La Mutant recu­pe­ra este fin de sema­na una de las pro­duc­cio­nes de tea­tro valen­cia­nas más acla­ma­das a nivel nacio­nal de los últi­mos tiem­pos: La Capi­lla de los Niños. En esta obra, can­di­da­ta tres veces a los pre­mios MAX como Mejor Direc­ción, Mejor Tex­to y Mejor Actriz, el guio­nis­ta y direc­tor escé­ni­co Javier Sahu­qui­llo recrea des­de la auto­fic­ción uno de los suce­sos más trá­gi­cos de la his­to­ria recien­te de Espa­ña, los crí­me­nes de las niñas de Alcàs­ser. Una pie­za sor­pren­den­te que for­mu­la varios inte­rro­gan­tes: ¿Qué fue lo que pasó? ¿Quié­nes fue­ron los cul­pa­bles del ase­si­na­to? ¿Cuál fue el papel de los medios? 

La capi­lla de los niños inves­ti­ga los lími­tes entre lo dra­má­ti­co y lo narra­do; entre lo dra­má­ti­co y lo cine­ma­to­grá­fi­co; entre memo­ria colec­ti­va y memo­ria indi­vi­dual. La obra par­te de la hipó­te­sis de que toda gran men­ti­ra nece­si­ta su dosis de ver­dad, y por ello en ella se mez­clan viven­cias del autor con hechos reales fic­cio­na­dos.  El docu­men­to, el recuer­do y la expe­rien­cia per­so­nal se hil­va­nan com­po­nien­do un mag­ma que ape­la a la memo­ria del espec­ta­dor y ahon­da en las cloa­cas del Esta­do.

Javier Sahu­qui­llo es un escri­tor de tea­tro que ha deci­di­do reti­rar­se. Sin embar­go, la lla­ma­da de un ami­go le com­pro­me­te a escri­bir una últi­ma obra. La úni­ca con­di­ción es que ten­drá que tomar como pun­to de par­ti­da una noti­cia de perió­di­co. El autor recuer­da un ase­si­na­to que suce­dió duran­te su ado­les­cen­cia y el revue­lo que cau­só en la tele­vi­sión. Así pues, se deci­de a escri­bir una come­dia sobre la tele­ba­su­ra. Poco a poco se sumer­ge en las cloa­cas del ase­si­na­to más mediá­ti­co de la Espa­ña recien­te: el cri­men de Las niñas de Alcàs­ser.

El escri­tor se con­vier­te en invo­lun­ta­rio detec­ti­ve que ana­li­za las prue­bas con el afán de resol­ver un caso que que­dó insa­tis­fac­to­ria­men­te cerra­do. Duran­te su inves­ti­ga­ción cono­ce a un joven paler­mi­tano, Nata­le, con el que vive una his­to­ria de amor, y que se mani­fies­ta como una extra­ña pre­sen­cia que acom­pa­ña al escri­tor en su via­je. Los espa­cios reales y los men­ta­les se con­fun­den gene­ran­do una atmós­fe­ra love­craf­tia­na que con­du­ce al escri­tor a la demen­cia que pro­du­ce el des­cu­bri­mien­to de la ver­dad.

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