cias. Este apar­ta­do es el que mejor jus­ti­fi­ca el títu­lo com­ple­to de la obra por­que, tras leer­lo, se des­cu­bre al hom­bre de car­ne y hue­so que vive para la lite­ra­tu­ra, pero des­de las coor­de­na­das de aquel que tie­ne los pies en la tie­rra y que sabe com­par­tir, rega­lar, reci­bir, soñar, temer, resol­ver.

Tam­bién son de ami­gos los nom­bres que pue­blan las otras dos par­tes del libro. En Notas lite­ra­rias vemos aso­mar­se voces de inves­ti­ga­do­res, pro­fe­so­res y poe­tas que rin­den home­na­je a tra­vés de una inves­ti­ga­ción sobre aspec­tos lite­ra­rios diver­sos que no afec­tan a la obra de Siles. Son cola­bo­ra­cio­nes que enri­que­cen el volu­men des­de Neru­da, Béc­quer o Una­muno, o des­de los pin­ce­les, el toreo y la medi­ci­na. No en vano todas ellas son tri­bu­to a una per­so­na de una curio­si­dad inte­lec­tual infi­ni­ta que ha escri­to con cla­ri­vi­den­cia y hones­ti­dad.

Con­clu­ye el libro Voces poé­ti­cas, que reúne un total de 25 tex­tos lite­ra­rios de escri­to­res como Gui­ller­mo Car­ne­ro, Javier Los­ta­lé, César Anto­nio Moli­na o Enri­que Villa­gra­sa. Se diría que estos auto­res han que­ri­do agra­de­cer a Jai­me Siles su dedi­ca­ción al pen­sa­mien­to y a la lite­ra­tu­ra empla­zan­do a la poe­sía y al len­gua­je mis­mos a un suer­te de cer­ta­men que reme­mo­ra los de otros siglos, en los que la com­pe­ti­ción era solo una excu­sa para recor­dar que, como decía Cice­rón, el ami­go es otro yo.