Muñoz acaba de publicar un conjunto de texto breves en una cuidada edición con formato que recuerda al de un devocionario.
Conocimos a Abelardo Muñoz (Valencia, 1952) en el calabozo del antiguo cuartel de Zapadores; permanecía recluido por conducta reprensible conforme a las ordenanzas castrenses; yo era uno de sus vigilantes. Durante su estancia en el calabozo, me obsequió dos cosas: una revista danesa de imágenes salaces (era la primera vez que yo veía una revista de imágenes salaces) y el adjetivo “solícito” (era la primera vez que alguien consideraba que yo era un individuo solícito).
Años más tarde volvimos a coincidir en la editorial Víctor Orenga, empresa modélicamente azarosa y de gratísimo recuerdo. Muñoz publicó allí su primer libro. El título no era afortunado; la portada, lamentable; la distribución, testimonial. Pero se trata de una escueta obra maestra de la literatura española de los años 80, un Lázaro impaciente a la espera de su resurrección por parte de algún sabio y salvífico editor.
Pues bien, Muñoz acaba de publicar un conjunto de texto breves en una cuidada edición con formato que recuerda al de un devocionario. La contraportada resumen el contenido: una crónica de la Valencia de los años 90 que el periodista y escritor Abelardo Muñoz conoció muy bien y de primera mano.
El libro contiene textos como éste:
“Claudio es mi hombre: un negrito del Senegal que deambula por las cercanía del bar Pepet de Ruzafa al caer la noche. Este es un bar frecuentado por inmigrantes que está de moda esta temporada. Hoy domingo abrirán a las diez en punto y ya se ven rondando por allí a decenas de clientes apiñándose frente a las puertas chapadas del garito. Hoy de todo un poco. Tipos solos, parejas de enamorados, matrimonios. Nadie diría de ellos que son toxicómanos”.
O este otro:
“A la postre la cocaína por vía parenteral es un ejercicio minuciosamente masoquista. Pero, eah, infames puritanos, niñatos que sólo os atrevéis con la rayita pituitaria, yo os aseguro que es el mejor sustituto del orgasmo que conozco”
Chungas Calles concluye del siguiente modo: “Huérfano de anhelos, indiferente ante el deseo, frio de pasión. Mi aprendizaje consiste en vaciar por completo la conciencia. Se ha extinguido en mi vida la esperanza. Y no sé qué hacer con los presuntos años de vida que me quedan”.
Esta nota está fechada en 1995, en la localidad de Gea de Albarracín (provincia de Teruel).
Sabemos lo que ha sucedido a partir de ese punto de inflexión biográfico: ha publicado El baile de los maldito, un estudio sobre el cine independiente valenciano (1999), Biografía de Joaquín Sorolla (1998) y libros de relatos: Gas Ciudad (2010), Macabro (2011), Hotel Continental (2016), Exilio Atlántico ( 2018), Chaflán (2018), Periodo especial (2019) y ahora estas Chungas calles.
Título: Chungas calles
Autor: Abelardo Muñoz
Editor: Libros de Baal
Páginas: 92
Comparte esta publicación
Suscríbete a nuestro boletín
Recibe toda la actualidad en cultura y ocio, de la ciudad de Valencia